El derechista Iván Duque gana la presidencia de Colombia

 
PROCESO 
 
BOGOTÁ, Colombia (proceso.com.mx).- El candidato del derechista partido Centro Democrático (CD), Iván Duque, ganó este domingo la segunda vuelta de las elecciones por la presidencia de Colombia con el 53.98 por ciento de los votos, mientras que su rival, el izquierdista Gustavo Petro, obtuvo el 41.81 por ciento.
Duque, un abogado de 41 años que será el presidente más joven en la historia de Colombia, tendrá como primer desafío demostrar que el exmandatario Álvaro Uribe, su mentor político, no será el poder en las sombras, como creen
amplios sectores de colombianos.

En su primer mensaje como presidente electo, Duque convocó a la unidad nacional y a tender puentes que conduzcan a la reconciliación tras años de polarización política entre los opositores –como él— a los acuerdos de paz con la exguerrilla de las FARC, y los partidarios de esos pactos, encabezados por Petro.
“Aquí –dijo- ya no hay espacio para seguir profundizando las confrontaciones y las rupturas. No se trata de duquismo y petrismo, sino de una Colombia para todos nosotros”.
Duque, quien cuando era cuestionado en la campaña sobre la influencia que ejercería Uribe en su gobierno se limitaba a decir “el presidente seré yo”, aseguró que esta elección es una oportunidad “para pasar la página de la
polarización, la página de los agravios”.
Sostuvo que ni reconoce enemigos ni va a gobernar con odios porque “se trata de mirar hacia el futuro por el bien de todos los colombianos”.
Dijo que no todos los ciudadanos tienen que pensar igual, “pero tenemos que concentrarnos en las cosas que nos unen y no en las cosas que nos dividen”.
Al referirse a los acuerdos de paz con las FARC, el futuro presidente, quien tomará posesión el 7 de agosto próximo, señaló que no hará “trizas” esos pactos, como han propuesto algunos sectores de su partido, pero sí los
modificará.
Según lo anunciado por Duque, los cambios apuntan a impedir que los excomandantes de las FARC que hayan cometido delitos de lesa humanidad puedan ser congresistas o participar en política y a que paguen con cárcel
–y no con trabajo comunitario, como estipulan los acuerdos— esos crímenes.
Pero a pesar de que el presidente electo ha hecho los amarres políticos para tener una mayoría en el Congreso, que debe aprobar cualquier modificación a los acuerdos con las FARC, no está claro si esas alianzas le alcanzarán para hacer los cambios que prometió durante la campaña.

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