"Ya hablamos suficiente; esta cumbre es de acciones", reitera Guterres

Corresponsal
Periódico La Jornada
Martes 24 de septiembre de 2019, p. 22
Nueva York. Tres días después de que los jóvenes encabezaron la movilización mundial por el cambio climático más grande de la historia, los adultos acudieron a la Cumbre sobre Acción Climática realizada ayer en la sede de la Organización de las Naciones Unidas para intentar –o aparentar– rendir cuentas y ofrecer compromisos concretos para frenar el calentamiento global.
Los jóvenes observaban y estaban de acuerdo con las palabras de una de las voceras de su movimiento, Greta Thundberg, quien por la mañana había afirmado ante los congregados en la cumbre: ustedes no son lo suficientemente maduros para decir las cosas como son.
Antonio Guterres, secretario general de la ONU, insistió en que esta cumbre no era para palabras, sino para acciones. Al inicio del día declaró: no es una cumbre de pláticas, ya hemos hablado suficiente; no es una cumbre de negociaciones, porque no se puede negociar con la naturaleza, esta es una cumbre de acciones sobre el clima.
Al subrayar que hay nuevo ímpetu y que aún no es demasiado tarde para superar esta crisis, Guterres resaltó que aunque es duro avanzar, el costo más grande es no hacer nada. Indicó que aunque él no verá las consecuencias que se pronostican para finales de este siglo si no hay un cambio, sus nietas sí, y por lo tanto concluyó: rehúso ser un cómplice en la destrucción de su único hogar, y apremió a los participantes a emprender las acciones audaces que sean necesarias.
Se recordó que según las investigaciones de la ONU presentadas aquí, el avance del cambio climático es más acelerado de lo esperado con el registro de los últimos cinco años como los más calurosos jamás registrados, y el Grupo de los 20 –las economías más grandes– responsables de 80 por ciento de las emisiones de gases de efecto invernadero, aún no están haciendo lo necesario para transformarse ante un futuro cada vez más ominoso.
Al final de la cumbre, unos 66 países y más de 100 ciudades se comprometieron a lograr cero emisiones netas de carbono para 2050, y filántropos como Bill Gates y Michael Bloomberg, junto con ejecutivos de empresas de diversos sectores, anunciaron todo tipo de medidas aparentemente impresionantes, incluidas nuevas colaboraciones entre gobiernos, sector privado y científicos.
Pero faltaron nuevos compromisos y la participación de dos tercios del total de los 193 estados miembros de la ONU en esta cumbre Los dos países que más generan emisiones de dióxido de carbono no ofrecieron nada: China no anunció nuevas medidas y Estados Unidos ni tomó el micrófono. Sin embargo, el representante chino señaló que su país sí cumplirá con sus obligaciones pactadas en el Acuerdo de París, mientras otros –y aquí se entendió que se refería a Washington– no lo harán.
Fue notable la ausencia en el podio de varios países latinoamericanos como México, Brasil y Argentina (hablaron los presidentes de Bolivia, Chile, Colombia, Costa Rica, Guatemala y Ecuador).
Durante sus intervenciones, varios de los mandatarios hicieron referencia a los jóvenes al presentar sus logros y planes para reducir la dependencia de los hidrocarburos y buscar formas de adaptación a las consecuencias del cambio climático, así como nuevos fondos internacionales. Y, claro, más reuniones y cumbres.
La canciller federal alemana, Angela Merkel, afirmó: tenemos el despertador de los jóvenes, y reportó los ambiciosos avances de su país para reducir rápidamente la dependencia de los hidrocarburos; subrayó que la ciencia tiene que imperar, pues esto no se trata de creer o no creer, frase que seguramente dedicó a gobiernos como el de Trump y Jair Bolsonaro (Brasil).
Emmanuel Macron, presidente de Francia, declaró: “no podemos dejar que nuestra juventud dedique cada viernes a manifestarse por el clima y sólo responderles que ‘todo está bien, estamos haciendo todo lo correcto’. Estamos lejos de esa cuenta”.
Merkel sostuvo una reunión bilateral con Thunberg durante el día, mientras otros jefes de Estado, cancilleres y ministros, filántropos y empresarios anunciaban un mosaico de acciones, iniciativas y compromisos para tratar de cumplir con las metas establecidas en el Acuerdo de París de 2015.
A pesar de todo, los jóvenes activistas y sus aliados exigen mucho más. Lejos de estar impresionados con las promesas y avances de varios gobiernos, un grupo conformado por 15 jóvenes de entre ocho y 17 años, de varios países, entre ellos Thunberg, presentó una queja legal formal ante el Comité de Naciones Unidas sobre los Derechos de los Niños con el argumento de que varios países –incluidos Alemania, Francia, Turquía, Argentina y Brasil– fracasaron en responder a la crisis climática y con ello violaron los derechos de los menores, de acuerdo con dicha convención.
Organizaciones ambientalistas como 350.org, enfocada en el cambio climático durante la última década, condenó a los mandatarios, junto con los que ni se presentaron, por no comprometerse a emprender acciones de las dimensiones requeridas por la emergencia climática.
Trump sorprendió con su breve e inesperada aparición en la cumbre, junto con su vicepresidente Mike Pence, ya que cuestionan el consenso científico sobre el cambio climático, han anunciado el retiro de Estados Unidos del Acuerdo de París, y se han dedicado a anular decenas de regulaciones ambientales en su país a favor de intereses de la industria de hidrocarburos.
Sin embargo, muy pronto se retiraron para servir de anfitriones en otro acto que ellos convocaron para coincidir con la cumbre: el Llamado Global para Proteger la Libertad Religiosa, donde Trump se atrevió a decir que cada uno de nosotros tiene el derecho de seguir los dictados de nuestra conciencia y las demandas de nuestra convicción religiosa.
Mientras transcurría la cumbre (y la defensa de la religión por Trump), en Washington una coalición de activistas defensores del clima –entre ellos Extinction Rebellion y Black Lives Matter– salieron a las calles de Washington, con actos de desobediencia civil y bailes callejeros cerraron varios cruces en el centro de la capital, en lo que afirmaron era una protesta contra los sistemas que generan y prolongan la crisis climática y, en paralelo con la cumbre en Nueva York, afirmaron que ya era el momento de irrumpir en el business as usual de este país. En la intersección entre la Calle K y la 16 colocaron un barco que de un lado tenía pintado rebelión por la vida y del otro digan la verdad.

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