Obama llega a embarcar a Chile en la energía nuclear

lunes 21 de marzo de 2011

Ernesto Carmona (especial para ARGENPRESS.info)

El repudio al "premio nobel de la paz" Barack Obama provoca este lunes manifestaciones de protesta por su visita a Chile, mientras la parafernalia mediática informa que el gobierno de Sebastián Piñera dispuso “áreas de exclusión” en Santiago y el despliegue de miles de policías para impedir que la gente exprese su desagrado ante la presencia del jefe imperial. Para esta tarde se anunciaron protestas en Santiago, Concepción y otras ciudades.

La visita resulta indeseable para numerosas organizaciones sociales y políticas que rechazan el ataque a Libia y tampoco olvidan la injerencia de Estados Unidos en las peores desgracias de Chile, como el golpe contra Salvador Allende en 1973, la peor tragedia de este país en el siglo 20. Mientras Obama hace turismo político en Brasil, Chile y El Salvador acompañado de su esposa, sus dos hijas y un séquito de 700 adláteres, se dio tiempo para ordenar desde Brasilia los bombardeos a Libia sobre blancos incluso no militares, argumentando que así quiere “proteger a los civiles”… matándolos. Los grandes medios muestran que el mundo lo manejan a su antojo las grandes potencias lideradas por Estados Unidos. El socialista J.L. Rodríguez Zapatero embarcó en una guerra, sin consulta al Congreso, a la empobrecida España bipartidista que aparece como la cola de Francia, Inglaterra y Estados Unidos, los verdaderos dueños de esta nueva guerra que esperaba ansioso el complejo militar industrial al que Obama sirve en nombre de “la democracia”. Hasta ahora no han mostrado mayor interés en defender a los civiles ni a la democracia en Baréin, que también tiene petróleo y es la sede de la V Flota de Estados Unidos. Al revés, ordenaron que la monarquía medieval de Arabia Saudita mandara tropas a sostener el tambaleante reinado de la familia Al Khalifa, un apellido que lo dice todo.

Obama visita Chile para darle su espaldarazo al pretendido “liderazgo latinoamericano” de Piñera, que apoyó los ataques a Libia –al igual que Perú y Colombia, entre otros-, y a concretar el convenio de “cooperación científica nuclear” suscrito el viernes. O sea, Obama vino a vender plantas atómicas Westinghouse y General Electric, mientras 86% de los chilenos “no acepta bajo ninguna condición tener centrales nucleares”, según un sondaje del diario La Tercera.

La directora de la ONG Terram, Flavia Liberona, dijo que la política energética de Chile no la define el gobierno, sino el lobby empresarial: “…Hasta ahora han sido –y de no mediar profundos cambios, seguirán siendo- las empresas quienes deciden cuánto, cuándo, cómo y dónde generar energía, planteando los proyectos y tecnologías que consideren más convenientes. Lamentablemente para el país, las motivaciones que mueven las decisiones de los privados son, como es evidente, sólo maximizar los beneficios económicos lo más rápido posible, sin importar el bien común o las necesidades del país”.

La mayor exigencia de energía nuclear proviene de las grandes corporaciones mineras. Los altos precios del cobre las inducen a exigir cada vez más generación de energía para extraer mayor cantidad de mineral, prácticamente gratis, a fin de incrementar sus ganancias. Para el gobierno y las corporaciones que representa desde el poder ejecutivo, se trata de impulsar lo que llama “desarrollo”, concebido según un modelo que efectivamente “desarrolla” a una minoría empresarial en desmedro de las grandes mayorías. Desde el fin de la dictadura, hace más de 20 años, el modelo de desarrollo concentra cada año más riqueza en un sector privilegiado, como en el Oriente Medio, acentuando la desigualdad en Chile.

La riqueza cuprífera, que fue nacionalizada por Allende y privatizada por Pinochet –excepto el 30% que maneja Codelco, se concentra cada vez más en unas pocas transnacionales y el grupo criollo Luksic, cuya fortuna se sitúa en 19,2 mil millones de dólares (Anglo American, Antofagasta Minerals Plc (grupo Luksic), Barrick Gold, BHP, JECO, IFC, Kinross, Mitsui, BHP, Rio Tinto, Xstrata y otras).

A pesar del grave accidente de Fukushima, Obama llega hoy a Chile como lobbysta atómico para desplazar a la competencia: Piñera suscribió en febrero otro compromiso con Francia que favorece la tecnología de Areva y la operación de GDF Suez, mientras Rusia también aspira a un trozo del pastel a través de Intermash.

Piñera cambió de bando

Mientras Obama vende “ciencia nuclear”, una moratoria impide nuevas plantas en Estados Unidos desde el accidente grado 5 de 1979 en “Three Miles Island”, 70.000 habitantes, a 16 km de Harrisburg, Pennsylvania, el peor hasta Chernóbil, que en 1986 alcanzó a 7, nivel máximo para estas catástrofes. El viernes Japón aumentó a 5 la gradación de Fukushima, pero Francia la valora en 6. Los medios machacan con Chernóbil, quizás porque era “comunista”, pero omiten los frecuentes accidentes en Europa y Estados Unidos y nunca aluden a “Three Miles Island”.

Cuando el convenio salió del secreto en estos días, Piñera reiteró su apuesta por la energía nuclear para “el desarrollo”, aunque hace apenas 5 años firmó la declaración “Energía nuclear, no gracias”, contra otro programa atómico de Michelle Bachelet, quien acababa de derrotarlo en las presidenciales. Ahora pretende embarcar al país en una aventura que rebalsa los 3 años que le quedan de gobierno y fructificaría cuando naciones altamente desarrolladas hayan abandonado la energía nuclear, como anuncia su modelo alemán, Ángela Merkel, quien dio marcha atrás, cerró 7 centrales menos viejas que Fukushima para revisarlas y anunció que una de ellas -apagada por reparaciones- no volverá a encenderse. Los germanos iniciaron un debate democrático para salir de sus reactores nucleares y desarrollar más energías no contaminantes, sin riesgos para la vida.

Estados Unidos cuestiona el desarrollo nuclear de Irán mientras sus propias plantas son poco seguras, generan a menudo accidentes y las empresas mantienen al descuido las barras de combustible gastado, cuya radiactividad perdura por milenios, como ocurre en las letales piscinas de Shearon Harris, de la corporación Progress Energy, en la selva de Carolina del Norte. Los reactores de control de Fukushima probablemente sean sepultados bajo cemento -como en Chernóbil-, pero no está claro el futuro de las piscinas de almacenamiento de barras de combustible usado, incluidas las que contienen plutonio. La tragedia de Fukushima cuestiona la voracidad energética y pecuniaria del modelo de desarrollo vigente, o sea, la esencia del capitalismo neoliberal, que da mucho a pocos y poco a muchos.

Dictadura corporativa energética

Una de las primeras alertas contra los planes atómicos de Piñera fue lanzada por el senador izquierdista Alejandro Navarro, del Movimiento Amplio Social (MAS), que emplazó al biministro de Minería y Energía Laurence Golborne (el “héroe” de los 33 mineros), a quien llamó “principal promotor de esta energía cara, subsidiada y peligrosa”. Dijo que el ministro “debe pronunciarse sobre su actual posición acerca de la energía nuclear en Chile después del desastre acontecido en Japón. Si fracasó en Japón, que es un país del primer mundo y altamente desarrollado, ¿qué queda para Chile?”

Golborne, que sirvió al grupo de supermercados y tiendas Cencosud, de Horst Paulmann -10,5 mil millones de dólares-, formalizó en febrero otro programa nuclear con el ministro de Economía de Francia, Éric Besson. El tratado estableció un “equipo de trabajo” que quedó presidido por Gérard Mestrallet, jefe de GDF Suez, y Guillermo Luksic, representante del holding Quiñenco (Antofagasta Minerals Plc), de la familia chilena que posee la tercera fortuna del continente. Anunciaron que el grupo “trabajará de manera independiente”.

La minería del cobre es la principal consumidora de la energía que proveen GDF Suez y la estadounidense AES Gener, que en 2009 fue beneficiada por la Presidenta Michelle Bachelet con el Decreto Supremo N° 68, que cambió la norma ambiental e impuso el uso industrial de tierras designadas para áreas verdes, permitiendo así la construcción de la termoeléctrica a carbón Campinche en la V Región (Valparaíso). El decreto dio al traste con un fallo de la Corte Suprema bajo presión de la Embajada de Estados Unidos, cuyos pormenores sacó a la luz Wikileak.

Mientras Piñera insiste en la energía nuclear, otros jefes de Estado –incluido Hugo Chávez- revisan su postura. "No podemos actuar como si no hubiera pasado nada", dijo Angela Merkel, a pocos días de unas elecciones regionales en que se juega su futuro político. "Vamos a suspender la prolongación de vida de las centrales nucleares alemanas recientemente adoptada”. Ante las presiones de la comunidad organizada, socialdemócratas y verdes, Alemania tomó un camino que conduce al fin de la energía atómica. Piñera camina al revés, de la mano de Obama, el manager “de color” del gran capitalismo neocolonialista.

Ernesto Carmona, periodista y escritor chileno.

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