Rabia y dolor ante la impunidad en el caso de la guardería ABC

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La caminata luctuosa en memoria de los 49 niños y niñas fallecidos en la estancia infantil de Hermosillo, a su paso por ReformaFoto Francisco Olvera
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Fotografías de las víctimas fueron mostradas frente a Palacio NacionalFoto Francisco Olvera
Fernando Camacho Servín
 
Periódico La Jornada
Viernes 6 de junio de 2014, p. 5
A cinco años del incendio de la guardería ABC de Hermosillo, Sonora, donde perdieron la vida 49 niñas y niños y 70 más resultaron heridos, el actual gobierno aún no sanciona a los responsables de la tragedia ni ha tomado las medidas necesarias para que estos hechos no vuelvan a ocurrir, señalaron los padres y madres de los menores fallecidos.
Ayer, los familiares de las víctimas encabezaron una marcha del Ángel de la Independencia al Zócalo capitalino, donde cientos de personas se manifestaron en recuerdo de los niños que murieron el 5 de junio de 2009.
En absoluto silencio y vestidos de negro, los participantes en la caminata empezaron la movilización al filo de las cinco de la tarde portando fotografías de gran formato en blanco y negro con el rostro de los menores, o empujando carreolas vacías únicamente adornadas con globos.
Durante el trayecto, varias personas –incluso niños en triciclo o patín del diablo– mostraron pancartas en apoyo a las madres y padres, con frases como ‘‘Si se olvida, se repite’’, ‘‘Por mis nietos y bisnietos estoy con ustedes’’, ‘‘ABC nunca más’’ y ‘‘Tenemos 49 razones para seguir exigiendo justicia’’.
A diferencia de otras marchas, en esta ocasión muchos de los automovilistas que no pudieron circular por las vialidades de la zona o los peatones que transitaban en los alrededores no dieron muestras de enojo ni insultaron a los manifestantes, sino guardaron un silencio respetuoso al paso de las fotografías o recordaron a los pequeños fallecidos.
El mutismo que guardaron los participantes en la marcha sólo se rompió cuando llegaron frente a Palacio Nacional, donde empezaron a gritar ‘‘¡justicia, justicia!’’ y mostraron las imágenes de las víctimas del incendio, muchas de las cuales fueron cargadas por artistas y escritores solidarios, entre ellos Paco Ignacio Taibo II, Juan Manuel Bernal y José María Yazpik.
Luego de hacer el ‘‘pase de lista’’ con los nombres de los 49 menores que perdieron la vida –a lo cual las personas respondieron a coro ‘‘no debió morir’’–, los manifestantes guardaron un minuto de silencio y dieron paso a los testimonios de los padres y madres de los niños fallecidos.
Estela Báez, madre de Julio César Márquez Báez, recordó con la voz entrecortada por el llanto la forma en que el 5 de junio de 2009 llegó a la guardería ABC, donde apenas unas horas antes había dejado a su hijo, y cómo se dio cuenta de que todos los funcionarios les mentían diciendo que ningún niño había resultado herido.
‘‘En ese momento se empezó a hacer evidente que ahí se iniciaba un largo camino de mentiras, en el cual nos daríamos cuenta de que lo que menos les importaba a los responsables y a las autoridades eran nuestros niños. Ellos trataron de impedir que se nos diera información a los padres y madres; querían que no nos diéramos cuenta de la magnitud de la tragedia para así empezar con el encubrimiento de los asesinos’’, denunció.
La mujer subrayó que ‘‘entre todos, no debemos permitir un ABC nunca más, no debe morir un solo niño más por la corrupción, la impunidad y la avaricia de los dueños de seudoguarderías’’, y anunció que si el presidente Enrique Peña Nieto no da respuestas sobre el tema, el próximo 19 de julio comenzará una huelga de hambre en el Distrito Federal, ‘‘a ver si de esta manera voltea y se da cuenta del dolor y la impotencia que siento al no tener a mi pequeño conmigo”.
A su vez, Luis Carlos Santos, padre de Carlos Alan Santos –también fallecido en 2009, cuando tenía sólo dos años cinco meses de edad–, agradeció el apoyo de la gente que los ha acompañado para exigir justicia y lamentó que desde hace cinco años las autoridades ‘‘siempre sacan en estas fechas sus patrañas y confusiones, pero nada claro’’ para castigar a los funcionarios que permitieron la operación de guarderías que no tenían condiciones mínimas de seguridad.
Abraham Fraijo, padre de Emilia, aseveró que no podía evitar sentir rabia al pensar que por culpa de servidores públicos corruptos –beneficiados por actos de encubrimiento– su hija perdió la vida. ‘‘Esa rabia que siento la voy a conservar el resto de mi vida’’.

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