Drástica disminución de ingresos detiene jubilaciones y generación de nuevas plazas

Arturo Jiménez
 
Periódico La Jornada
Martes 1º de octubre de 2013, p. 38 

Entre los académicos de las instituciones de educación superior del país no se está dando un relevo generacional de manera fluida. Muchos de los investigadores y profesores de mayor edad no se deciden por la jubilación debido a la drástica disminución que habría en sus ingresos, a veces hasta de dos terceras partes. Ello ha impedido en gran medida la generación de plazas nuevas, que podrían ocupar los académicos jóvenes. Se trata de un problema mundial, pero en México parece más acentuado, dicen varios de ellos.
Imanol Ordorika, investigador y director general de Evaluación Institucional de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), reconoce: Hay un problema de envejecimiento de las plantas académicas de un buen número de universidades del país. Si se toma al Politécnico, la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), la UNAM y otras universidades de los estados, el promedio de edad se acerca a 60 años.
Señala que hasta dos terceras partes de los ingresos son pago por méritos: becas o pertenencia al Sistema Nacional de Investigadores (SNI) e incentivos internos de cada institución educativa, complementarios al salario base. Y cuando alguien se plantea la posibilidad de jubilarse sabe que el monto de la pensión se establecerá sólo a partir de su salario base. Y da un ejemplo: un profesor con 40 años de antigüedad, doctorado, titular C, nivel 3 del SNI y el nivel más alto del programa de estímulos de la UNAM (Pride) gana unos 100 mil pesos mensuales, pero si se jubila sólo recibiría la pensión del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (Issste), unos 18 mil pesos mensuales.
Ordorika dice que en ningún otro país se alcanza la proporción de ingresos de pago por méritos que hay en México, y agrega que instituciones mexicanas como El Colegio de México y la UNAM han establecido programas complementarios para apoyar la jubilación. Además de la pensión del Issste se otorga un ingreso mensual que, en el caso de la universidad, es de unos 10 mil pesos mensuales. También se busca que los académicos puedan continuar en el SNI.
Apenas se está buscando atacar el problema, pero muchas administraciones universitarias y el gobierno federal dejaron que creciera y se convirtiera en una carga muy fuerte para muchos centros de educación superior.
Romualdo López Zárate, rector de la UAM-Azcapotzalco, explica que la masificación de la educación superior de la década de los 70 implicó la contratación de muchos profesores, pero después no hubo un proceso programado de recambio generacional. Falta una política nacional al respecto, agrega. En otros países hay una jubilación obligatoria a determinada edad, pero también condiciones más atractivas para el jubilado.
María Elena Chan Núñez, jefa del Sistema de Universidad Virtual de la Universidad de Guadalajara, comenta que en esa institución también se menciona el asunto del envejecimiento de la planta académica como uno de los problemas a solucionar, sobre todo en las áreas de salud e ingenierías. Y dice que como parte de las acciones se creó un nuevo sistema de pensiones para, de manera independiente de las jubilaciones, renovar las plazas.
La falta de una jubilación digna hace que muchos continúen trabajando hasta que, como se dice, los saquen de las universidades con los tenis por delante. En el caso de la UNAM se creó un programa de jubilación para 200 académicos, y creo que habrá otra convocatoria, dice Judith Zubieta, del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM.
La consecuencia, concluye, es la ausencia de plazas para los académicos jóvenes, por eso tenemos gente con doctorado desempleada, o fuga de cerebros al exterior o desperdicio de talento, como cuando un matemático acaba vendiendo computadoras.

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