Decenas de miles dispuestos a hacerse escuchar

Ciro Pérez y Víctor Ballinas

Periódico La Jornada
Lunes 9 de mayo de 2011, p. 4

Los cerca de 10 mil marchistas que salieron ayer a las 8:45 horas de la explanada de rectoría en Ciudad Universitaria hacia el Zócalo, en unas cuantas horas se convirtieron en decenas de miles. Al paso de la columna que encabezaba Javier Sicilia, centenares de personas en ambos lados de la calle se sumaban al contingente, que en silencio exigía "no más sangre".

"Todavía creo que es posible que lleguemos a tocar el corazón y ese pequeño gramo de bondad que hay en los políticos, en los militares, en los policías y hasta en los delincuentes, para que entiendan de una vez que no queremos que el país siga como va. Parece que no entienden, pero nos vamos a hacer entender", sentenció Sicilia antes de emprender la última etapa de su marcha.

Llamó incluso a iniciar una desobediencia civil, a no pagar impuestos, a rodear el Senado y la Cámara de Diputados. "Hay que tener los huevos para no claudicar, para no pagar impuestos y hacerlo todos, para rodear el Senado o la Cámara de Diputados hasta que nos hagan caso", sentenció.

Pidió que se apruebe la reforma política, con "revocación de mandato, voto en blanco, segunda vuelta y referéndum".

Habían avanzado apenas un kilómetro cuando otras voces se le sumaron. En la iglesia San José del Altillo la marcha se detuvo unos momentos, y ahí decenas de personas la esperaban con globos blancos y botellas de agua.

Ahí la comunidad le pidió al poeta "que en nuestro nombre le exijas a esos traidores a la patria que dicen tener la razón, la ley y la fuerza, que si no quieren escucharnos, abandonen el país al que tanto daño han hecho, y que jamás regresen".

Ahí mismo, Jorge Traslosheros, quien se identificó como un padre de familia, pidió: "nunca más uno de nosotros cruzado de brazos con el rostro oculto, sumidos en el silencio, muertos en vida, muertos de miedo. ¡Ni uno más!" Sicilia había pedido hacer de la palabra acción y no permitir que el movimiento terminara con el mitin del Zócalo.

El escritor se abrazó con los dos oradores, mientras la comunidad soltaba decenas de globos blancos.

La caravana siguió su paso, hasta el cruce de Eje Central y Río Churubusco, donde se le sumo el sacerdote Alejandro Solalinde con un contingente de migrantes centroamericanos, que llegaron desde Ixtepec, Oaxaca, con una gran manta en la que manifestaban: "No más secuestros. No más muertes de migrantes", y engrosaron la marcha, que cinco horas después llegaría a sumar 200 mil, según los organizadores –más de 80 mil según elementos de la Secretaría de Seguridad Pública del Distrito Federal.

Este fue el primer punto donde hubo una incorporación masiva de organizaciones a la marcha. Y a partir de este momento, Eje Central los recibió con multitudes que aplaudían a ambos lados de la calle. Familias enteras manifestaban su solidaridad ofreciendo agua, sándwiches, tortas, fruta y jugos, para luego sumarse a la retaguardia, que por momentos abarcó más de cinco cuadras.


Otros, desde los balcones, saludaban y aplaudían el paso de la caravana, que iba creciendo cada vez mas.

"No más muertos." "No más violencia." "Por el no voto para 2012." "40 mil muertos son suficientes para cambiar la estrategia." "Estudiantes de CCH Sur, presentes." "Los jóvenes queremos respeto." "Porque el color de la sangre jamás se olvida." "No quiero una herencia de violencia." "No quiero que maten a mi hijo", decían algunas de las miles de pancartas que exhibió la gente a lo largo de casi 20 kilómetros.

La suma de contingentes a partir de entonces fue incesante. Desde vecinos de la Portales hasta un grupo de Atenco que reivindicaban su derecho a la tierra, en un silencio que sólo rompieron con la consigna de "¡Zapata vive, la lucha sigue!" También participaron performanceros, que escenifican homicidios, secuestros, violencia.

Figuras de seres humanos recortadas en cartón que narraban la historia de represión desde 1968 a 2010. Hablaban de desaparecidos políticos, de secuestros, de levantones, y remataban con las 40 mil muertes de la "guerra" de Calderón.

Al mismo tiempo, se informaba que en Vancouver, Canadá, jóvenes mexicanos encabezados por Raúl Gatica y Jocelyn López García se manifestaban frente al consulado mexicano, pegando pancartas y poemas: "Si no basta la sangre de más de 40 mil mexicanos para alcanzar el corazón de Felipe Calderón, ¿qué más hace falta?"

En Xola, un contingente aún más numeroso que el que lo precedió esperaba a Sicilia y a centenares de víctimas que lo acompañaban, entre ellos padres de los niños muertos en la guardería ABC de Hermosillo, Sonora. Ahí, los marchistas tomaron un segundo descanso, que fue aprovechado por nuevos contingentes, que prolongaron la fila por 10 calles.

Después de un tercer descanso, frente a la estatua de Lázaro Cárdenas, la marcha continuó hasta Bellas Artes, para iniciar la entrada al Zócalo por 5 de Mayo. Ahí las expresiones de apoyo fueron aún mayores. El Eje Central estaba totalmente lleno, lo mismo que 5 de Mayo, calle que resultó insuficiente para el paso de los contingentes y tuvieron que entrar por Madero.

A las 15:47 horas, el primer grupo entró al Zócalo por Madero, y casi una hora después el ultimo contingente arribó a la plancha.

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