El terrorismo de ultraderecha deja indefensa a Noruega y pone en su mira a Europa

lunes 25 de julio de 2011

Armando Pérez (RIA NOVOSTI)

El doble atentado perpetrado el pasado fin de semana en Noruega por un fanático islamofóbico y racista con al menos 93 muertos, casi cien heridos, desaparecidos y el centro de Oslo destruido, dejó en evidencia la absoluta vulnerabilidad de la población del país nórdico ante el terrorismo de ultraderecha, que a cualquier momento puede atacar otros países de Europa mas afectados por la crisis económica y las contradicciones entre la población nativa y los inmigrantes.

Inicialmente, el pasado viernes tuvo lugar una potente explosión en el centro de Oslo que causó siete muertos y daños considerables a varios edificios de instituciones públicas, entre ellos las oficinas del primer ministro noruego, el laborista Jens Stoltenberg, que en el momento de la explosión estaba ausente.

A juzgar por los daños en el atentado en el centro de Oslo explotaron centenares de kilogramos de explosivos ocultos en un camión aparcado en la vía.

Expertos noruegos filtraron a la prensa que la explosión pudo causar daños más graves porque estalló sólo parte de los explosivos que preparó el terrorista en el vehículo.

Pero el infierno comenzó horas después en una pequeña isla en un lago cerca de Oslo, donde apareció un hombre vestido con uniforme de policía que comenzó a disparar a sangre fría contra jóvenes militantes del gobernante Partido Laborista.

En las primeras horas que siguieron al doble atentado y sin contar con información comprobada, la prensa internacional difundió versiones de que extremistas islámicos pudieron ser los autores de la horrible matanza en Oslo.

El diario estadounidense The New York Times, incluso informó que un grupo islamista llamado Ansar al-Yihad al-Alami (Colaboradores de la Yihad Mundial) se atribuyó los atentados.

Al respecto, la prensa comentó que por lo visto los extremistas islámicos decidieron castigar a Noruega por su participación en la operación antiterrorista en Afganistán, y también por cooperar en la coalición internacional de la OTAN en Libia.

Expertos citados por diarios europeos tampoco descartaron que los atentados fueron perpetrados para vengar la muerte del Osama Bin Laden, teniendo en cuenta que la mayor parte de los 150.000 inmigrantes residentes en Noruega son de procedencia paquistaní.

Pero las autoridades noruegas no pudieron afirmar que en doble atentado en Oslo y la isla de Utoya participó una red profesional de terroristas islamistas, y todo parece indicar que la mayor matanza ocurrida en Noruega desde la II Guerra Mundial es obra de un hombre solitario envenado de odio contra los marxistas, los musulmanes y los inmigrantes extranjeros.

Según la policía noruega a partir de testimonios del único detenido, el autor del doble atentado es Anders Behring Breivik, de 32 años, un noruego de clase media, y sin antecedentes penales que actuó por su cuenta y riesgo sin cómplices y con sus propios recursos.

Según investigaciones preliminares de la policía, Behring Breivik de su bolsillo compró a mayoristas varias toneladas de nitrato de amonio con el que pudo fabricar la bomba que destruyó el centro de Oslo, y también un fusil Ruger Mini 14 y una pistola semiautomática Glock que utilizó para ejecutar a por lo menos 87 de sus compatriotas con una crueldad que dejó perpleja a la opinión pública noruega y mundial.

Como se supo posteriormente, el terrorista usó un tipo de munición especial prohibida incluso en las guerras para causar el mayor daño posible a sus víctimas y varios días antes del atentado, publicó en Internet un extenso manifiesto de casi 1.500 páginas en el que declaró la guerra a muerte a inmigrantes y marxistas y explicó los detalles para preparar el doble atentado.

Al comentar los atentados, expertos rusos en la prensa opinaron que el terrorismo perpetrado por individuos solitarios es tan o más peligroso que los de las agrupaciones extremistas porque como en el caso de Behring, al hacerse pasar por ciudadanos corrientes, pueden preparar sus atentados sin despertar la más mínima sospecha.

La inoperancia de las instituciones responsables de la seguridad y el orden público quedó demostrada en un reciente informe del servicio secreto noruego PST que simplemente descartó el peligro de la extrema derecha en el país nórdico.

"Como los años precedentes, los grupúsculos de ultraderecha y ultraizquierda no representan una amenaza seria para la sociedad noruega en 2011. Se produjo un aumento de la actividad de los grupos de ultraderecha en 2010 y esta actividad debe proseguir en 2011", indicó el informe del PST.

Expertos citados por el diario Estrella Roja, órgano de difusión del ministerio de Defensa de Rusia indicaron que además de la miopía de los servicios de seguridad el atentado en Oslo es producto de la irresponsabilidad de los políticos europeos al manipular el problema de los inmigrantes como moneda de cambio en el proceso electoral.

Así, la intolerancia étnica de personas como Behring está en parte estimulada por el extremismo político, tintado de nacionalismo y xenofobia, últimamente el recurso más utilizado por los políticos europeos para explicar los errores en política nacional de sus gobiernos.

El presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, la cancillera alemana Angela Merkel y el primer ministro británico David Cameron han incluido en su lenguaje la tesis del fracaso completo del multiculturalismo en Europa, y por lo visto, la ultraderecha interpreta ese fracaso con el uso indiscriminado de la violencia.

Y la extrema derecha no es extraña en Noruega, en el país está representada por el Partido del Progreso, que en las elecciones generales de 2009 obtuvo casi el 23% de los votos. Behring militó en esta formación y durante dos años fue responsable local del movimiento juvenil.

Es decir, campo abonado para fanáticos como Behring y no sólo en Noruega, un país con un índice de paro bajo y económicamente estable en comparación con otros países europeos, con economías resentidas por la crisis, alto desempleo y población inmigrante todavía mayor.

La derecha nacionalista y xenófoba tiene auge en Austria, Hungría, Países Bajos, Suiza, Reino Unido donde han aparecido partidos en capacidad de influir en la política interna de cada país y en ocasiones desde el propio Gobierno, como la Liga Norte en Italia.

Ante estas perspectivas, el aciago precedente establecido en Noruega puede repetirse en otras ciudades del Viejo Continente, elevando a niveles insostenibles el pánico que siente la población ante la perspectiva de que a cualquier momento, puede ser víctima selectiva del terrorismo islamista o de extrema derecha.

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