En EU todavía recuerdan el "aquí huele a azufre" lanzado contra Bush en la ONU

David Brooks
Corresponsal
Periódico La Jornada
Jueves 7 de marzo de 2013, p. 7
Nueva York, 6 marzo.

Ninguna otra figura latinoamericana ha ocupado a tal grado la atención de la cúpula política y de los medios estadunidenses en los últimos 14 años como Hugo Chávez, y el anuncio de su muerte de nuevo fue el enfoque en las primeras planas y en los pasillos del poder.
El filtro editorial en medios masivos aquí subraya que Chávez ha dejado un país en crisis, polarizado, dividido y más, sin mencionar cómo un político así ganó la amplia mayoría del voto en múltiples elecciones calificadas como entre las más transparentes en el hemisferio (contrastando justo con las realizadas en Estados Unidos en esos mismos años). Ese es más o menos el guión oficial aquí, repetido por políticos, los llamados expertos y los comentaristas.
Como ningún otro desde los tiempos de Fidel Castro cuando era mandatario cubano, Chávez provocó reacciones de Estados Unidos como si el presidente venezolano y su proyecto fueran tan poderosos que amenazaban al último superpoder.
Aparentemente mucho fue a causa de no portarse bien. Algunos dicen que fue por atreverse a imponer nuevas reglas a empresas trasnacionales del sector petrolero y otros que por decir cosas poco diplomáticas como aquí huele a azufre en el podio de la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas poco después de que desde ahí hablara el entonces presidente George W. Bush.
Dentro de esa sala, los diplomáticos del mundo intentaban ocultar la sonrisas, mientras los trabajadores (asistentes, escoltas, secretarias y más) soltaban abiertamente la carcajada ante la ira de la delegación estadunidense.
Tal vez la hazaña más notable del extinto mandatario en la relación con Estados Unidos fue su constante insistencia en distinguir entre gobierno y pueblo.
Tanto en palabras como en actos, Hugo Chávez logró hacer algo que otros pocos líderes mundiales han conseguido: manejar una política con la cúpula y otra paralela con la sociedad estadunidense.
La política que todos conocen es la conflictiva con la cúpula, sobre todo con una Casa Blanca primero republicana y beligerante y después la demócrata que inició con diplomacia y acabó regresando a la línea de su antecesor, incluyendo la expulsión por segunda vez del mismo embajador, Bernardo Álvarez.
El venezolano buscó crear lazos con diversas comunidades y sectores estadunidenses, tarea encabezada por el embajador Álvarez y su extraordinario equipo, abarcando tanto relaciones con la crema intelectual como con algunos de las grupos más marginados de este país.
Eso se logró mediante iniciativas empresariales, culturales y sociales de todo tipo, desde el sin precedente programa para otorgar combustible para calefacción subsidiado a cientos de miles de familias pobres realizado a través de la petrolera venezolana en Estados Unidos CITGO –incluyendo más de 250 comunidades indígenas por todo el país (hasta en Alaska)– hasta los intensos intercambios con sectores latinos, afroestadunidenses, progresistas, artísticos, deportivos y académicos a lo largo y ancho del país.
Así, una amplia gama de voces incidieron en la relación bilateral, desde políticos nacionales y locales hasta artistas como Harry Belafonte y Sean Penn, e intelectuales como Gore Vidal, Noam Chomsky y Cornel West.
Los esfuerzos diplomáticos se expresaban desde el mundo del beisbol profesional (donde se incorporaba a algunos de los más de 60 jugadores venezolanos en las ligas mayores aquí a dar nuevas facetas del país sudamericano) hasta los circuitos artísticos como la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar y su estrella Gustavo Dudamel, así como decenas de intercambios con organizaciones sociales y comunitarias estadunidenses.
Con eso, el diálogo sobre Venezuela en Estados Unidos se fue transformando y ampliando mucho más allá de los canales oficiales encargados de manejar la relación bilateral. Es en ese contexto que se puede entender lo comentado por Sean Penn el martes de que Estados Unidos perdió a un amigo que nunca supo que tenía.
Opiniones encontradas
Desde el anuncio de su fallecimiento el martes, la Casa Blanca, diversas figuras del poder legislativo y culturales como Penn y Oliver Stone, entre otros, declararon su estima o desprecio por el comandante, como reportó La Jornada (http://www.jornada.unam.mx/2013/03/06/politica/015n1pol). Hoy continuaron estas expresiones encontradas sobre la muerte y vida de Chávez desde diferentes rincones de Estados Unidos.
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El ex presidente Jimmy Carter afirmó hoy: llegamos a conocer a un hombre que expresó una visión para llevar cambios profundos a su país con el fin de beneficiar en especial a aquellos que se habían sentido negados y marginados. El venezolano, agregó Carter, será recordado por su audaz afirmación de autonomía e independencia para los gobiernos latinoamericanos y por sus formidables habilidades de comunicación y vínculos personales con los que lo apoyaban en su país y en el extranjero, a quienes dio esperanza y empoderamiento. Elogió sus esfuerzos de integración regional, la reducción de la pobreza y la incorporación de millones a la vida política. Aunque admitió que hay divisiones, dijo esperar que los líderes políticos construirán un nuevo consenso en Venezuela.
Legisladores y políticos como el representante demócrata José Serrano elogiaron al extinto mandatario por su entrega a los pobres y su afán de empoderar a los marginados.
Michael Moore, el cineasta documentalista más famoso, comentó por Twitter que se acuerda cuando se encontró con Chávez en el Festival de Cine de Venecia, donde el venezolano le dijo que estaba contento de conocer finalmente a alguien a quien Bush odiaba aun más que a él.
Moore señaló que el extinto dirigente declaró que el petróleo le pertenecía al pueblo y que lo empleó para eliminar 75 por ciento de la pobreza extrema y ofrecer salud y educación gratuita para todos, y eso lo hizo peligroso. Estados Unidos aprobó un golpe para derrocarlo a pesar de que era un presidente democráticamente electo.
El actor Danny Glover dijo hoy: “me uno a millones… de personas amantes de la libertad alrededor del mundo, en esperanza de un futuro próspero para la carta democrática y de desarrollo social de la revolución bolivariana… Todos abrazamos a Hugo Chávez como un campeón social de la democracia, el desarrollo material y el bienestar espiritual”.
Antonio González, veterano líder latino y presidente del Instituto William C. Velazquez, comentó a La Jornada: para los latinos estadunidenses, la contribución mayor de Chávez fue su ejemplo de cómo la gente común puede levantarse y determinar su propio curso en la historia. Por ello, ahora es el momento para que los latinos estadunidenses se sumen a los pueblos del hemisferio para lograr la justicia social en el espíritu de la revolución bolivariana de Chávez.
Republicanos, de plácemes
No faltaron las voces de los opositores, algunas con los ecos de llamados de los últimos años para derrocar, si no asesinar, a Chávez (sobre todo durante la presidencia de Bush).
La nueva estrella del Partido Republicano, el senador cubanoestadunidense Marco Rubio, resumió el sentir de los antichavistas aquí al afirmar que Venezuela merece algo mejor que el desastre socialista de los pasados 14 años y que ahora tiene una oportunidad para cerrar uno de sus periodos más oscuros en su historia y embarcarse sobre un nuevo, aunque difícil, camino para restaurar el imperio de ley, principios democráticos, seguridad y un sistema de libre empresa.
El Miami Herald no sorprendió al condenar los 14 años de Chávez en su editorial hoy, escribiendo que aunque fue un político extraordinario, como líder nacional fue un fracaso abyecto que sumergió a Venezuela en un abismo político y económico.
Ante las expresiones tan encontradas provocadas aquí con la muerte de Chávez, tal vez la única conclusión es que el país más polarizado y dividido no es Venezuela, sino Estados Unidos, (como se puede comprobar cualquier día en Washington por los fracasos en negociaciones políticas sobre el manejo de este país).

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