La medida social de las necesidades

martes 28 de septiembre de 2010

Jorge Gómez Barata (especial para ARGENPRESS.info)


En un reciente encuentro de Fidel Castro con periodistas venezolanos tuvo lugar el siguiente diálogo.

Mario Silva.- Ya el capitalismo no es viable…


Fidel Castro.- Pertenece a la prehistoria.


Vanessa Davies.- ¿Pero el socialismo pertenece a la prehistoria también?... ¿Qué es el socialismo para usted ahora, siglo XXI?


Fidel Castro.- ¿Para mí?, el comunismo, el que el propio Marx definió como comunismo: De cada cual según sus posibilidades, a cada cual según sus necesidades. Claro que estarán por definir cuáles son las necesidades…”


En la referencia al carácter prehistórico del capitalismo tanto la periodista como Fidel Castro aluden a la metáfora utilizada por Carlos Marx en su trabajo: Contribución a la Crítica de la Economía Política (1859) donde expresa: “Las relaciones burguesas de producción son la última forma antagónica del proceso social de producción…Con esta formación social se cierra, por lo tanto, la prehistoria de la sociedad humana.


El diálogo, contiene elementos asequibles sólo a los iniciados porque Marx, mediante un razonamiento extraordinariamente abstracto alude a un proceso en curso, algo que ocurrirá y cuyo desenlace anticipa a partir del determinismo científico. En vida de Marx, como ahora tampoco ahora el capitalismo era cosa del pasado por lo cual, en el mismo trabajo sostiene: “Ninguna formación social desaparece antes de que se desarrollen todas las fuerzas productivas que caben dentro de ella…”


Para su respuesta a la pregunta de: “Qué es exactamente el socialismo ahora”, Fidel Castro se auxilia nuevamente a Marx, esta vez glosando algunas ideas contenidas en la Crítica al Programa de Gotha (1875) que los marxistas asumieron como un precepto científico que establecía la fórmula de distribución que regiría en un estadio de desarrollo social, superior al socialismo en el cual los individuos aportarían según sus capacidades y recibirían según sus necesidades.


Escuchando a Fidel desgranar hábilmente sus argumentos, recordé una antigua experiencia.


A fines de la década de los sesenta era yo alumno de una escuela de oficiales de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Cuba y en clases, estudiando la Comuna de París, un profesor aludió al pasaje de la Crítica al Programa de Gotha mencionado por Fidel.


En aquella oportunidad fui a la biblioteca y pedí las Obras Escogidas de Marx y las lleve a la jornada de estudios colectivos, en las que cada tarde comentábamos lo estudiado en la mañana. Leí textualmente lo escrito por Carlos Marx:


“…Cuando, con el desarrollo de los individuos en todos sus aspectos, crezcan también las fuerzas productivas y corran a chorro lleno los manantiales de la riqueza colectiva, sólo entonces podrá rebasarse totalmente el estrecho horizonte del derecho burgués, y la sociedad podrá escribir en sus banderas: ¡De cada cual, según sus capacidades; a cada cual, según sus necesidades!”


Como parte mí argumentación en el debate estudiantil hice una afirmación categórica:


-“Eso es poesía”


Nunca supe cómo el comentario, una herejía, trascendió y en la tarde fui llamado ante el Jefe de la Cátedra de Historia que fue breve y enigmático:


- ¿Dónde escuchó usted ese comentario?


- En ninguna parte, es de mi invención


- Retírese


Meses después, cuando ya me había graduado, había sido ascendido y era profesor de aquella misma escuela y por lo tanto colega y no subordinado del aludido Jefe de Cátedra, le recordé nuestra charla y le pregunté el sentido de su interrogante.


- El día antes –me contó–, en un encuentro metodológico de los profesores para sintonizar el modo de impartir el tema de la Comuna de París, un profesor había hecho un comentario parecido al mío por lo cual él lo había reprendido y advertido de que no se expresara de ese modo ante los estudiantes y, enterado de mi atrevimiento quería cerciorarse de que el aludido había cumplido la indicación.


- Sin embargo no me reprendiste a mí


- Es que yo creía más o menos lo mismo y desmentirme dos veces en 48 horas era demasiado.


El lance de Fidel con la periodista venezolana se perdió en la memoria para regresar ayer cuando, en funciones de samaritano, visité a una humilde persona que orgulloso me mostró su colección de gorras que colgadas una junto a otras, en perfecta simetría, cubrían las paredes de su habitación. El dueño me contó que su sueño era tener una de los Yanquis de Nueva York.


Al salir me pregunté: ¿Para qué quiere una persona que apenas tiene para comer y adquirir medicinas una colección de gorras? ¿Por qué tener una de los NYY lo hace feliz? ¿Cuántas gorras necesita una persona? ¿Hay acaso una medida social de las necesidades? ¿Si así fuera, quién la establece? ¿La expresión de Marx será poesía o ciencia constituida?


Ahora no me interesa esclarecer el asunto. Sea poesía, ciencia o línea de deseos, creo como Fidel Castro que ilustra acerca de una de las esencias del socialismo. Puede ser poesía, sólo que de un rango que alienta, moviliza, da sentido a la vida, resume sueños y metas por los que vale la pena luchar. Se trata de una poesía de aquella que como diría Emilio Ballagas, un poeta coterráneo mío: “Con un grano sazona un siglo”.


Amén.
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