PAN haría entrega adelantada del poder si declina Bravo; fiasco lo de Cordero

Félix Fuentes

EL UNIVERSAL

El ínfimo porcentaje de aceptación de Bravo Mena (14%) y el “destape” abrupto para candidato presidencial del secretario de Hacienda, Ernesto Cordero, profundizó las fisuras panistas, más allá de lo imaginado por el presidente Felipe Calderón y el líder blanquiazul, Gustavo Madero.

Ni los pesimistas del PAN esperaban que su candidato para el gobierno del Estado de México, Bravo Mena, recibiera el abrumador desprecio de los votantes mexiquenses. Por ello se comenta en el partido blanquiazul que el guanajuatense debiera tirar la toalla y declinar a favor de la coalición de izquierda.

Sin embargo, Bravo Mena saca fuerzas de flaqueza y rechaza la rendición. “¡Que lo hagan otros!”, expresó con énfasis y cree que puede ganar la elección, lo cual es imposible a un mes de los comicios.

Encinas tampoco cedería sus votos al PAN si supera a este partido en las encuestas y ha presumido su ideología de izquierda y el rechazo a alianzas con la extrema derecha.

En las filas blanquiazules no se descarta que una orden de Los Pinos obligue al ex embajador en el Vaticano a renunciar a su candidatura. Sería trágico para Acción Nacional porque si abandona a la entidad con mayor número de votantes, de antemano entregaría el poder en la próxima sucesión presidencial.

Según el líder del PRD, Jesús Zambrano, en la campaña del 2012 la disputa será entre PRI y PRD. Tampoco se debe caer en estas habladurías. Felipe Calderón ejerce el poder y, como se ha dicho miles de veces, se niega a ceder la estafeta al priísmo y pudiera incurrir en acciones desesperadas. Por esto se encuentran en estado de alerta los tricolores.

Bravo Mena recurre a la imagen de mártir por las agresiones que ha recibido. La primera sucedió en la FES Acatlán. Fue un acto de provocación porque se trata de un centro educativo de la UNAM, a la cual le han empequeñecido sus presupuestos los gobiernos panistas y la relación de ambas partes es de extrema frialdad.

En otro evento, trabajadores de la extinta Luz y Fuerza del Centro abuchearon y lanzaron huevos a Bravo. Todo mundo conoce esta historia. Sin arreglo previo con el sindicato de esa empresa, el gobierno de Calderón le dejó caer la guillotina y lo partió en dos. Los disidentes no se rinden y agraden al panismo.

Bravo es blanco de los electricistas y clama por protección. Su partido responsabiliza a los despedidos de LyFC, pero debiera dirigir los reclamos al secretario del Trabajo, Javier Lozano, artífice del garrotazo a ese gremio.

FALTO DE LÍDERES, el PAN carece de un prospecto de fuerza para el 2012. Se ridiculizó el senador Gustavo Madero cuando habló de diez prospectos y mencionó siete, a duras penas. De pronto, 134 panistas se pronunciaron mediante una carta a favor del titular de Hacienda, Ernesto Cordero, favorito del presidente Calderón.

El senador Santiago Creel puso el grito en el cielo y condenó el dedazo. La diputada Josefina Vázquez Mota, promovida por el expulsado del PAN, Manuel Espino, dijo que el suelo no es parejo y Creel propuso emparejarlo. Tampoco aceptaron a Cordero el titular de la SEP, Alonso Lujambio —fracasado del monumento “Estela de Luz”— y el secretario del Trabajo, ex priísta que hoy se proclama gallo de Acción Nacional.

Total, ni fue dado el dedazo autoritario a favor de Cordero, como estilaba el viejo PRI, ni hubo acuerdo de los “presidenciables” con Los Pinos para imprimir cariz democrático al proceso. El “destape” de Cordero fue hecho al aventón y fuera de tiempo. Para el hacendario resultó una quemada de tercer grado, como las que ponen en peligro la vida.

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