Huelga en el metro de Sao Paulo afecta a millones de brasileños

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La policía paulista trata de evacuar a los usuarios del metro que invadieron las vías de los andenes de la estación Itaquera, la cual estaba cerrada tras la huelga que los trabajadores iniciaron por tiempo indefinidoFoto Reuters
Agencias
 
Periódico La Jornada
Viernes 6 de junio de 2014, p. a13
Sao Paulo, 5 de junio.
Una huelga indefinida en el metro de esta ciudad provocó caos y afectó a millones de personas, en una jornada en la que Amnistía Internacional pidió al gobierno que garantice el derecho a la manifestación durante la Copa, sin excesos de violencia policial como el año pasado.
Por su parte, el presidente de la FIFA, Joseph Blatter, dijo que después del puntapié inicial habrá una mejor atmósfera en el Mundial.
Tenemos confianza, el momento será festejado, dijo el presidente del organismo a periodistas en Sao Paulo, sede del partido inaugural Brasil-Croacia el próximo 12 de junio.
Profesores, policías, choferes, trabajadores denominados sin techo y una larga lista de movimientos y grupos aprovecha la visibilidad de Brasil en estos días para plantear sus reivindicaciones.
El secretario general de la FIFA, Jerome Valcke, sostuvo por su lado que “el sentimiento del presidente Blatter y del comité organizador es: Tenemos el control, no tenemos miedo de los próximos días.
El Mundial se iniciará en el estadio Arena Corinthians de Sao Paulo, cercano a la estación del metro Itaquera, que este jueves por la mañana fue escenario de actos de violencia de parte de los usuarios, sorprendidos y molestos por la paralización del servicio.
Los indignados pasajeros rompieron a patadas las rejas de entrada, agolpándose para entrar al contiguo sistema de trenes –que en algunas estaciones opera junto al metro–, pero que tampoco funcionaba debido a la huelga.
Es lamentable, dijo la presidenta Dilma Rousseff sobre estos acontecimientos, consultada por periodistas en Brasilia.
En la estación, algunas personas pasaron incluso a las vías hasta que finalmente los empleados decidieron abrir las puertas para calmar el tumulto.
El metro es la principal vía de acceso al estadio mundialista en esta metrópolis de 20 millones de habitantes y transporta cada día en promedio a unos 4.5 millones de paulistas.
El secretario general de la Presidencia, Gilberto Carvalho, pidió a los brasileños una tregua cívica para acoger a los visitantes que llegarán al país, así como a despolitizar la Copa del Mundo.
Presentamos a la justicia un pedido para que declare abusiva esta huelga, declaró el gobernador de Sao Paulo, Geraldo Alckmin. Una audiencia de conciliación terminó sin acuerdo y el sindicato decidiría por la noche si continúa o no con la huelga, aunque ya ha dicho que es indefinida.
El pasado miércoles, la justicia había determinado que la operación del metro debía mantenerse en ciento por ciento a las horas pico y 70 por ciento en el resto, bajo pena de multa en caso de que no se cumpliera.
Para facilitar los desplazamientos de los usuarios, la alcaldía autorizó a todos los vehículos a circular por las calles, en vez de alternar por matrículas pares o impares como sucede habitualmente. Eso influyó en el embotellamiento récord de 209 kilómetros por la mañana, el mayor registrado en lo que va del año para esas horas.
Amnistía Internacional pidió al gobierno brasileño que garantice el derecho de manifestación, en una solicitud respaldada por cerca de 90 mil firmas, entregada a la presidencia brasileña y al Congreso en Brasilia.
El mundo está mirando a Brasil durante la Copa del Mundo y no sólo en el campo de juego. El país tiene la oportunidad de demostrar que respeta los derechos a la libertad de expresión y manifestación pacífica, dijo Atila Roque, director de AI en Brasil.
Las principales preocupaciones de la organización son que la policía haga uso excesivo de la fuerza y las detenciones arbitrarias, y también quiere impedir una criminalización de la protesta, según indicó en un comunicado.
Denunció evidencias de abusos cometidos por las fuerzas de seguridad durante las manifestaciones de junio del año pasado previo a la Copa Confederaciones, en las que muchos brasileños protestaron contra los millonarios gastos públicos en los estadios para el Mundial, que reclaman para salud, educación y transporte.

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