“Seguir en la lucha del SME es la forma de enseñarle a mi hijo lo que es la dignidad”

Rasalía Fuentes vende tortas para subsistir, pero afirma que continuará en resistencia para recuperar su empleoFoto Roberto García Ortiz

Fabiola Martínez 

Periódico La Jornada
Lunes 11 de octubre de 2010, p. 12
La esquina de Antonio Caso e Insurgentes es singular. No sólo porque en esa zona se ubican las oficinas de varias organizaciones sindicales, sino porque es punto de información de los electricistas en resistencia.

Ahí, en las inmediaciones de los dos edificios del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME), literalmente se encuentran y se mezclan historias de aquellos que, a un año del decreto de extinción de Luz y Fuerza del Centro (LFC), afirman que no aceptarán su liquidación. Y, como si fuera una consigna en una marcha como tantas que han hecho en los pasados 12 meses, integrantes de este grupo opositor de 16 mil 300 trabajadores, de una plantilla original de 44 mil, repiten que llegarán juntos hasta el final.

A la pregunta única de ¿por qué sigues en resistencia?, viene también una respuesta invariable: por dignidad.

También rondan en ese cruce de la zona central de la capital parejas de empleados del extinto organismo que no aceptaron la liquidación, aun cuando tienen a un hijo con enfermedad crónica; las mujeres que atienden un comedor en las instalaciones del sindicato, adonde acuden familias completas a alimentarse, o los impulsores de formas de comunicación alternativas, como radio SME (www.sme.org.mx).

Aquí algunos testimonios:

Rosalía Fuentes: ex bodeguera del departamento de materiales, pide unos segundos para limpiar la tabla del puesto ambulante identificado como Tortas La Resistencia, precisamente en la calle Antonio Caso. Un año después de la extinción asegura que no irá por su finiquito, porque la resistencia “es la forma de enseñarle a mi hijo lo que es la dignidad”.

Manuel Martínez Cortés: convirtió su Tsuru blanco en taxi en el estado de México. Con eso saca para la alimentación de su familia de seis integrantes y, pese a la estrechez de recursos, seguirá en la resistencia porque, afirma, “nunca fui ratero ni borracho. Tampoco falté al trabajo, así que me siento con mucha dignidad para resistir, para reclamarle al gobierno por qué nos hizo lo que nos hizo; por qué nos corrió de esa manera. Así que seguiremos de pie”.

Manuel era hojalatero-pintor en el taller de reparación de unidades y le ofrecían un finiquito de 250 mil pesos por 19 años de antigüedad. Varios de sus conocidos ya aceptaron la liquidación. “Pero están igual de desempleados que nosotros. Imagínese, si a nosotros que estamos en lucha, el gobierno no nos ha cumplido, menos a ellos que dócilmente fueron a entregar su empleo”.

Carlos Felipe Puentes: antes de la extinción de LFC trabajaba en el área de conexiones. En un año se convirtió de operario en vendedor ambulante. ¿Por qué sigo aquí? En primer lugar, responde, por mi sindicato. Voy a seguir aguantando hasta que se diga la última palabra, simplemente porque el cierre de LFC fue injusto, a fuerza y sin fundamento.

Luis Maya Molina: formó parte del grupo de huelguistas de hambre en el Zócalo; protestó de esa forma por 21 días y ahora espera respuestas: “el gobierno dijo que si levantábamos la huelga esto se iba a resolver, y no ha cumplido. Sigo en la lucha, porque no vamos a echar a la basura 95 años de historia combativa del SME. Seguiré aquí por mi sindicato, por mi familia y por todo el pueblo de México; para que no nos sigan pisoteando. Aquí lo importante es que el gobierno no nos vea de rodillas y, al menos en el SME, eso no pasará”.

Pedro Martínez Arroyo: pasó 26 años y dos meses en el área de conexiones, es decir, se quedó apenas a un año y cuatro meses de poder obtener su jubilación. Él, como otros 16 mil, afirma que seguirá en lucha y, en especial, da por hecho que ganarán. Ahí mismo, sobre Insurgentes, ha visto las averías de la red eléctrica y las “pésimas” maniobras de los contratistas, que no saben ni en lo que se meten. Por eso hay cortes, variaciones de voltaje, robo de cables. Ha pasado un año comiendo lo que se puede y donde se puede, pero “aquí estamos los de la resistencia; los que se fueron, pues simplemente es así: ya se fueron”.


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