Los festejos por el bicentenario de la Independencia nacional pasarán a la historia como una fiesta efímera, de la que nada quedó, advierte la historiadora Patricia Galeana

En lugar de ese festejo carísimo habría sido mejor abrir una nueva universidad pública, dijo, y recordó que aun en el régimen dictatorial de Porfirio Díaz se conmemoraron los 100 años de la gesta libertaria nacional con obras importantes, la mayor de ellas la construcción de la Universidad Nacional de México (hoy UNAM).
Aún más, consideró que el gobierno de Felipe Calderón usó la celebración de los 200 años de la Independencia como una cortina de humo. Deploró que se haya montado un circo y un espectáculo de necrolatría sacar los restos de los héroes patrios, entre ellos los de Hidalgo, Morelos y Allende, de la Columna de la Independencia –donde los depositó el entonces presidente Plutarco Elías Calles– para exhibirlos públicamente.
Secretaria técnica de la Comisión del Senado para los Festejos del Bicentenario de la Independencia y el Centenario de la Revolución, la doctora Galeana precisa que las críticas las formula no como integrante de ese organismo senatorial, sino en su calidad de ciudadana, universitaria y estudiosa de la historia.
Por principio, explica, las actividades en torno al bicentenario comenzaron tarde, ya que otros países del continente crearon desde el año 2000 sus comisiones para celebrar también sus 200 años de independencia de España, además de que establecieron programas muy específicos:
Venezuela se centró en la unión latinoamericana; Bolivia puso el énfasis en la realización de actividades para las comunidades indígenas; Ecuador en alcanzar las metas del milenio. En Argentina se dieron premios a quienes pudieran presentar propuestas encaminadas a resolver los grandes problemas nacionales.
“Eso hubiera sido muy bueno en nuestro país, pero aquí se ha invertido mucho en una fiesta efímera de la que no va a quedar nada. Hay que recordar que el gobierno totalitario de Porfirio Díaz dejó grandes obras públicas, desde el Palacio de Correos y Comunicaciones, hasta la Columna de la Independencia.
Dejó algo importantísimo, la UNAM donde se han formado los cuadros del país en todas las áreas durante esta centuria. Ahora no se está dejando nada y habría sido vital abrir una nueva universidad pública, porque tenemos 6 millones de jóvenes que no tienen acceso ni al trabajo ni al estudio”, pero en el gobierno federal no se les ocurrió.

Eso habría sido una forma digna de celebrar el bicentenario, en lugar de desaprovechar los recursos en una fiesta que tuvo corta vida.
La doctora Galeana lamentó que por un lado la administración de Calderón erogue más de 3 mil millones de pesos en un espectáculo televisivo, donde a falta de pan, circo, y que por otro, el Gobierno del Distrito Federal pretenda construir el monumento al elevador.
El gobierno capitalino, expuso, va a deshacer el Monumento a la Revolución, que es un edificio funerario, para convertirlo en mirador con cafetería. “¡Si eso es lo que le vamos a dejar a las futuras generaciones es verdaderamente lamentable!
“¿Tendrá que ver la aversión a las revoluciones que tiene la derecha con tan pobre celebración a nivel federal?
“Puede ser que por una parte les haya costado trabajo celebrar movimientos revolucionarios porque seguramente no están de acuerdo con todo lo que conllevan, pero también es un reflejo de la situación dramática que está viviendo el país. ‘Se usaron estas festividades como una cortina de humo, como un circo, porque no podemos decir que haya pan, sólo circo”.
En la entrevista, la doctora Galeana recalcó que en contraparte, en el Senado los festejos del bicentenario se han centrado en un proyecto editorial, que incluye hasta el momento la publicación de 20 títulos, uno de ellos la Constitución de 1917 en náhuatl y otras lenguas indígenas, además de la Historia jurídica de las instituciones, una obra en 32 volúmenes, uno por cada estado del país y el Distrito Federal.
Los académicos consideramos que la letra impresa sí perdura. Es una forma de dejar una huella de lo que esta generación pensó e interpretó de su pasado y de los esfuerzos para fortalecer a la ciudadanía, vía el conocimiento del marco jurídico que nos rige y de nuestra historia.

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