Francisco Salazar ordenó perseguir a Gómez Urrutia para afianzarse en la STPS

Arturo Cano
Enviado
Periódico La Jornada
Martes 11 de junio de 2013, p. 11
Cananea, Son., 10 de junio.


Los asesores se quedaron mirando entre sí, pues no entendían cabalmente la instrucción. Recién nombrado secretario del Trabajo, en sustitución de Carlos Abascal, el potosino Francisco Salazar les había pedido un nombre: Hay que ir contra algún líder sindical, el que sea.
Uno de los presentes recuerda que el funcionario foxista habló muy claro en esa junta de mediados de 2005: afianzar su posición como secretario pasaba por chingar a un líder sindical.
Salazar pretendía con ello, según la misma fuente, librarse del peso de su antecesor en el cargo, quien había pasado a la Secretaría de Gobernación y cuyos zapatos, a su parecer, le quedaban muy grandes. No hubo, pues, una decisión estratégica ni mucho menos el afán de ir contra la corrupción sindical.
Los asesores de Salazar pusieron nombres sobre la mesa. Al final, después de manosear la baraja, se eligió a Napoleón Gómez Urrutia, porque tenía conflictos con Leonardo Rodríguez Alcaine, con los Larrea y con todo el mundo.
De ahí derivó la historia conocida: la acusación de que el líder del sindicato nacional minero se había birlado 55 millones de dólares de un fideicomiso, el autoexilio del líder en Canadá, un rosario de juicios que el líder ha ido ganando uno a uno, la toma de la mina por la Policía Federal en junio de 2010, la llegada de un sindicato blanco y su sustitución por uno cetemista.
Cuando ese complejo escenario cobraba forma, los mineros de Cananea decidieron irse a la huelga. El pleito entre el sindicato nacional y el grupo empresarial encabezado por el segundo hombre más rico del país, Germán Larrea, no tenía ya marcha atrás cuando, en julio de 2007, los miembros de la sección 65 colocaron las banderas rojinegras por violaciones al contrato colectivo de trabajo y por la falta de seguridad en las instalaciones. Nos fuimos a la huelga para proteger nuestras vidas, dice todavía el secretario general de la 65, Sergio Tolano Lizárraga, con la memoria puesta en la tragedia de Pasta de Conchos, Coahuila, propiedad también del Grupo México y donde hasta hoy permanecen sepultados los cuerpos de 63 mineros (sólo dos fueron rescatados).
El contrato de Lozano y el contrato de la CTM
Apenas desalojada la mina por la policía, el entonces secretario del Trabajo, Javier Lozano, peleador callejero de Felipe Calderón, se apersonó en Hermosillo e hizo una promesa clave: el nuevo contrato colectivo de trabajo de la Minera de Cananea tendría prestaciones superiores al anterior y nuevas fórmulas productivas.
No lo desmienten los mineros de Napoleón, sino Javier Villarreal, secretario general de la Confederación de Trabajadores de México (CTM), en Sonora quien, en su calidad de cabeza del sindicato minero cetemista, detenta el contrato desde junio de 2011:
Obviamente el contrato histórico de Cananea es otra cosa. No podíamos fijar una posición irreductible de conseguir el mismo contrato y llegamos a una negociación satisfactoria para las partes. Se lograron algunas prestaciones, si se quiere mínimas comparadas con lo que había, pero se logró que fueran superiores a las de ley.
Entrevistado en Hermosillo, Villarreal habla, primero, sobre cómo fue que llegó la CTM a Cananea, sin recuento de por medio, luego de que un sindicato blanco de Monterrey se fuera sin hacer ruido: De allá (de la Ciudad de México) surgió. Fue el gobierno federal el que de alguna manera habló con la empresa.
Cuando la CTM hacía sus pininos en el gremio minero –mientras apoyaba públicamente a la sección 65– demandó y ganó la titularidad de los contratos en otros minerales. La joya de la corona, sin embargo, le cayó sin recuento ni litigio alguno.
La CTM jugó al esquirolaje, se fue metiendo subrepticiamente mientras daba un apoyo de dientes para afuera, dice Leopoldo Santos, investigador de El Colegio de Sonora, quien ha seguido acuciosamente el conflicto.
Santos afirma que el modus operandi cetemista consiste en arreglarse con el poder estatal en turno y alentar la represión a los movimientos independientes. En el caso de Cananea, en realidad estaba preparando el terreno desde tiempo atrás.
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Cananea enfrenta los efectos de la subcontratación y especialistas advierten que la mayoría de los trabajadores no es residente antiguo de la ciudadFoto José Antonio López
Un sindicato demasiado blanco y otro de colaboración
El cetemista Villarreal afirma que, pese a todo, es “un buen contrato para arrancar… muchos beneficios en un ambiente muy complejo, porque luego de casi cuatro años de huelga el ambiente era tenso”.
¿Por qué la empresa renunció al “sindicato blanco de Monterrey y se allanó a que el nuevo contrato fuera para la CTM? Tan lo prefería que lo tenía, dice Villarreal. Y él mismo añade que dada la formación ideológica y la convicción sindicalista prevaleciente en Cananea un modelo como el de Monterrey no tenía futuro.
Quizá la razón, sin embargo, fue que los dirigentes de la Federación Nacional de Sindicatos Independientes –sindicalismo blanco entre los blancos– andaban ya en líos legales por el manejo de un fondo de retiro.
En noviembre de 2011, Jacinto Padilla y Gerardo Ibarra, secretario general y tesorero, fueron recluidos en el penal de Ciudad Juárez, acusados de posesión de armas prohibidas y del secuestro de un joven abogado que se opuso a sus tranzas y que sigue desaparecido.
De este modo, proscrito el sindicato nacional, el Grupo México se decidió por un sindicalismo que, en la descripción de Villarreal, con el Tratado de Libre Comercio para América del Norte aprendió a dejar atrás la confrontación y pugna por un modelo de colaboración que implica ganar-ganar para empresas y trabajadores; un sindicalismo que usa la huelga como instrumento de lucha y no como forma de vida.
El único sindicato que existe
En Cananea, los mineros muestran con orgullo las fotografías de la conmemoración del pasado primero de mayo. Se ve nutrido el contingente. Ese día no se supo nada de los cetemistas. Será que somos el único sindicato que existe, ríe Sergio Tolano.
Para el cetemista Villarreal sólo tiene una expresión: Es un traidor.
Villarreal no se compra el pleito: No pretendemos ninguna rivalidad con el señor Gómez Urrutia. Tratamos de ser respetuosos y trabajar para, en la medida de las posibilidades, lograr seguridad, mejores salarios y prestaciones.
En Hermosillo se recuerda que muchas veces Villarreal apareció al lado de los mineros de Cananea en las ruedas de prensa y que en incontables ocasiones les brindó solidaridad.
La relación iba más allá. Regidor y diputado local por el PRI, amigo lo mismo de Eduardo Bours que de Manlio Fabio Beltrones, Villarreal es conocido en Sonora por disputar y ganar contratos, incluso a sus rivales cetemistas. Así se hizo del contrato de la automotriz Ford y así del control de la maquiladora Tetakawi, que tiene el sindicato más grande del ramo.
En las filas del PRI se le conoce también por haber destapado a Bours, pese a los deseos del entonces gobernador Armando López Nogales.
Algunos de sus colaboradores son bilingües, egresados de la universidad de la CTM o expertos en sociología del trabajo.
Uno de ellos, Everardo Fimbres, fue el artífice del ingreso de Napoleón Gómez Urrutia a la Federación Internacional de Trabajadores de las Industrias Metalúrgicas, paso indispensable para granjearse el apoyo de los sindicatos mineros de Estados Unidos y Canadá, que han jugado un papel clave en el respaldo al autoexiliado líder. Actualmente, Fimbres es el representante de la CTM en Puerto Peñasco.
El sindicato cetemista tiene mil 189 mineros, de los cuales, dice Villarreal, entre 75 y 80 por ciento son de Cananea o de la región. El cetemista reconoce que hay entre 2 mil 500 y 3 mil de empresas outsourcing, pero dice que ninguno trabaja directamente en la operación de la mina (en los informes a sus accionistas, el Grupo México no distingue entre los trabajadores dedicados a la operación de la mina y los dedicados a las labores de expansión, pero afirma tener 4 mil 800 empleados).
El investigador Santos duda que la mayoría de los trabajadores, incluso los sindicalizados, sean residentes antiguos de la ciudad minera. La CTM y el Grupo México, dice, han apostado a un proceso de descananización de Cananea.

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