35 años de derrotas obreras

Por Martín Esparza Flores /

Primero de Mayo

Martín Esparza Flores
Desde que hace 35 años en que los tecnócratas impusieron el neoliberalismo como el modelo económico del país, la clase trabajadora inició una gradual pérdida del poder adquisitivo en su salario lo mismo que de sus derechos laborales.
A partir del gobierno de Miguel de la Madrid se instauró la contención salarial como medio para “controlar” la inflación. El mismo argumento que a más de tres décadas siguen empleando gobierno, empresarios y sindicatos charros para permitir el empobrecimiento de millones de obreros que con sus familias   apenas y sobreviven con sus magros ingresos.
Festejar el Día del Trabajo suena para la clase trabajadora como una broma de muy mal gusto porque los que realmente celebran son los empresarios que, al lado de una clase política dúctil a sus intereses y a los de los organismos financieros internacionales, han desmantelado los derechos laborales de los mexicanos, consagrados en la Constitución de 1917, al grado de desaparecer, tras la aprobación de la Reforma Laboral, conquistas adquiridas, como un salario digno y remunerador, la jornada de ocho horas, el acceso a la estabilidad en el empleo y la seguridad social, así como el derecho a huelga.
Las nuevas generaciones se enfrentarán ante el predicamento de no poder acceder a una pensión digna en su vejez pues otro de los estropicios sociales del neoliberalismo ha sido aniquilar el sistema solidario de pensiones, modificando la ley del IMSS y del ISSSTE para entregar el ahorro de los trabajadores a los banqueros a través de las AFORES.
No es aventurado señalar que los retrocesos en contra de las conquistas laborales de los mexicanos son de tal magnitud que, de seguir por esta ruta de despojos a sus derechos, muy pronto se encontrarán en situaciones de depauperación similares a las generadas y permitidas en el gobierno del dictador Porfirio Díaz, hace ya más de un siglo, cuando los trabajadores laboraban en condiciones de franca semiesclavitud.
Lejos quedaron las épocas en que presidentes nacionalistas como Lázaro Cárdenas y Adolfo López Mateos tuvieron el respaldo irrestricto del pueblo para consumar la expropiación petrolera de 1938 y la nacionalización de la industria eléctrica de 1960.  Hoy, con la Reforma Energética que violó los artículos 26, 27 y 28 constitucionales, se desmanteló el sector energético y se ha colocado en situación de desventajada la soberanía nacional ante la voracidad de las trasnacionales.
La inercia de las agresiones cada vez más evidentes a la clase trabajadora indica que ha llegado el tiempo de la unidad de las organizaciones sindicales, democráticas e independientes, para dar una lucha integral en todo el país, que restablezca la legalidad y el Estado de derecho.
Es vergonzoso que la clase política insista en encabezar festejos como el desfile del Primero de Mayo que no tienen ningún sustento. Desde hace 35 años con sus impuestas reformas han asesinado el fundamento la justicia social de la Constitución de 1917. Y los mexicanos ya no pueden permitir más abusos de estos gobiernos neoliberales. El hambre y la pobreza del pueblo están llegando al límite.

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