¿Recuerdas dónde naciste, SMEíta?

SME/LF del Centro. Redacción Comisión de Educación Cooperativa/Comisión de Economía Social y Solidaria

En uno de los barrios más antiguos de nuestra ciudad, la Colonia Guerrero, se habita un edificio enorme, de arquitectura sobresaliente. Si pasaras un domingo por ahí, cuando no hay mucha actividad, podrías pensar que se trata de una especie de fábrica, y claro que lo es: una fábrica de recuerdos, de sueños, de valentía, de aliento, de revolución y gloria.
En 1914, México estaba en medio de la Revolución y buscaba constituirse como una nación, mientras tanto, en Europa se gestaba el primer gran conflicto mundial, 1914 y los años que le siguieron hasta noviembre de 1918, que terminó la guerra, no fueron de tranquilidad y menos para los trabajadores.
Fue en diciembre cuando las reuniones de electricistas comenzaron. Sucedieron una tras otra, primero en las casas de algunos de ellos y finalmente en la azotea de la subestación La Nana, que recibiera ese apelativo como un sobrenombre cariñoso de los trabajadores que recibían de ella protección y sustento.

La historia dice que: “Al principio se pensaba formar una sociedad mutualista, pero en las últimas reuniones del 9 al 12 de diciembre, un grupo de trabajadores exigió la formación de un sindicato. En la reunión del día 12 en la subestación, se criticó al mutualismo y a pesar de los temores al despido y la amenaza patronal que planteaba: “asociación o trabajo”, se decidió la formación de un sindicato. El día 13 salió un manifiesto y una convocatoria para constituir el día 14 el Sindicato de Electricistas. Ese día, en uno de los salones del Departamento del Trabajo, prestado ex profeso por José Colado – funcionario del Departamento e integrante de la Casa del Obrero Mundial- se realizó la asamblea constitutiva del SME. Había pocos electricistas de la Mexican, en mayor número estaban los telefonistas y electricistas privados. Los tranviarios se presentaron a la asamblea proponiendo se unieran a su sindicato, pero no fueron secundados ya que por mayoría se decidió formar otro. En el primer comité estaba Luís R. Ochoa y Ernesto Velasco como secretarios general y del interior respectivamente. En la siguiente asamblea, del 21 de diciembre, se le cambió el nombre de Sindicato de Empleados y Obreros del Ramo Eléctrico por el del Sindicato Mexicano de Electricistas...”[1]
¡Despertaron las consciencias dormidas para nunca volver a caer en el letargo! Los electricistas sabían que formaban parte de una industria estratégica, además llevaban a cabo procesos de trabajo modernos para la época, lo que en muy poco tiempo les permitió ser el eje de las acciones sindicales de los obreros en la ciudad.

Hoy, La Nana, emblemática, se conserva haciendo frente a las embestidas del tiempo. El arte y la cultura hoy se encargan de resguardarla a través de Conarte, una Asociación Civil que, por medio de donaciones, trabaja para fomentar la no violencia y la cultura de paz, y procura hacer un trabajo transversal en la sociedad con una característica muy importante: la práctica de la ayuda mutua.
Por medio de las artes, contrarrestan los posibles vicios que en esa zona predominan, apoyan a niños y jóvenes de todas las edades a mantener su mente y cuerpo sanos para dejar de lado sus posibilidades de caer en prácticas delictivas, a cambio de una cuota simbólica que sólo sirve para cubrir el sueldo de los maestros.
Desde la azotea histórica de La Nana, que hoy se encuentra totalmente lisa y cubierta de impermeabilizante de color rojizo, se puede apreciar a dos testigos de su historia, la Iglesia San Juan de Dios y la de la Santa Veracruz, ubicadas en la bella, hundida y aislada Plaza de la Santa Veracruz. En la primera se venera a San Antonio de Padua y durante siglos fue el centro de peregrinaje de las mujeres solteras; la segunda, además de su arquitectura, llama la atención por el visible hundimiento del inmueble y porque guarda los restos del arquitecto y escultor Manuel Tolsá; es una de las iglesias más antiguas de la ciudad, los historiadores cuentan que fue establecida por una hermandad religiosa fundada por Hernán Cortés en 1568.

Dentro de La Nana aún podemos encontrar vestigios de la historia electricista: ahí se encuentra uno de los generadores más antiguos de la historia, mismo que han querido obtener distintos coleccionistas que, como nosotros los electricistas, saben lo que representa.
Los trabajadores de Conarte, con gran preocupación buscaron el apoyo del Sindicato Mexicano de Electricistas, pues la Comisión Federal de Electricidad, además de empeñarse en la colocación de medidores de luz que destruirían la fachada histórica, de manera abrupta cortó el servicio de luz exigiendo el pago de una cifra exagerada que por nada llega al precio de la historia que envuelve el lugar. Para nosotros este sitio es invaluable, y por ello, con gran orgullo hoy devolvemos la luz a este longevo edificio que guarda tantos acontecimientos, en especial aquel que dio origen a nuestra tradición sindicalista y de lucha por la defensa de los derechos del trabajador electricista. No se equivocaron, al buscarnos nos han devuelto a nuestro origen.
[1]Página web del Sindicato Mexicano de Electricistas, Sección “Historia”, Ciudad de México, http://www.sme.org.mx/historia.html
C. Isabel de la Rosa.

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