Extinción por decreto

Escrito por Dr. Óscar Dorado, el 06-09-2010


En la naturaleza hay tres fuerzas principales que pueden causar extinción. En primer lugar, una especie puede desaparecer del planeta como consecuencia de la competencia con otra especie con la cual compite por un mismo recurso: alimento, por ejemplo.
En este caso, la especie que se mantiene y gana la “batalla” fue más apta que la que colgó los tenis. En segundo lugar, una especie puede extinguirse debido a que el ambiente, en determinado momento, cambió tanto que ésta no pudo adaptarse a las nuevas condiciones, y “no le quedó otra”, más que extinguirse. Estas dos tipos de extinción tienen como elemento central la Selección Natural (SN), basado en los principios de Don Carlos Darwin; es decir; cuando existe una presión de selección, en una población natural, los individuos con las mejores características para enfrentar al ambiente, sobreviven; cuando, las exigencias del ambiente son tan drásticas, entonces, desaparecen por completo. Una tercera causal de extinción se da por un factor azaroso, no consecuencia de SN, y a menudo por eventos repentinos. Un buen ejemplo de esto lo representan los meteoritos. Por ejemplo, existe suficiente evidencia para considerar que los dinosaurios se extinguieron en el Cretácico por causa de la caída de un meteorito en las costas de la península de Yucatán. En este caso, no hubo condiciones ni tiempo para que un proceso de SN actuara en este abrupto episodio.
Una lamentable analogía de lo que comento anteriormente ocurrió con la abominable extinción de la Compañía de Luz y Fuerza del Centro (CLFC), cuando por un irracional decreto el gobierno federal decidió –unilateralmente- extinguir a dicha compañía. Lo más lamentable del asunto es que, quién sustituyó a esta empresa, con todo y su sindicato (SME) no ha dado el ancho. Continuos apagones son la carta de presentación de la flamante Comisión Federal de Electricidad (CFE). Hace algunos meses ya hice dos descripciones de mis experiencias ante las incapacidades de la CFE. No obstante, las cosas no mejoran en lo más mínimo. La semana pasada, por ejemplo, la electricidad se fue como a las ocho de la noche, justo cuando mis hijos y mi esposa, estábamos por ver una película en nuestro aparato de DVD. Una vez que me nos quedamos a oscuras, inmediatamente me comuniqué al inoperante 071, el número para reportar apagones. Durante las tres horas que duró este siniestro, llamé 42 veces y nunca nadie contestó.
Recuerdo que un día después de cuando escribí mi anterior comentario en donde desde el título preguntaba ¿SMEejor ahora?, una persona encargada de la oficina de comunicación de la CFE me mandó un correo electrónico mencionándome que estaba a mis órdenes para apoyar en lo que se me ofreciera. En aquella columna yo comenté que en el SME uno siempre encontraba un cuate y éste le ayudaba a uno en cualquier complicación; el representante de la CFE me insistió en que él podía ser ese cuate para solucionar cualquier inquietud. Después de que tratamos ambos sin éxito- de encontrar una fecha para dialogar, más gente me buscó para compartir sus viacrucis con la CFE; mandé dos correos a ese amigo (o cuate) imaginario, y la respuesta fue nula. Es decir, extraño a mi cuate, pero del SME.
Regresando al tema de la extinción, la empresa que sustituyó a la CLFC, no ha dado el ancho; es decir, la CFE no has sido más apta, sino todo lo contrario. Es por eso, y muchas cosas más, que extraño a la CLFC, incluyendo a mis amigos del SME. Yo espero que pronto se llegue a un arreglo para que las cosas regresen a su nivel y que ya finalmente se haga justicia a nuestros hermanos que se quedaron sin trabajo. Ojalá que también toda esa gente, auto-nombrada progresista (incluyendo partidos políticos), apoye la lucha de del SME, de otra manera todo simple y sencillamente será un despreciable episodio de la política -región IV- a la que los ciudadanos estamos acostumbrados.
Nota: mientras escribía esta columna, hubo cuatro apagones en la colonia en donde vivo; por cierto, no menciono el nombre, porque qué tal si por esa razón ahora tengo más apagones en mi barrio: el miedo no anda en burro.

Fuente

Comentarios