Las huelgas de Matamoros en su justa lectura


Revista Siempre!
marzo 22, 2019 | Por Martín Esparza
La inconformidad de los trabajadores de la frontera expresada en huelgas como las de Matamoros ha visibilizado, por un lado, la poca disposición de muchas empresas para contribuir a elevar el nivel de vida de sus empleados y, por otro, el largo camino que habrán de recorrer los nuevos ordenamientos laborales y la ratificación de acuerdos internacionales como el convenio 98 de la OIT, para ser respetados y aplicados en favor de los derechos de la clase obrera en México.
Apenas se tuvo conocimiento de la intención presidencial para elevar al doble los salarios mínimos a 176.72 pesos diarios en la franja fronteriza con Estados Unidos, los empresarios buscaron la forma de incumplir con diversas prestaciones sociales que venían otorgando a sus empleados, tales como bonos de puntualidad y de asistencia, entre otros beneficios.
Pensaron que con la añeja complicidad de los sindicatos de la CTM les sería fácil indexar esta reducción de prestaciones al salario para no desembolsar un solo peso de más, y de paso, tratar de engañar a las propias autoridades laborales diciendo que estaban cumpliendo con la disposición oficial cuando lo que se estaba cometiendo era una ilegalidad, pues por ley no se puede reducir ninguna prestación ya adquirida.
Como ya es costumbre, la clase empresarial y sus organismos cupulares echaron mano de una andanada mediática para tratar de confundir a la opinión pública argumentando que por culpa de las huelgas en la frontera se estaban perdiendo miles y miles de empleos y se ahuyentaban nuevas inversiones, cuando es sabido que para las empresas maquiladoras y otras trasnacionales más, como Coca-Cola, les es sumamente rentable contratar empleados del lado de la frontera mexicana pagándoles salarios muy inferiores a los que debe sufragar en su propio lado fronterizo, donde los sueldos promedian los 800 pesos mexicanos al día.
Con el apoyo y orientación de abogados independientes, los obreros de Matamoros propinaron un serio revés a un modelo sindical que por décadas alentó encubiertos contratos de protección y congeló el derecho a huelga como un arma legal y legítima para pelear por mejores salarios, condiciones laborales y prestaciones. De esta manera, la hegemonía que centrales como la CTM y la CROC ejercieron por décadas en los 42 municipios fronterizos derrumba.

Ha servido para visibilizar las magras condiciones laborales tanto de los trabajadores de la frontera como de todo el país.

Los trabajadores que están aprendiendo a defender sus derechos y a organizarse por su cuenta ya han solicitado el registro de organizaciones propias como el Sindicato Independiente del Movimiento Matamorense Obrero 20/32, ofreciendo todo su apoyo a los obreros de otras empresas que continúan en huelga.
La lucha apenas comienza porque la estrategia empresarial para tratar de birlar las prestaciones de miles de trabajadores excusando el alza al doble de los mínimos también se ha aplicado en la franja fronteriza de estados como Chihuahua.
Los abogados independientes han detectado además otras irregularidades, como la existencia de hasta cuatro contratos colectivos en una misma empresa como una forma de restar prestaciones y aumentar jornadas laborales. El asunto no tiene vuelta de hoja pues el movimiento obrero de Matamoros ha servido para visibilizar las magras condiciones laborales tanto de los trabajadores de la frontera como de todo el país. Es tarea del nuevo gobierno respetar el derecho a huelga y atender sus justas demandas para cumplir con la intención presidencial de mejorar sus condiciones de vida.

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