Grecia puede ser potencia petrolera, pero sigue pidiendo limosna

miércoles 11 de abril de 2012

Armando Pérez (RIA NOVOSTI, especial para ARGENPRESS.info)
La paradoja de que Grecia este pidiendo limosna a pesar de que posee ingentes reservas de hidrocarburos, es un asunto que no deja dormir tranquilos a muchos en Rusia, que ven con asombro e indignación las maniobras políticas de algunas potencias extranjeras para expoliar a los países pequeños con gobiernos incompetentes.

La noticia de que Grecia podría convertirse en el “Kuwait de Europa” se difundió a finales de 2011, tras el descubrimiento de importantes yacimientos de gas natural en la plataforma marina de Israel, en el Mediterráneo, lo que estimuló a los países vecinos mirar con más atención el fondo marino de sus propias aguas.

Y en efecto, las investigaciones geológicas demostraron que toda la zona oriental del Mediterráneo se encuentra sobre una enorme reserva de petróleo y gas sin explotar, y que esas reservas se encuentran en las aguas territoriales de Grecia, Turquía, Chipre y potencialmente, Siria.

En momentos cruciales de la crisis por su deuda, el gobierno heleno ordenó la ejecución de labores de prospección en su plataforma marina, pero a partir de ese momento, para el país comenzó una complicada relación de “amor y odio” con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y los gobiernos influyentes de la Unión Europea (UE) en cuanto a quién le corresponde controlar, y al fin de cuentas, sacar provecho de esos yacimientos.

Cuando parecía que la crisis griega se podría solucionar sin grandes inyecciones financieras o privatizaciones a gran escala, en diciembre de 2010, el ministerio de Energía griego aprobó un plan para prospección y extracción de crudo y gas en la plataforma marina donde opera la empresa estatal Grecia Energean Oil & Gas.

Según las investigaciones hechas por la empresa, las reservas estimadas de hidrocarburos en las aguas griegas superan 22.000 millones de barriles en el mar Jónico, y aproximadamente 4.000 millones de barriles en el mar Egeo.

Labores similares en otros campos en el sur del mar Egeo y en mar de Creta elevaron esas cifras, y según un informe del Consejo nacional de política energética de Grecia, las reservas de gas fueron evaluadas en al menos 9 billones de dólares, cantidad suficiente para influir en al situación financiera no solo de Grecia sino también de toda la región oriental del mediterráneo.

Expertos griegos estiman que Grecia está en condiciones de afrontar el problema de la deuda por su cuenta si desarrolla los yacimientos de hidrocarburos recién descubiertos. Según cálculos de los mismos expertos, los yacimientos actualmente en explotación pueden generar ganancias en el orden de los 302.000 millones de euros en los próximos 25 años.

Pero en lugar de dar a Grecia la oportunidad de pagar su deuda, la postura que prevalece es obligar al gobierno heleno emprender reformas antipopulares como recortes de salarios y pensiones para los jubilados, supresión de programas sociales, despido masivo de funcionarios públicos, como condición indispensable para recibir los tramos de ayuda financiera prometidos por el FMI y la UE.

Otras condiciones de calado mucho más profundo establece la privatización de empresas estatales claves como los puertos, instalaciones de infraestructura y lógicamente, las compañías energéticas.

La privatización de esos activos supone ingresos adicionales del orden del 50.000 millones de euros y entre las empresas más codiciadas figura la privatización de al menos el 65 % de las acciones de la empresa de gas DEPA, entre otras cosas, en la mira de las multinacionales y grupos energéticos de Europa, incluido el consorcio de gas ruso Gazprom.

Según expertos rusos, uno de los obstáculos que impide o que aprovechan ciertos países influyentes es la delicada situación geopolítica a la hora de repartir el crudo que se encuentra en la plataforma marina en el oriente del Mediterráneo.

Turquía recientemente declaró que considerará acto de guerra si Grecia continúa las perforaciones en el mar Egeo.

El antiguo ministro griego de Industria, Evangelos Colombus, declaró recientemente que Grecia puede cubrir el 50% de sus necesidades de petróleo si explota los yacimientos en el mar Egeo, pero la postura adoptada por Estambul obliga a renunciar a esos planes mientras que no cambie la correlación de fuerzas, o intervengan países más fuertes e influyentes.

Posiblemente eso explique la ofensiva diplomática con marcado acento energético emprendida por Estados Unidos en esa parte de Europa.

En junio de 2011, la secretaria de estado de Estados Unidos, Hillary Clinton, visitó Atenas en compañía del enviado especial para asuntos energéticos en Eurasia, Richard Morningstar, y según expertos, a partir de ese momento, comenzó otro “gran juego” geopolítico para repartir el pastel energético en el Mediterráneo oriental.

Según ciertas fuentes, Morningstar propuso una solución salomónica según la cual, Grecia y Turquía recibirán cada una el 20% de las ganancias por la explotación de los yacimientos en el mar Egeo, y el 60% restante, para la empresa Noble Energy Company con sede en Houston (Texas), encargada de las perforaciones en la plataforma continental de Grecia, Turquía e Israel.

A propósito, observadores resaltan que Bill Clinton, esposo de la secretaria de Estado defiende con mucho éxito los intereses de Noble Energy en Washington.

El problema es que Noble Energy también descubrió un enorme yacimiento de gas en aguas de la isla de Chipre con reservas estimadas en 7 billones de libras cúbicas, uno de los mayores en esa zona.

Pero Chipre, dividida entre el norte turco y el sur griego es una bomba de acción retardada que puede estallar en cualquier momento, y el desarrollo de proyectos energéticos perfila la aparición de más conflictos.

Porque Israel promueve la construcción de un gasoducto entre su yacimiento Levantine y Chipre para exportar gas a Europa y Turquía hace todo lo posible para entorpecer la ejecución de ese proyecto.

Posiblemente porque Chipre e Israel delimitaron las fronteras de sus respectivas zonas económicas sin tener en cuenta a Turquía, lo que automáticamente desata la colisión de intereses de Grecia, Turquía, Chipre, Israel, Estados Unidos, Siria y Líbano.

Ante la perspectiva de futuros contenciosos como telón de fondo, los gobiernos aprovechan la ocasión para ejecutar maniobras navales, por ahora de ostentación de poderío militar de cada una de las partes.

Precisamente hoy, Turquía comenzó maniobras navales y aéreas en la zona del Mediterráneo, evidentemente en respuesta a otras maniobras realizadas por Estados Unidos, Grecia e Israel en las que simuló acciones de guerra para defender yacimientos de hidrocarburos en aguas israelíes y chipriotas, y que concluyeron cerca de la frontera turca.

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