Un insulto, las pensiones vitalicias a expresidentes
    Revista Siempre! 
TOQUE CRÍTICO
Cuatro millones de pesos mensualesMartín Esparza Flores
En el actual contexto nacional donde los
 hacedores de milagros tratan de reinventar al país con las reformas 
dictadas desde el extranjeros por los monopolios y organismos 
internacionales como el Banco Mundial, vale la pena colocar en la mesa 
de los debates el asunto  de las pensiones vitalicias que los mexicanos 
debemos pagar de manera obligada a los expresidentes de México que aún 
viven o en su defecto a sus viudas y descendientes.
Resulta además de inaceptable, un 
verdadero insulto en las circunstancias de creciente  pobreza y 
marginación que enfrentan 52 millones de mexicanos, el hecho de que se 
destinen a los exmandatarios un promedio de cuatro millones de pesos 
mensuales no sólo para sufragarles un sueldo como si aún estuviera en 
funciones, sino además recursos extras, para cubrir otros desembolsos  
como son seguro de vida, gastos médicos mayores, automóviles blindados, 
así como la asignación de 25 asistentes personales y de oficina, sin 
dejar de mencionar los  78 miembros para la seguridad del exgobernante y
 su familia, que incluye a 45 miembros del Ejército, 11 miembros de la 
Fuerza Aérea y 22 más de la Armada. En total, 103 personas a su servicio
 a cuenta de los impuestos de todos los contribuyentes.
Así, mientras millones de trabajadores 
deben laborar 30 años o más o, en su defecto, alcanzar una edad de 
sesenta  para recibir una pensión raquítica que no les alcanza ya no 
digamos para vivir  dignamente sino al menos para subsistir, los hombres
 que desde el más alto cargo del poder dejan al país más empobrecido y 
en los linderos del abismo económico, cada sexenio, pueden disfrutar de 
un retiro como si su pésima labor ameritase tales privilegios.
Y si bien las pensiones de los 
expresidentes tienen su fundamento legal en dos acuerdos presidenciales 
de fechas 25 de noviembre de 1976, bajo el sexenio de Luis Echeverria;  y
 31 de marzo de 1987, en el gobierno de Miguel de la Madrid, este 
innoble beneficio se ha extendido a la burocracia de oro que abarca la 
élite de los ministros y altos funcionarios que como en el caso 
particular del exdirector de Luz y Fuerza del Centro, Jorge Gutiérrez 
Vera, sigue cobrando una pensión de más de tres millones de pesos 
anuales, más un seguro privado de gastos médicos. Eso sí, el exdirectivo
 de la entidad en liquidación obtiene además rentables ganancias, ahora 
en su papel de promotor de empresas de generación de electricidad a base
 de residuos. Un tráfico de influencias del  que no pocas veces echó 
mano como servidor público.
¿Es lógico y moralmente aceptable que 
Felipe Calderón y este inmenso clan de prevaricadores reciban tales 
beneficios? ¿A honras de qué? ¿De haber permitido el saqueo y 
desmantelamiento de la industria eléctrica a manos de trasnacionales? 
¿De dejar una ola de sangre, miles de muertos y endeudado al país? ¿Es 
un mérito ante la nación haber despojado de su empleo a los 44 mil 
electricistas, a los trabajadores de Mexicana de Aviación y pisotear los
 derechos humanos y laborales de los mineros de Pasta de Conchos?
¿Por qué no alentar una reforma para 
terminar con tan impune saqueo por parte de estos personajes que, en lo 
absoluto,  necesitan de una pensión de tal naturaleza para mantener su 
nivel de vida? Los ahorros al erario serían cuantiosos y los recursos 
podrían destinarse a otras áreas más prioritarias, pues además resulta 
que el ordenamiento bajo el que se cobija tal abuso establece que a la 
muerte del ex presidente su viuda podrá cobrar un pensión equivalente al
 50 por ciento del sueldo de un secretario de Estado como es el caso de 
Alejandra Acimovc Popovic, mejor conocida como Sasha Montenegro, viuda 
de José López Portillo, que recibe del presupuesto nacional 115 mil 187 
pesos mensuales, así como un seguro de vida y gastos médicos mayores 
cuyo beneficio se extiende a sus hijos.
Es importante por ello que los mexicanos
 se enteren que también en materia de pensiones se ahondan aún más las 
injusticias sociales bajo la  ventajosa y ruin complacencia de los 
hombres del poder. Y si de reformas que necesita el país se quiere 
hablar, propongamos una que acabe con los insultantes privilegios de 
esta burocracia de oro encabezada por los expresidentes. 

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