AMLO, nuevo arranque

AMLO, nuevo  arranque
Puede ser MORENA la que logre de nueva cuenta aglutinar a la izquierda con una base millonaria de votantes que creen en AMLO y no en los dirigentes de partidos. E


Dos decisiones políticas tomadas en las últimas horas han venido a darle un giro total a las actividades que veremos habrán de realizarse en los próximos días, meses, años, y que repercuten enormemente en la ciudadanía y por ende en el ejercicio de gobierno que dará inicio el primero de diciembre de este mismo año. Una de ellas se refiere a la determinación adoptada por el ex candidato a la presidencia, Andrés Manuel López Obrador, de convertir a MORENA en un partido político que, siguiendo los lineamientos de la izquierda, cumpla el objetivo de reunificarlos sin el lastre en el que los dirigentes nacionales de los últimos tiempos han convertido al PRD. La otra tiene sobre las curules cuatro iniciativas, tres de ellas con el sello de Enrique Peña Nieto y que son a la par de importantes: la laboral y las de transparencia y control presupuestario, la de anticorrupción y control de medios. Ayer ya entregó la de Transparencia que otorga mayores facultades al IFAI y se extiende a Municipios y Estados, lugares en donde se han negado a llevarla a la práctica.

En lo que se refiere a la decisión del tabasqueño las voces que se escuchan van en distintas direcciones. Los hay que lo responsabilizan de una severa fractura de la izquierda con lo que, argumentan, esta corriente quedó pulverizada y permitirá que el gobierno entrante pueda actuar con toda tranquilidad y sin presiones. Otras más advierten que no hay nada de extraordinario en una determinación que había tiempo se veía venir y que incluso debió hacerse pública desde hace años. Las más, las que cuentan en el momento de emitir sufragios, señalan que se mantendrán firmes en su apoyo a López Obrador ya que son estos ciudadanos los que le solicitaron desde hace meses que se retirara del PRD al percatarse del manipuleo y corrupción que invadieron las esferas de dirigencia de ese partido político.

Por supuesto que desde ahora los de siempre se empeñan ya en afilar navajas para predisponer a López Obrador en contra de Marcelo Ebrard y del propio Miguel Mancera, a quien ya postulan como candidato cuando aún no se sabe que cuentas va a rendir en el difícil gobierno que se ejerce en  el Distrito Federal, señalando que el tabasqueña persistirá en su intento de convertirse por tercera ocasión en candidato presidencial y que para ello establecerán la competencia con estos dos personajes, lo cual le permitirá al PRI mantenerse una buena temporada habitando la casona de Los Pinos. Lo que a todas luces se advierte es que por fin se demostró que al Sol Azteca lo convirtieron en un fardo, en un ente que no representa más allá de los intereses de quienes se posesionaron de él con la llegada de los “chuchos” a su máxima dirigencia nacional.

Ni siquiera sus fundadores, Porfirio Muñoz Ledo y el propio Cuauhtémoc Cárdenas han permanecido fieles a sus filas. En el caso del ex funcionario, embajador y legislador, su cambio a las filas de otro partido de la misma corriente habló por si solo y el michoacano sostiene que no permanecerá dentro de las filas perredistas “pase lo que pase”, sino que espera que la determinación de López Obrador los lleve a retomar el rumbo que se hizo público y patente, perdieron. El hecho de que el tabasqueño pusiera énfasis en un retiro sin reproches sino con agradecimiento y que tal decisión fuera abiertamente apoyada por los líderes del PT y de Movimiento Ciudadano, a quienes no deja en la orfandad ya que ambos cuentan con prerrogativas propias, más las que se acumulen con el registro de MORENA fortalecerán los ingresos que requieren estos partidos para enfrentar procesos tan dispares como se han visto en los últimos tiempos en los cuales la equidad y nada son lo mismo.

Ya Andrés Manuel probó en el 2006 lo que significa la deslealtad; los perredistas se constituyeron en la segunda fuerza política nacional, contaron con legisladores que pudieron permitir no uno sino muchos cambios y, sin embargo, sucumbieron a las dádivas del poder, se encumbraron, empezaron a comer con manteca y pretendieron ubicar al tabasqueño como un lastre para su organización y sus respectivas trayectorias en la política. De nuevo, en el 2012, pretendieron al final colgarse de su figura para obtener un mayor número de espacios, sin embargo, la población ya los tenía perfectamente ubicados y ahora vieron seguir disminuyendo sus posibilidades de llevar a curules y otros cargos de elección popular a sus candidatos. Aunque en este tramo mucho habrá de escribirse sobre las traiciones y las operaciones de estos mismos grupos a favor de los priístas por órdenes de sus nuevos amos, hoy convertidos en líderes camarales junto con el aliado de lujo, Felipe Calderón, y sus bolsillos siempre dispuestos.

Visto desde otro ángulo, para la izquierda es esta otra gran oportunidad. Seis años parecen mucho tiempo y sin embargo hemos visto que se pasan muy rápido cuando se viven circunstancias en las que hay que estar pendientes de manera permanente a todos los movimientos. Puede ser MORENA la que logre de nueva cuenta aglutinar a la izquierda con una base millonaria de votantes que creen en AMLO y no en los dirigentes de partidos. En ese lapso pueden fortalecerse como partido dejando que tanto el PT como Movimiento Ciudadano hagan lo propio y, finalmente, lo que quede del PRD puede ser rescatado bajo otras condiciones y no las actuales, las que ofrecían un registro con un nombre creado y al que han vendido como franquicia en algunos Estados y como marca para sus tratos con el gobierno en turno.

Incluso esta decisión que si bien no habrá de reconocer en Peña Nieto al Ejecutivo Federal legítimo, quita presiones para que puedan retomarse asuntos en los que urge se sienta la mano de la autoridad. No se trató de una decisión impensada o no planeada, parece que, en efecto, el tabasqueño va aprendiendo y nadie puede asegurar que la labor que siempre ha hecho que es la del liderazgo social no pueda ser puesta a disposición de un tercero que garantice el cambio que muchos ambicionan siempre y cuando ese “alguien” se mantenga alejado de los escándalos sobre traiciones, deslealtades y corrupción.
Lilia Arellano - Opinión EMET
 

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