Mujeres, pilares en la lucha del SME

Con el apoyo y aportación de organizaciones sociales y sindicales, así como de trabajadores jubilados, el Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) cumplió este lunes un año de resistencia, lucha en la cual las mujeres han sido pilares. En estos 12 meses de adversidad, las electricistas han estado en movilización constante: presentes en mítines y marchas, partícipes en las huelgas de hambre, “volanteando” en las calles y cocinando para el gremio conformado por 16 mil 300 integrantes del SME que decidieron no aceptar la liquidación ofrecida por el gobierno de Felipe Calderón. Firmes en su convicción de defender su empleo, las trabajadoras continúan en su lucha desde distintas trincheras, una de ellas el comedor, donde diariamente se preparan alimentos. Esta acción es posible gracias al apoyo de movimientos sociales como el “López-Obradorista”, expresó la electricista jubilada Rosa Comesaña, encargada del área. El movimiento de mujeres en resistencia sigue vigente, pues “cada que se requiere que las trabajadoras realicen alguna actividad y también en los llamados generales, respondemos a la convocatoria”, señaló Cecilia Figueroa, encargada de la transmisión matutina de Radio SME. La participación de las mujeres ha sido permanente y combativa. En noviembre pasado, 10 de ellas sostuvieron la primera huelga de hambre durante 17 días, frente a la Comisión Federal de Electricidad. El ayuno se levantó cuando Fernando Gómez Mont, entonces secretario de Gobernación, se comprometió a garantizarles el servicio médico un año más. El funcionario también prometió negociar con el SME para hallar una salida al conflicto, pero no ocurrió. Seis meses después, 13 trabajadoras se sumaron al segundo ayuno indefinido, emprendido por decenas de electricistas de manera escalonada, esta vez durante 90 días. La huelga se levantó después de que Francisco Blake Mora, actual titular de Gobernación, se comprometió a dar la toma de nota a Martín Esparza como dirigente del SME y a negociar la reinstalación del gremio. A más de dos meses de ese acuerdo, las palabras del funcionario aún no se cumplen. No obstante, “la negociación en la mesa de alto nivel avanza, aunque lento”, dijo Isabel De la Rosa, trabajadora semita, quien permaneció en huelga de hambre 57 días en el Zócalo capitalino. Para la electricista, de 26 años de edad, la confianza de los trabajadores no está en las autoridades federales, está en la fortaleza de mujeres y hombres que a un año de la extinción de sus fuentes de trabajo “nos mantenemos en pie de lucha”. Esa opinión la comparte Guadalupe Vázquez, quien como Isabel De la Rosa estuvo en huelga de hambre más de 50 días. Para la electricista, la participación de las mujeres en la resistencia ha sido crucial e histórica, pues “como nunca antes nos organizamos para dar la batalla”. Las empleadas de la extinta compañía Luz y Fuerza del Centro (LFC), quienes ahora forman parte de las 2.5 millones de personas sin empleo, según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), también “salonean” en las universidades, donde dan información acerca del conflicto laboral y venden dulces a estudiantes. A las trabajadoras activas y jubiladas se sumaron otras mujeres, también consideradas pilares de la resistencia: las esposas, hijas y hermanas de los electricistas, quienes conformaron Mujeres de Luz con Fuerza y Familias en Resistencia. Las familiares, en su mayoría amas de casa, están en las marchas y asambleas, han realizado ayunos rotativos en solidaridad con las y los huelguistas de hambre, y difunden información acerca del movimiento. Además, apoyan económicamente a sus esposos, hijos y hermanos, para que ellos permanezcan en la resistencia “hasta que se haga justicia y sean reinstalados”, dijo Norma Carrillo de Familias en Resistencia. Durante la lucha, Carrillo y su hija comenzaron un negocio de tacos, que representa el sustento familiar. Y, como ellas, las trabajadoras también se sumaron a los 12.8 millones de personas que laboran en la informalidad, de acuerdo con el Inegi. De acuerdo con Isabel De la Rosa, las electricistas trabajan en el comercio informal: venden comida, postres, ropa, zapatos y accesorios por catálogo, mientras que otras mujeres como Elvira Rayo, representante del departamento de Oficinistas Varios, venden videos de la resistencia, tazas y playeras estampadas con el logotipo del SME. A diferencia de quienes trabajan en la informalidad, las empleadas de LFC que tienen apoyo económico de sus familiares jubilados son más activas en el movimiento, hecho que les significó ser propuestas y electas como representantes de sus departamentos. Como no se había visto en los 96 años de historia de esta organización sindical, ellas representan mayoritariamente escalafones mixtos, como Contraloría y Oficinistas Varios. Además, como pocas veces, una mujer es la representante del personal jubilado. Tras un año de batallas perdidas y ganadas, de trabajo constante, de participación en la vida política sindical, las electricistas, convencidas de que ganarán esta lucha, afirman: ¡Seguimos aquí, seguimos vivas!, en busca de la reinstalación laboral de las 16 mil 300 personas que no se han liquidado. Guadalupe Cruz Jaimes/apro-cimac

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