Las cifras en pobreza son escalofriantes

Revista Siempre! 
 
En:Portada, Reporteros Fecha:3 agosto, 2013 
 
Entrevista a Daniel Zapico/Representante en México de Amnistía Internacion
Irma Ortiz
Familias de hasta 7 miembros que sobreviven comiendo papas o tortillas duras con salsa, porque es el único alimento que han logrado conseguir, que viven en casas de cartón, sin servicios públicos y donde los niños no asisten a la escuela, forman parte de las cifras que diera a conocer hace unos días el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social, Coneval, donde destacó que el 45.5 por ciento de los mexicanos es pobre y casi 35 por ciento es vulnerable y podría caer en la pobreza.
Se señala que de 2010 a 2012, el número de pobres aumentó en medio millón de personas al pasar de 52.8 millones a 53.3 millones, es decir, casi la mitad de la población. Una realidad que, en opinión de Daniel Zapico, representante de Amnistía Internacional en México, puede ser más escalofriante de lo que nos imaginamos.

Coneval da a conocer las cifras sobre la pobreza y AI asevera que la magnitud de la marginación es escalofriante.

Una de las cosas que aporta la definición de pobreza que manejamos no es si alguien tiene tal cosa o no; hablamos de que las personas tengan acceso desde seguridad social hasta salud, calidad de la vivienda e ingresos. Para Amnistía Internacional la pobreza no es sólo la falta de dinero; hablamos de negación de los derechos humanos, negación del derecho al agua, salud, educación, a una vivienda digna. Son estos derechos los que en mayor o menor medida se ven vulnerados cuando las personas sufren una situación de pobreza, por eso consideramos importante esta forma de medir, que puede ser mejorable.
Las cifras que da el Coneval son escalofriantes por la magnitud. Si pensamos que las personas que según el Consejo están en la pobreza en 2012, son 53.3 millones de personas, hablamos del 44, del 45 por ciento de la población mexicana, y eso es mucho. Además hay que tomar en cuenta que no es que haya gente en la pobreza, y los demás no; sino que son situaciones escalonadas.
El Coneval identifica además que hay millones de personas en riesgo de caer en la exclusión; apenas el 20 por ciento de la población está sin ser incluido ni en la pobreza, ni en la vulnerabilidad; quiere decir que uno de cada 5 mexicanos está fuera de la pobreza y vulnerabilidad, pero que 4 de cada 5 si lo están.
Es una situación escalofriante porque estas cifras y su comprensión deberían hablarnos de un país con problemas enormes a la hora de abordar cuál es no sólo la pobreza, sino cómo debe entenderse y luchar para salir de ella; tal vez son reseñables no sólo las cifras, sino que estas cifras no hayan provocado una controversia nacional, porque no son novedosas.
En 2011 se dieron a conocer las cifras correspondientes a 2010, que hablaban de 52.8 millones de personas viviendo en la pobreza. Desde entonces, ha bajado ligeramente el porcentaje de población en la pobreza, sin embargo el número total aumentó por el incremento poblacional. Si cada año son 250 mil personas nuevas las que están en la pobreza, es difícil pensar que las políticas públicas que se implementan están sirviendo para reducir la pobreza efectivamente.

Políticas con enfoque en derechos humanos

Se asegura que la políticas públicas han servido para una cierta contención de la pobreza…

La contención no es suficiente, al final, el Estado está obligado a garantizar a todos los mexicanos los servicios de salud, de educación, de alimentación.
Las cifras del Coneval hablan de que hay un porcentaje significativo de la población con insuficiencias alimentarias. Hablamos de derechos que deberían estar garantizados y no lo están. Hay varios problemas de por qué estos derechos no se garantizan; para empezar, creemos que es importante el hecho de que las políticas contra la pobreza no se enfocan, hasta ahora, en políticas de derechos humanos o con un contenido de derechos humanos.
Toda persona en México —esté donde esté— debe tener acceso a servicios de salud adecuados y adaptados a su realidad; no únicamente una visita de un médico ciertas veces al año, sino tener en cuenta cuál es la realidad de la población. No significa que hay que poner un centro de salud en cada pueblo, sino buscar enfoques que garanticen a todas las personas el acceso a estos servicios, sabiendo que son derechos, no dádivas del nivel de gobierno que sea, derechos que tienen todas las personas por el hecho de vivir en México, y que éste, como país, asume esa obligación.
Es importante que las políticas de pobreza tengan ese enfoque, puede que en ocasiones sea necesaria una despensa, pero ésta no va a solucionar el problema, sino que se necesitan cambios más profundos, y ahí es importante la inclusión de una perspectiva de derechos humanos. Las políticas públicas deben ir destinadas posiblemente a superar algunos de los huecos dejados en las políticas sociales, pero no de manera temporal, sino para garantizar que, durante la implementación de esas políticas, los mexicanos tengan acceso a esos derechos. Puede haber políticas focalizadas, sí, pero al final todas deberían tener el componente de pensar cómo van a estar las personas dentro de 10 años y cómo garantizar su acceso a la salud, a la educación y a la vivienda.
Es fundamental la participación de las personas, porque al final hay muchas políticas, muchos programas. Sí, se gasta dinero, pero debe darse la participación de los beneficiados, porque cuando hablamos de que México se compromete en el año 2000 —cuando firma los Objetivos de Desarrollo del Milenio— para que, en 2015, la mortalidad materna sea de 22 mujeres muertas por 100 mil nacidos vivos. Hoy, las cifras que tenemos son de 43 muertas por cada 100 mil nacidos vivos.
¿Qué sucede en las comunidades indígenas? Las tasas de mortandad son de 70, 80 mujeres muertas por cada 100 mil nacidos vivos. Hay un problema muy profundo relacionado con las mujeres indígenas que sufren una doble discriminación: por ser mujeres y ser indígenas se convierten en un grupo altamente vulnerable.
Por ello es fundamental la participación, porque al final hay que buscar las maneras de asegurar a las diferentes comunidades los servicios de salud, sexual y reproductiva, del tipo que sean, adecuadas a su realidad. Si al final pones una clínica con doctores que no hablan la lengua y no hay traductores, gastas dinero, pero no proporcionas el servicio. Está la rendición de cuentas, la transparencia, que muchas veces se ve como accesorio porque lo que importa es que llegue la despensa a tal sitio, y no si es efectiva o no, ésa es la medida.
Por qué la rendición de cuentas: se violan derechos humanos y al igual que exigimos rendición de cuentas cuando se viola el derecho a la integridad física de una persona cuando se le tortura, aquí también hay responsabilidades. Hay que rendir cuentas y decir qué se hace, cómo y para qué; cuál es su impacto, si hay aprendizaje o no; y si lo hay, cómo modificas las políticas públicas. Todo eso es fundamental.

Adhesión al Protocolo

Aquí hacemos una petición que a lo mejor es muy técnica, y es que México firme un acuerdo internacional llamado Protocolo Facultativo del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales. Un pacto de los años sesenta, en los que se reconocen como derechos humanos el derecho al agua, a la salud, a componentes socioeconómicos que durante años se cuestionó si eran derechos humanos o no. Hoy, ha crecido la escala de protección de los derechos humanos, y por eso se firma en los años sesenta ese pacto.
¿Qué ocurre?, que no tiene un mecanismo de supervisión de su cumplimiento. Hay mecanismos generales de Naciones Unidas, pero no hay uno que permita a una persona de una comunidad indígena de México ir ante la ONU y decir se me está violando tal derecho.
La ONU —aunque no puede obligar al mandatario del país a hacer algo— tiene de su lado la presión internacional y es una coacción muy importante para lograr avances en derechos humanos en México y en el mundo. La presión internacional no se da de un día para otro, pero funciona.
Los mecanismos de rendición de cuentas a nivel internacional pueden ayudar, pero no van a solucionar la pobreza de un día a otro; es uno de los múltiples mecanismos que pueden ayudar a que haya esta transparencia y que la presión no llegue sólo de una marcha en las calles de tal ciudad, sino que venga incluso de los máximos organismos internacionales.
¿Qué hay de la inclusión de políticas de generación de empleo?
Es importante que las políticas se evalúen por una razón: se habla mucho de que el crecimiento es necesario en la lucha contra la pobreza, y probablemente sea así, pero en sociedades muy desiguales en crecimiento no es la solución per se a la pobreza.
Necesitas garantizar que estén las políticas públicas, no basta con crecer. Lo hemos visto en países donde el crecimiento ha sido una condición necesaria, pero no suficiente, para la lucha contra la pobreza. Pensemos que al final, aunque una persona esté desempleada, el Estado mexicano tiene que garantizarles servicios de salud adecuados y dignos a esa persona.
No estamos en contra de las políticas de empleo ni mucho menos, sino que el Estado no puede quitarse su obligación sólo con decir tenemos políticas de empleo.
En México, uno de los elementos que Coneval evalúa es el tema de seguridad social, porque hay mucha gente empleada sin acceso al sistema de seguridad social; ¿qué implica?, que cuando sean personas mayores no van a tener una pensión y, por tanto, o trabajan toda su vida o, cuando no puedan hacerlo, no tendrán ningún apoyo y caerán en la pobreza, si no lo están ya.
Las políticas de empleo posiblemente son necesarias pero no suficientes para solventar el problema. Es importante garantizar mecanismos que sean estables, porque al final el empleo tiene un comportamiento cíclico con respecto a la economía. Asumimos que, cuando la economía crece y hay más empleo, se violan menos los derechos humanos que cuando hay una crisis y hay desempleo; entonces, ¿se violan más sus derechos humanos? Insisto, no es por decir que no haya políticas de empleo sino porque hay que ir más allá.
Otra sería una revisión del modelo económico…
Es importante que los derechos humanos se garanticen en todos los países, con independencia del modelo económico, social, político; por ejemplo, presentamos nuestro informe anual y revisamos países tan diferentes como Cuba y Estados Unidos. Los Estados tienen esa obligación con independencia de cuál sea su modelo político, económico.
Al final, los derechos humanos deben de ser garantizados a todas las personas con independencia de las opciones políticas de cada país. Hay maneras diversas de garantizar los derechos, por eso tampoco podemos decir: la política pública tiene que ser así, sino la política pública tiene que tener estos requisitos para ser eficaz, porque al final, lo que haga Rumania para garantizar los derechos de los rumanos es diferente de lo que hace Argentina o es distinto de lo que hace México.
El hecho de que este sexenio comenzó hablando de la pobreza y el lanzamiento de la Cruzada contra el Hambre es importante por una razón: porque en el sexenio anterior no se habló de pobreza, y en este gobierno sí.

Con los saldos que se dieron en el gobierno calderonista… 

Estamos trabajando con muchos problemas relacionados con situaciones de seguridad en el país, de tortura, desapariciones, arraigo; no es que no nos fijemos en esos conflictos, lo que pasa es que creemos que es importante que no sean sólo esas situaciones. Las problemáticas en México, por desgracia, son mucho más amplias y complejas, incluyendo la pobreza, la discriminación, los temas de seguridad.
Hay muchos ámbitos por mejorar, no podemos voltear hacia uno e ignorar otros, porque incluso pueden estar interrelacionados; por ejemplo, los defensores de las comunidades indígenas —que muchas veces están relacionados con los derechos al agua, a la tierra— se enfrentan a la violencia proveniente del narco o de la violencia estatal.
Hay casos de personas encarceladas con cargos falsos y su único delito es intentar que en su comunidad haya agua, y eso lo enfrentaba con el grupo caciquil local; los problemas se interrelacionan. Puede haber políticas focalizadas, tiene que haber elementos específicos en cada ámbito, pero no podemos cerrar a los ojos a una realidad como es la pobreza.
Las autoridades no pueden cerrar los ojos, ni tampoco la sociedad mexicana. Las cifras son terribles, pero México no está condenado a vivir así, no hay ninguna ley de la naturaleza que diga que México tiene que ser un país pobre; que mantenga a la mitad de la población en la pobreza y a 4/5 partes en riesgo, eso puede cambiar y para ello es fundamental la participación ciudadana. Hay muchas organizaciones que participan, visibilizan los problemas, la responsabilidad última es del Estado, pero como sociedad podemos influir; sabemos que es difícil, pero algunos de los avances que se han producido en materia de derechos humanos en México y el mundo han sido gracias a la presión de la sociedad civil. La gente tiene que informarse y movilizarse.

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