México SA - En puerta más alzas

Carlos Fernández-Vega
Agolpe de repetirlas una y otra y otra vez, el gobierno federal pretende transformar las sandeces en verdades absolutas (desde el catarrito” hasta el “efectivo combate del crimen organizado”, sin olvidar todas las demás, que son muchas). Desde luego no lo ha logrado, ni lo hará, pero insiste. Fiel ejemplo de lo anterior es la autodenominada “estrategia de comunicación” puesta en marcha para justificar el constante incremento de precios en gasolinas y diesel, entre otros tantos, lo que permanentemente deteriora el de por sí raquítico poder adquisitivo de la mayoría de los mexicanos: “como aquí el combustible es más barato que en Estados Unidos, entonces es necesario el aumento para alcanzar el equilibrio internacional”, reza la machacona propaganda oficial.

Como el gobierno federal no tarda en aplicar otro aumento a los referidos precios, ayer mandó a su jefe de la Unidad de Política de Ingresos de la Secretaría de Hacienda, Juan Manuel Pérez Porrúa, a repetir el estribillo: “continuarán los incrementos a gasolinas y diesel”, porque “México es de los países con los precios de gasolinas más baratos en el mundo”. Y para robustecer su dicho ejemplificó: en Los Ángeles, California, “el equivalente del litro de gasolina Magna vale 10.18 pesos, y en Nueva York (en el estado) 9.19 pesos. En Estados Unidos el promedio nacional es de 8.86 por litro, en la costa del Golfo, 8.69, y en México 8.60; en Inglaterra y Alemania el litro del equivalente en Magna es de 22.1 pesos, en Italia es de 21.7 pesos, en Francia es de 21.01 pesos y en Brasil es de 18.28 pesos” (El Universal). Y se quedó tan fresco, no sin adelantar que en 2011 no se abandonará la práctica del “escalamiento” de precios.

A simple vista, pues sí, en México el precio de la Magna resulta más barato que en los países y ciudades referidas por el funcionario de la Secretaría de Hacienda que salió a repetir el estribillo; luego entonces, el alza interna y permanente estaría más que justificada, dada la necesidad de empatar precios internos con precios externos, de acuerdo con la versión oficial. Sin embargo, a Pérez Porrúa, como a todos los demás jilgueros que salen a justificar el constante incremento, se le olvidó un comparativo fundamental para saber si, en efecto, el citado combustible es más barato afuera que adentro, sin considerar que en el mercado externo el precio de los combustibles sube, pero también baja, lo que aquí nunca sucede: sólo sube.

En Estados Unidos el salario mínimo legal es de unos mil 750 dólares mensuales, algo así como 22 mil pesos mexicanos. Con esa cantidad, en Los Ángeles un gringo puede comprar cada mes (de acuerdo con los precios aportados por Pérez Porrúa) 2 mil 161 litros del equivalente a la gasolina Magna; en Nueva York, 2 mil 394 litros; en la costa del Golfo, 2 mil 531.6 litros, y 2 mil 483 litros si se toma el promedio para todo el país.

Todo eso se puede comprar en Estados Unidos con un salario mínimo mensual. Por el contrario, en México el mini ingreso legal promedio (el ponderado de las tres zonas salariales) es de mil 680 pesos por mes, o si se prefiere alrededor de 134 dólares, un monto 13 veces menor a su equivalente en Estados Unidos, de tal suerte que en México el litro de gasolina Magna resulta 13 veces superior al prevaleciente en Estados Unidos, o si se prefiere compra 13.1 veces menos que en el vecino del norte, porque lo importante –aquí y allá– no es el precio en sí, sino el poder adquisitivo del ingreso.
Con 134 dólares (salario mínimo en México), en las gasolineras concesionadas por Pemex se pueden comprar 195.3 litros de Magna, contra los referidos volúmenes en Estados Unidos, y en ambos casos se utilizan los respectivos salarios mínimos legales. Para que un mexicano compre los 2 mil 483 litros del equivalente a la Magna que compra un gringo con su salario mínimo, necesitaría gastar completo su mini ingreso y erogar 20 mil 320 pesos adicionales. Entonces, el referido combustible ¿realmente es más barato en el vecino del norte?

Lo anterior se complementa al conocer que en México el 75 por ciento de quienes tienen empleo (33.22 millones de personas) gana menos de cinco salarios mínimos, es decir, por debajo de 8 mil 400 pesos mensuales, monto equivalente a sólo 38 por ciento del salario mínimo estadunidense. Y todos, de una u otra suerte, resienten el alza en los precios de los combustibles. Sin embargo, la situación empeora cuando se desmenuza el estrato de ingreso en el país: aquellos empleados que obtienen hasta un salario mínimo en México representan 14 por ciento de la población ocupada (casi 6 millones); más de uno y hasta dos salarios mínimos lo obtiene 23 por ciento (10.35 millones); más de dos y hasta tres salarios mínimos el 21 por ciento (9.33 millones), y más de tres y hasta cinco salarios mínimos el 17 por ciento (7.54 millones). Lo anterior sin considerar que casi 4 millones de mexicanos no reciben ingresos y que 2.5 millones adicionales se encuentran oficialmente en el desempleo.

Así, a un gringo de salario mínimo el precio de un litro de Magna, o su equivalente, le representa 1.21 por ciento de su ingreso diario; a un mexicano de salario mínimo le significa 15.36 por ciento de su ingreso cotidiano. ¿A cuál de los dos le sale más barato el combustible? Más de 33 millones de mexicanos oficialmente con empleo u ocupación obtienen, como máximo, un ingreso apenas representativo de poco más de una tercera parte del salario mínimo estadunidense (un salario “para pobres” en el vecino del norte), pero en el gobierno federal aseguran que el litro de Magna es más barato aquí que allende la frontera, porque supone que el monto salarial y su poder adquisitivo es exactamente el mismo en ambos países.

Cuando se trata de alzas, el gobierno federal siempre aduce que en México los precios de tal o cual producto o servicio están por abajo del mercado internacional, por lo que es necesario “equilibrar lo interno con lo externo”, o lo que es lo mismo incrementar despiadadamente. En cambio, cuando se trata de salarios, las “razones” siempre van en sentido contrario: como hay que ser “competitivos”, entonces el costo de la mano de obra –también un producto– cada día es más barato hasta llevarlo a niveles de hambre.

Así es de barato.

Las rebanadas del pastel

Por algo en Los Pinos presumen que el sector exportador es el motor de la economía nacional: en el primer semestre de 2010 emigraron casi 500 mil mexicanos (Inegi), la mayoría en plena edad productiva. Qué raro, si aquí todo es más barato.

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