El caso Iguala avergüenza a la nación, afirma Narro

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El presidente del Grupo Financiero Interacciones, Carlos Hank Rhon; el jefe del Ejecutivo federal, Enrique Peña Nieto, y el rector de la Universidad Nacional Autónoma de México, José Narro Robles, en la entrega del Premio Nacional de Investigación Impulso al Desarrollo de las Finanzas EstatalesFoto Guillermo Sologuren
Rosa Elvira Vargas y Roberto González Amador
 
Periódico La Jornada
Viernes 7 de noviembre de 2014, p. 2
Los hechos de violencia ocurridos en Iguala, Guerrero, hace casi siete semanas duelen y avergüenzan a la nación entera, aseguró el rector de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), José Narro Robles.
El rector de la máxima casa de estudios del país habló frente al presidente Enrique Peña Nieto en la entrega de premios a estudiantes de licenciatura y posgrado, y pidió hacer de la ceremonia un motivo de reflexión más que de celebración.
Que se muevan nuestros sentimientos en favor de la justicia y que se comprometa nuestra inteligencia en la búsqueda de la verdad y la superación.
También acudieron a la ceremonia los secretarios de Educación Pública, Emilio Chuayffet, y de Hacienda, Luis Videgaray; los gobernadores del estado de México y de Chiapas, Eruviel Ávila y Manuel Velasco, respectivamente, así como rectores de otras universidades, legisladores y directivos del Grupo Financiero Interacciones, institución que junto con la UNAM promovió el Premio Nacional de Investigación Impulso al Desarrollo de las Finanzas Estatales.
Ahí, y cuando en todo el país se multiplican las voces de reclamo por el paradero de los 43 estudiantes normalistas desaparecidos y de justicia para las seis personas asesinadas entre el 26 y el 27 de septiembre pasado, Narro Robles calificó a México como país de contrastes, de paradojas mayúsculas. Una gran nación que vive momentos complicados, que lucha por hacer realidad sus enormes posibilidades, pero también a la que le pesan, y mucho, rezagos ancestrales y problemas exacerbados en los últimos lustros.
Es imposible, añadió, negar las disparidades del país. Se encuentran en todos los campos de la vida colectiva: el económico, el social, en la salud, la educación, el empleo, la vivienda o la calidad de vida.
Este panorama no tiene raíz reciente, dijo, ha sido parte de la realidad de siempre y ha llegado la hora de enfrentarla.
El rector Narro ubicó entonces la ceremonia como una representación de lo antes señalado: por una parte, asistimos con el luto de los hechos registrados hace casi siete semanas en Iguala, que afectan directamente a más de medio centenar de familias guerrerenses, pero que le duelen y avergüenzan a la nación entera.
Y al mismo tiempo se convoca para premiar el talento –seis de sendas universidades del país públicas y privadas– la búsqueda de la superación y el interés por contribuir a la solución de los problemas del país.
Antes, el doctor Narro había hecho una reflexión sobre la educación y la derivó hacia el mundo actual, donde ‘’existen trampas derivadas de la confusión de los valores laicos fundamentales’’.
Con frecuencia, apuntó, se desdibujan algunos objetivos esenciales y se pierde el norte de la existencia: los fines de la vida. Entonces, se prefiere tener que ser; se opta por estar y no por trascender; se escoge el camino del lucro en lugar del que conduce a la solidaridad; se prefiere la mejoría personal en vez del progreso colectivo.
Para todos esos males, dijo, la educación es el antídoto. No es el viaje al progreso. Es sólo el pasaje requerido para hacer la travesía y llegar a ese destino. Sin ella no hay porvenir.

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