Marcos: la resistencia sólo es auténtica cuando se vive

Hermann Bellinghausen / II

Periódico La Jornada
Viernes 9 de diciembre de 2011, p. 24

En una suerte de sorprendentes "vidas paralelas", al escribir a Luis Villoro el subcomandante Marcos rinde reconocimiento a los recientemente fallecidos Tomás Segovia y comandante Moisés, originario éste de Oventik, quien sufrió un accidente la mañana del 26 de septiembre, camino a su cafetal. "Como todos los dirigentes del EZLN, no recibía salario o prebenda alguna, y tenía que trabajar para mantener a su familia". El vehículo en que viajaba con sus hijos se despeñó. "Cuando llegó a la clínica de Oventik ya era finado".

En su ejercicio, al modo de Plutarco, escribe: “Nombrando a Moisés y a Don Tomás, los traemos de nuevo, armamos el rompecabezas de sus vidas de lucha, y reafirmamos que, acá abajo, una muerte es sobre todo una vida”. Marcos recupera los pasos de Moisés desde1985, cuando se sumó al EZLN y “junto a otros compañeros (Ramona entre ellos), comenzó a caminar por las montañas del sureste mexicano con una idea de organización”. Y lo cita: "Hay que luchar", decía.

El primero de enero de 1994, "como un combatiente más", participó en la toma de la presidencia municipal de San Cristóbal de las Casas. Pronto volvería como parte de la delegación zapatista para los diálogos de Catedral. Y siguió caminando los parajes tzotziles. "El gobierno no tiene palabra", había concluido Moisés, quien "junto a miles de indígenas levantó el Aguascalientes II, cuando el EZLN aún sufría la persecución zedillista". Fue uno más de los miles que "con sus manos desnudas se enfrentaron a la columna de tanques federales que querían posicionarse en Oventik" en 1995. Durante los diálogos de San Andrés "velaba, como uno más, por la seguridad de la delegación zapatista", cercada por cientos de militares. "De pie, en las heladas madrugadas de los Altos, resistía la lluvia que hacía huir a los soldados a buscar techo y refugio".

En 1997, Moisés organizó la columna tzotzil que participó en la Marcha de los 1,111, "y recabó información vital para esclarecer la matanza de Acteal el 22 de diciembre, perpetrada por paramilitares bajo la dirección del general del ejército federal Mario Renán Castillo". En 1998 coordinó el apoyo y la defensa a los desalojados por los ataques contra los municipios autónomos. En 1999 participó en la organización de la consulta nacional. En 2001, "después de la traición de toda la clase política a los llamados acuerdos de San Andrés, continuó andando por los parajes".

El vocero rebelde destaca que Moisés, "sin proponérselo", y sin "ninguna ganancia", se vio convertido en uno de los jefes indígenas más respetados en el EZLN, y rememora: "Apenas unos días antes de su muerte lo vi en una reunión del Comité Clandestino Revolucionario Indígena-Comandancia General del EZLN". Allí se analizó que una nueva generación de zapatistas estaba llegando a los cargos de dirección. Que "jóvenes y jóvenas que nacieron después del alzamiento, se formaron en la resistencia y se educaron en las escuelas autónomas, son ahora elegidos como autoridades autónomas y miembros de las Juntas de Buen Gobierno".

Moisés no sintió nunca nostalgia "de los días y las noches en los que, en silencio, forjaron la fuerza" los pueblos de Chiapas. Tampoco por las jornadas "en que nuestra palabra era escuchada en muchos rincones del planeta". Había en él “lo que Don Tomás Segovia llamó alguna vez ‘nostalgia del futuro’”.

Con este "rápido trazo", Marcos admite: "Me doy cuenta de que estoy hablando de la historia de cualquiera de mis jefas y jefes, de ese colectivo de sombras que nos marca el rumbo". Así, busca tender un "complicado y múltiple puente" entre el intelectual crítico y el comandante y jefe indígena zapatista. "Frente a las tentaciones de moda (mediáticas, electorales, políticas, intelectuales), hay quien afirma que no se rinde, ni se vende, ni claudica". Y lo hace desde la resistencia, "que sólo se pronuncia con autenticidad cuando se vive".

Fiel a su estilo, Marcos cierra con una posdata: "No íbamos a decir nada. No porque no tuviéramos nada qué decir, sino porque quienes ahora se indignan con justicia contra la calumnia iletrada, nos calumniaron hasta cerrarnos los puentes hacia otros corazones. Ahora, pequeños nosotros y pequeña nuestra palabra, sólo unos cuantos, algunos de esos empecinados que suelen ser quienes echan a andar la rueda de la historia, buscan nuestro pensamiento, nos buscan, nos nombran, nos llaman".


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