Con la tribuna tomada, PRI-PAN imponen cambios a la ley laboral

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Diputados de PRD, PT y Movimiento Ciudadano tomaron ayer la tribuna de San Lázaro, en un intento por impedir la aprobación de la reforma laboral enviada al Congreso por el presidente Felipe CalderónFoto Francisco Olvera
Roberto Garduño y Enrique Méndez
 
Periódico La Jornada
Sábado 29 de septiembre de 2012, p. 5
El surrealismo rondó la Cámara de Diputados: una ovación de priístas y panistas acompañó la aparición, en el balcón sur, de los integrantes de la mesa directiva, quienes se llevaron a los altos del salón el micrófono que diputadas del PRD les quitaron en la tribuna, en un intento por frenar la reforma laboral.
¡Se reanuda la sesión!, exclamó desde el balcón el presidente de la mesa directiva, Jesús Murillo Káram (PRI).
Con ese lance, Murillo, Fernando Bribiesca –hijo de Marta Sahagún– (Panal) y el panista José González Morfín rompieron la toma de la tribuna a la que un ala del PRD recurrió contra el acuerdo que su coordinador, Silvano Aureoles Conejo, amarró con el PRI para protestar, pero sin impedir que se desarrollara la sesión.
Al final, la mayoría PRI-PAN aprobó el dictamen en lo general y después se dedicó a desechar todas las propuestas de la izquierda. Sin más que hacer, el coordinador de Movimiento Ciudadano, Ricardo Monreal, les soltó: ¡Lo que están haciendo no tiene madre!
Aureoles participó en la distribución de camisetas con leyendas contra la reforma, pero la toma de la tribuna lo rebasó.
Los legisladores iniciaron su movilización hacia la tribuna mientras el priísta Ricardo Fidel Pacheco, en nombre de la Comisión de Trabajo, exponía los fundamentos del dictamen. Hasta ahí llevaron mantas en las que se leía: ¡Alerta trabajadores! Con su reforma laboral, Calderón y Peña Nieto quieren fraccionar el salario y pagarlo en 7 pesos, y Esta reforma laboral es una traición a la patria.
Un grupo de diputadas se colocó detrás de los integrantes de la mesa directiva y otro en la tribuna. ¡No a la reforma, no a la reforma..!, exclamaron al mismo tiempo que Pacheco trataba de defender el dictamen.
El priísta sostuvo que los derechos sociales consagrados en la Constitución “quedan debidamente salvaguardados en el dictamen que se presenta…”.
Los integrantes del Frente Legislativo Progresista comenzaron a cantar el Himno Nacional, lo que obligó al priísta a elevar la voz. Enrojecido el rostro por el esfuerzo, aseguró que la reforma “fomentará la generación de empleos, la competitividad del empleo…”
¡No a la reforma, no a la reforma..!, insistieron los perredistas, y como este grito era superior a los de Pacheco, servicios parlamentarios cortó el sonido del micrófono en la tribuna, sin que la mesa directiva lo ordenara.
La protesta quedó ahogada, pero también la explicación del legislador del PRI. Una vez fundamentado el dictamen, PRD, PT y Movimiento Ciudadano presentaron –por separado– una moción suspensiva para regresar el dictamen a la Comisión de Trabajo, con el argumento de que la iniciativa de Felipe Calderón para reformar la ley laboral se turnó aun cuando no existe una ley secundaria que reglamente la atribución presidencial de la iniciativa preferente. Una a una, después de que Fernando Bribiesca leía las solicitudes, la mancuerna PRI-PAN y su apéndice, el PVEM, las desecharon.
Incómodo con la presencia de las diputadas, Murillo Karam pidió a Karen Quiroga apartarse de su curul.
–Qué, ¿no aguanta la tentación? –le reviró la diputada.
–Es un lujo, pero quiero espacio –le contestó Murillo, mordaz.
De los roces verbales con los varones en la mesa directiva, las diputadas pasaron a las manos.
En el momento en que Bribiesca se preparaba para declarar infundadas las mociones con el fin de pasar a la presentación de posturas de los partidos, la diputada Lourdes Amaya empujó a Murillo y a González Morfín; se colocó entre los dos, alargó el brazo y tomó el micrófono.
Todavía trató de arrancar el cable.
¡No a la violencia, no a la violencia!, corearon panistas y priístas. ¡No a la reforma, no a la reforma..! insistió el ala perredista desde la tribuna.
A gritos, ya sin el micrófono, Murillo decretó receso de una hora. Abajo, en curules, Aureoles corrió hacia el lugar del coordinador del PRI, Manlio Fabio Beltrones, para disculparse por el manoteo de sus compañeras.
–Te puedo permitir todo –le espetó Beltrones–, pero no que hayas roto el acuerdo y tratado con violencia al presidente de la Cámara.
–Yo me deslindo, Manlio. Estoy muy apenado contigo.
Aureoles se deslindó una segunda vez con el vicecoordinador de contenido del PRI, Marco Bernal, a quien alcanzó en el vestíbulo. ¡Estos cabrones no saben respetar acuerdos! Voy a declarar que rompieron con el pacto. Y si no saben respetar, ¡a la chingada!
Y una tercera vez, en conferencia de prensa, donde reprochó la protesta, incluso violenta.
Más de una hora después, Murillo, González Morfín y el hijo de Marta Sahagún reaparecieron en el balcón sur, que antaño se utilizaba para que los fotógrafos tuvieran el mejor ángulo en los informes presidenciales.

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