Lula y la unidad en la izquierda

En política: ¿Es verdad que la ropa sucia se lava en casa y siempre hay que dar muestras de unidad?
Pedro Echeverría V.

1. El expresidente brasileño Lula da Silva, que al parecer terminó su gobierno con muy altos grados de aprobación, ha recibido muchos aplausos en el mundo. No gobernó como cualquier gobierno capitalista al servicio de los EEUU y de los más poderosos magnates del capital como Colombia, México, Costa Rica, Panamá; pero tampoco gobernó contra EEUU o sin él como Cuba, Venezuela, Bolivia o Nicaragua. Brasil logró avances económicos importantes y se reconfirmó como el país más poderoso de América Latina por su producción, extensión territorial y número de habitantes. Lula con su posición de centro izquierda o socialdemócrata ha sido muy laureado en el mundo por su fuerte corriente reformista, pero también por los grandes capitalistas porque no representa una amenaza para nadie. En su visita a México le dijo a la izquierda que “la ropa sucia se lava en casa” y que hay que buscar
la unidad.

2. Se le aplaude a Lula sus buenos consejos, pero la realidad en México es otra cosa. En el PRI –mucho menos en el PAN- siendo instituciones al servicio del capital y de las clases dominantes, jamás se discuten posiciones políticas e ideológicas porque nunca en su historia fueron educados para ello. Ellos nacieron, se desarrollaron y están muriendo, pensando en el poder político y económico. Entre los principios ideológicos de esos partidos nunca ha figurado la búsqueda de ideas para desaparecer las sociedades de explotación y miseria, mucho menos ideas que permitan construir sociedades justas e igualitarias. Lo que se analiza en el interior de esos partidos son las mejores formas de ascender al poder político y la política que debe seguirse para conservar ese poder. En la izquierda, sino no se analiza y se discute, no se puede caminar ni tampoco existir. Los izquierdistas –todos- deben saber porqué luchan, cómo y
con quién.

3. La discusión ideológica, sobre todo de los objetivos de una lucha, es ineludible. No puede existir una organización, un partido, una acción comunitaria, si no se delinean claramente los objetivos. No puede decirse -como toda la derecha- que hay que luchar por el poder y sólo hasta que lo conquistemos daremos el segundo paso. ¿Para qué se quiere el poder? ¿A quién va a servir el poder y cómo? Los socialistas decimos que el poder debe servir a la gran mayoría de la población, es decir, a los trabajadores y que si ese no es el primer objetivo, no nos interesa. Por el contrario, los burgueses al sentirse atrapados dicen: “Bueno, sí, pero antes hay que crear riquezas para luego repartirlas” Y llevamos varios siglos creando riquezas que se acumulan y acumulan entre unas cuantas familias y nadie nunca las ha repartido. Todos los gobiernos y partidos burgueses hacen demagogia con la pobreza para conquistas votos, pero sólo les interesa
el poder.

4. Lula tiene razón al decir que la unidad lo es todo y sin ella nada; que en la izquierda no se saquen los trapos al sol. Lo que sucede es que ante la historias de manipuleos, engaños y traiciones, cada persona debe saber para qué y para quién trabaja. Se ha confiado tanto en los políticos que prometen, que ofrecen cambios y transformaciones, sobre todo en los juramentos de honradez y honestidad, para que sean al poco tiempo iguales que los demás, que la izquierda no puede confiar más que en unos cuantos que enseñan con el ejemplo. Siempre hay que buscar la unidad, pero no a toda costa sino con base en principios ideológicos, éticos, morales; y si todos han cometidos errores y no hay nadie sin mancha, hay que tratar de asegurarse que sean los menos y a esos buscar atarlos para que no vuelva a suceder. Por eso la izquierda no deja de discutir y denunciar, de criticar y autocriticarse. ¿No es más sano decir las cosas de frente para no luego sufrir las consecuencias?

5. El PRD, que nació en 1989 fundado por los nacionalistas (Cárdenas, Muñoz Ledo) que salieron del PRI que desde 1982 había tomado el camino del neoliberalismo, nunca ha sido un partido de izquierda. Nació para ser un partido amplio, de masas con carácter electoral, un combatiente partido socialdemócrata, pero siempre en la búsqueda del poder político. En él se agrupó la mayoría de los intelectuales, universitarios y críticos; sin embargo estuvo siempre alejado de las luchas sociales porque el Estado los conminó a ser legal, a respetar su registro como partido, a crecer para tener derecho a subsidios, derecho a los medios de información y mil cosas más. El PRD nunca tuvo una visión revolucionaria sino una visión socialdemócrata, es decir, dedicar un 100 por ciento de su actividad a los procesos electorales, al parlamentarismos, al las negociaciones y a los acuerdos. Ese tipo de partido casi no tuvo diferencias prácticas con el PRI y
el PAN.

6. Lula pide unidad entre un PRD que cada día se derechiza más por haber sido penetrado de manera total por el oportunismo, confundiéndose y pareciéndose al mismo PRI, al mismo PAN y al mismo gobierno PRI-PAN; el otro PRD (minoritario en cuanto a militantes) busca ser otra cosa: crítico del capitalismo, enemigo de los gobiernos del PRI y el PAN, busca acercarse a los movimientos sociales, pero lo más importante es que pone en primer lugar la movilización de masas; éste lo encabeza López Obrador y su organización de masas MORENA. ¿Podrá realmente (como plantea Lula) haber “unidad” entre estrategias realmente distintas? Hay que buscar la unidad pero en las movilizaciones, en las luchas en las calles, en las batallas para obligar a los gobiernos a solucionar problemas de los trabajadores. ¿Cómo plantear unidad entre quienes reconocen al gobierno capitalista o se subordinan a él y
los que no?

7. No se puede estar pensando exclusivamente en ganar la Presidencia, menos si se tiene la experiencia de muchos sexenios que la clase dominante ni se equivoca y tampoco se arriesga. Gobierno, clase política, empresarios, medios de información y clero, no equivocan a sus candidatos y sus apoyos. Pueden permitir el triunfo en algunas bancadas legislativas que ayudan al juego político sin lograr nada duradero, pero el poder grande en manos de la izquierda jamás lo aceptarán. Por ello las batallas en las calles y en las plazas, los bloqueos de instituciones, tienden a radicalizarse más cada día. Es el motivo por lo que la izquierda discute, analiza, se confronta y se divide; pero en ese proceso la izquierda logra unirse en coyunturas políticas importantes y en eso hay que trabajar. El PRI y el PAN, que solo buscan obtener y conservar el poder, siempre están unidos para engañar y golpear a los trabajadores.

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