México: Sandoval Íñiguez y Washington

lunes 25 de julio de 2011

Eduardo Ibarra Aguirre (FORUMENLINEA)

Gracias a los extraordinarios servicios de Wikileaks y su director Julian Assange --bajo proceso judicial en Londres--, pero no en menor medida por la afortunada intercepción de archivos electrónicos del Departamento de Estado por el valiente y ejemplar soldado que hoy está en prisión y seguramente bajo tortura, sin que la opinión pública se ocupe de su suerte, fue posible enterarse que Juan Sandoval Íñiguez solicitó el 28 de marzo de 2006 al embajador de Estados Unidos en el Vaticano, Francis Rooney, que interpusiera sus buenos oficios ante George W. Bush para frenar el avances de las izquierdas en América Latina y específicamente en México a Andrés Manuel López Obrador.

Como es natural, el vocero de la Arquidiócesis de Guadalajara, Antonio Gutiérrez Montaño, previa consulta telefónica con su jefe que se encontraba en Brasil, negó el contenido del cable 06VATICAN61 redactado por la embajada estadunidense, pero cometió un error cuando apostó con torpeza:

“López Obrador puede constatar lo inverosímil del asunto porque las veces que pidió entrevistarse con el cardenal Sandoval, cuando estuvo en la campaña para presidente en 2006 (el prelado) lo recibió”. Incluso, abundó, un mes antes de la reunión en Roma, que sólo fue para pedirle dólares al católico embajador para la construcción del Santuario de los Mártires de Cristo. Obra para la que el Gober piadoso pretendió aportar 90 millones de pesos del erario, entregó los primeros 30 y la opinión pública lo obligó a regresarlos.

El dirigente del Movimiento Regeneración Nacional acusó respuesta desde Jiutepec, Morelos, “no me consta que el cardenal haya pedido eso al representante de Washington en el Vaticano. A mí lo que me consta es que nos robaron la Presidencia”.

Exhibió, así, al político que desde su casa de Tlaquepaque y la catedral fija lineamientos sobre los más diversos temas, como denunciar a los ministros de la Suprema Corte como “maiceados por Marcelo Ebrard” (agosto de 2010), estigmatizar a los no heterosexuales (“Les gustaría que los adopten una pareja de maricones o lesbianas”), llamar a no votar “por los partidos que apoyen el aborto o las uniones de homosexuales”, exigir a AMLO (septiembre de 2006) reconocer el triunfo de Felipe Calderón porque el malestar electoral es un “problema cómico” y un larguísimo etcétera que da lugar a que colegas lo definan como vicegobernador de Jalisco.

Está filmado, por ejemplo, el permiso público que alcoholizado le solicitó Emilio González Márquez, en un acto público donde recordó a la autora de sus días a “los que nos critican señor cardenal”.

La Conferencia del Episcopado Mexicano se atrevió a ir más lejos cuando se percató que el de Macuspana, Tabasco, no cayó en el garlito del vocero de Juan Sandoval, quien a los 78 años de edad es de los favoritos del Vaticano.

“Mentira filtrada” que “busca dañar a México y a la Iglesia católica”, “absolutamente falsa” y hasta “calumnia”, fueron algunas de las perlas del rosario utilizadas por la jerarquía católica hecha organización para ejercer un mayor poder y no precisamente institucional, sino fáctico.

Cuando muchos mexicanos testifican a través de los medios de comunicación la incontinencia verbal del ultraconservador jerarca que se ordenó como sacerdote hace 54 años, sus compañeros juran y perjuran que a Sandoval “no le interesa intervenir en los asuntos políticos del país”. En efecto, no sólo interviene, sino dirige y dicta línea política a su institución.

Nada tiene de casual, entonces, que el jefe de Gobierno capitalino interpusiera denuncia contra el influyentísimo jalisciense por daño moral ante el Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal.

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