No al trabajo esclavo

lunes 21 de febrero de 2011
Guillermo Díaz (ACTA)

En los últimos tiempos reapareció la realidad de trabajo esclavo en nuestro país. Ocurre en un contexto de deterioro de las condiciones laborales de los trabajadores, sujetos de una brutal ofensiva del capital desde mediados de los años 70’, algo que como trabajadores metalúrgicos en Villa Constitución sufrimos en carne propia.

Es un camino que viene desde el “Villazo” hasta el actual conflicto en Paraná Metal, pero que se extiende a la luchas de los trabajadores en Laboulaye y diferentes regiones en la Argentina contemporánea.

No debiera ser novedad el trabajo esclavo, ya que es consecuencia de la creciente ofensiva de las patronales en su política de intentar subordinar a los trabajadores a trabajar en un ambiente de trabajo cada vez más precario en función de satisfacer sus demandas insaciables en donde con total claridad expresan que no les importa la salud de los trabajadores y muchos menos la implicancia que esto tiene sobre nuestras familias.

Es la ganancia contra los ingresos y la calidad de vida de los trabajadores, y no olvidemos que esa fue la motivación del golpe genocida en 1976 y la principal inspiración de la política hegemónica en los 90´. En ese sentido los trabajadores no sólo tenemos que resistir sino también organizarnos y pasar a la ofensiva.

Es sabido que las condiciones y el medio ambiente de trabajo está determinado por el conjunto de propiedades que caracterizan la situación del trabajo, que influyen en la prestación del mismo y en la salud del trabajador y su familia.

La situación laboral expone al trabajador a distintos riesgos: de seguridad, físicos, psíquicos, psicosociales, ambientales, que en las condiciones concretas del capitalismo deterioran las condiciones de vida del trabajador, e insistamos, de su familia. No sorprende entonces que desde la CTA asumamos el desafío de organizar a los trabajadores en la lucha por nuestros derechos, reivindicando adecuadas condiciones y medio ambiente de trabajo.

Las políticas económicas y sociales del recetario neoliberal provocaron cambios en la esencia misma de las condiciones de trabajo. La flexibilización laboral trajo aparejadas entre otras cosas la inestabilidad en el puesto de trabajo, la polivalencia funcional, los criterios econométricos para medir resultados, nuevas formas de contratación, efímeras relaciones de trabajo, y, por supuesto, las alteraciones en la salud del trabajador que todo ello acarrea. Todos estos cambios no sólo acrecentaron los niveles de riesgos, sino que efectivamente elevaron en forma considerable el número de accidentes de trabajo. El resultado es la mayor explotación de la fuerza de trabajo.

Es cierto que la explotación es la norma en el capitalismo, pero en la búsqueda de mayores ganancias, la superexplotación es la táctica, sea por deterioro de los ingresos salariales, por la precariedad y el escamoteo de beneficios sociales, como por la obstaculización del accionar sindical.

Las políticas neoliberales intentan reducir al hombre a una variable de mercado, abaratando la mano de obra al máximo para aumentar las ganancias de los patrones con el pretexto de la "optimización de los recursos", la "racionalización del gasto", y la "modernización", abandonan la salud a su suerte, sin garantizar la cobertura mínima de los derechos de la gente.

Los trabajadores somos conscientes de nuestro lugar en el proceso de trabajo, de que nuestra fuerza laboral es una mercancía que se intercambia por míseros salarios, pero también intentamos ganar conciencia que la producción puede organizarse de manera diferente, incluso sin patrones. Así lo demuestran cotidianamente las empresas dirigidas por sus trabajadores.

Ganar en soberanía de los trabajadores para establecer las condiciones y medio ambiente de trabajo es una tarea que asumimos desde la CTA en la perspectiva de la lucha por la emancipación del trabajo.

La pérdida del control del proceso del trabajo, largas jornadas de trabajo, la inseguridad que introduce en la vida del trabajador la amenaza de pérdida de su fuente de trabajo, tan presente entre nosotros en este momento, cuando el Estado muchas veces auspicia la "flexibilización" laboral, produce efectos como la pérdida de solidaridad, los comportamientos de degradación y aceptación de abusos y demasías para conservar el empleo. En razón de ello luchamos por la democratización, impulsando la democracia sindical, la designación de delegados en todo ámbito de trabajo, la formación de sindicatos, la organización de los trabajadores en defensa de sus derechos y su objetivo de liberación.

Estas condiciones que resultan del proceso capitalista en curso deterioran el proceso de trabajo y proveen un clima que afecta la salud mental de cada trabajador y a la sociedad en general. Así el trabajo pasa a ser un mero acto de sobrevivencia donde el trabajador no puede sentirse a gusto y mucho menos desplegar su capacidad creativa.

Creemos que la única forma de afrontar estas problemáticas es con mayor organización, fortaleciendo nuestros sindicatos con políticas de prevención en salud laboral, exigiendo Convenios Colectivos de trabajo y una mayor democratización de las discusiones sin persecuciones políticas.

Es prioritaria la capacitación en temas de Salud Laboral valorizando el conocimiento y la experiencia de los trabajadores en el proceso de trabajo.

Es el compromiso que asumimos desde la CTA.

Guillermo Díaz es Secretario de Condiciones y Medio Ambiente de Trabajo de la CTA.

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