El Despertar - Los motivos de Felipe

José Agustín Ortiz Pinchetti
¿Qué quiso decir Calderón en el último ataque a AMLO? ¿Para qué quiso decirlo? Usar la palabra del poder en forma irresponsable refleja la baja calidad del líder. No queda claro si Calderón sigue con la idea de que Andrés es un peligro para México. Cuando el entrevistador se lo pregunta, contesta: “pues ojalá y no… no se, ojalá”, lo que sí confirmó fue que la campaña de rencor y de odio antes y después de las elecciones hizo un daño terrible a México. Aquí no sabe uno si se refiere a la de Andrés o a la propia.

Era fácil predecir los efectos. Andrés Manuel pudo contestarle, sin despeinarse, que mejor haría en pedirle perdón al pueblo por su desastroso desempeño, incluso mostrarse generoso, a pesar de los 30 mil muertos provocados por ineptitud no se atrevería a llamar a Calderón “peligro para México”. La defensa del PAN nula. Creel lo critica en forma sesgada y Manuel Espino en forma abierta y dura. Incluso revela que como presidente del partido se opuso a la guerra sucia contra Andrés. El PRI aprovechó para tundir a Felipe. La dirigencia del PRD suspendió la guerra de declaraciones contra Andrés y salió a defenderlo. Con excepción de los plumíferos, los opinadores se inclinaron a condenarlo.

Y aquí vienen las interpretaciones. Supongamos que Felipe jugó una carambola para: 1) Quitarse de encima las alianzas con el PRD y favorecer al PRI. 2) Favorecer a Andrés Manuel para dañar al PRI. 3) Contestar los problemas internos del PAN. 4) Demostrar a Estados Unidos que es duro. 5) Darle gusto a Molinar Horcasitas. 6) Desviar la atención sin otro propósito que desviar la atención.
Una explicación sencilla: el Cisen le ha informado que crece el potencial de Andrés Manuel. Que tiene cada vez más partidarios. Que ahora la gente piensa que el verdadero peligro para México son Calderón y los panistas. ¿Y un desahogo? Un hombre de mentalidad culpígena debe vivir atormentado, sabe que hizo trampa para ganar las elecciones. Quizá tiene pesadillas: se ve monarca con ropa de armiño y ve a Elba Esther que quiere coronarlo. Los historiadores sicoanalistas del futuro tendrán la última palabra.

¿Por qué no aceptar que fue un dislate, quizás producto de un estado momentáneo e inducido de confusión? Lean cómo se contradice: cómo cantinflea, cómo se olvida de la frase “haiga sido como haiga sido”, el lema de su sexenio, cómo se queja de las mentadas en los twitters. No soy de los que propalan que Calderón tiene “problemas con el alcohol”. Pero pienso que pudo haber tenido un episodio, aislado si se quiere, pero inoportuno. Yo los he tenido ¿quién no? Y en esa instancia uno dice bravatas, saca los trapos sucios. Concedamos el beneficio de la duda a Calderón. Y ya que su equipo está intentando controlar los daños y opacar la cuestión corramos un velo de pudor al incidente.

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