La revolución de Correa tiene menos de soviética y más de Roosevelt: historiador

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El presidente de Ecuador, Rafael Correa, ayer en un encuentro con corresponsales extranjeros en el palacio de gobierno de QuitoFoto Ap
 
Blanche Petrich
Enviada
Periódico La Jornada
Jueves 21 de febrero de 2013, p. 26

Quito, 20 de febrero. El gobierno de Rafael Correa tomó durante su primer periodo de gobierno (2006-2013) dos drásticas medidas que le permitieron disminuir en muy corto plazo la deuda externa a la mitad, cuadruplicar los ingresos petroleros y multiplicar los ingresos fiscales, lo que convirtió a Ecuador en un Estado con recursos y finanzas sanas, explica Jorge Núñez Sánchez, vicepresidente de la Academia Nacional de Historia.

Autor de más de 60 libros, el académico asegura: sólo por estas dos decisiones Correa hubiera entrado a la historia del país. Yo lo considero, después de Eloy Alfaro, el gobernante más importante en el devenir de Ecuador. Aunque Alfaro tuvo que gobernar a caballo, combatiendo a fuego cruzado entre guerrillas liberales y conservadoras hasta que cayó asesinado. Y Correa lleva las riendas en un periodo de paz y estabilidad.
Pero para consolidar esta obra transformadora, subraya el historiador, faltan bastantes cosas y una de ellas es la revolución agraria. En un país con más de la mitad de la población en zonas rurales no hay revolución posible sin este componente. Y ahí hemos avanzado con pies de plomo,
Multipremiado, con estudios en el Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM y en el INAH, Núñez Sánchez comparte en entrevista su visión de la coyuntura.

–Da la impresión que Estados Unidos no tiene problema para convivir con un proyecto como este. Correa no ha sido objeto de las campañas de hostilidad que caracterizaron hasta hace algunos años la relación de Washington y Venezuela.

–Quizás Ecuador no ha merecido un acoso mayor de Washington porque el presidente Rafael Correa nunca hizo profesión de fe antiyanqui. Es un gobierno que privilegia los intereses nacionales y la equidad en las relaciones internacionales. Pero desde esa posición nunca dejó pasar un solo agravio de Estados Unidos.
–Adoptó medidas que fueron consideradas inamistosas por la prensa y el gobierno de Estados Unidos pero el precio político fue controlable ¿no es así?

–Yo diría que la seriedad con la que toma esas decisiones, siempre con causa, inspira respeto. No hay que pasar por alto que esta revolución ciudadana tiene mucho de la experiencia estadunidense del New Deal (el nuevo trato): incentivar el desarrollo en las zonas deprimidas, la industrialización, utilizar para beneficio del país mecanismos propios del sistema capitalista. Digamos que esta revolución tiene menos de soviética y más de Roosevelt. Pudo haber influido el hecho de que Correa estudió en una universidad en Estados Unidos y que es un conocedor profundo del keynesianismo y el neokeynesianismo.

 
 –Una, definitivamente el cierre de la base naval de Manta (julio, 2009). Esta había sido concedida ilegalmente por el gobierno de Jamil Mahuad 10 años antes, supuestamente como una base de operaciones antinarco. Terminó siendo un enclave aeronaval de espionaje y operaciones contrainsurgentes donde los militares estadunidenses cometieron atrocidades. Se hundieron quizás unos 30 barcos de pescadores ecuatorianos.

“Otra medida fue la cancelación y la expulsión de una misión del Banco Mundial que trabajaba directamente desde el interior del Banco Central del país, tomando decisiones que no le competían.

“La suerte es que Correa es un economista muy bien formado, con un gran conocimiento de los tejes y manejes de las políticas de estas instituciones internacionales de crédito y comprendió desde el principio los resortes internos con los cuales esta banca agiganta las deudas externas de nuestros países. Toma decisiones sorpresivas pero no improvisadas. Detrás hay mucha reflexión, mucho cálculo.

“Pero para mí hay dos decisiones de mayor calado histórico. Una, la renegociación de la deuda externa. Durante el gobierno de Lucio Gutiérrez, en su entreguismo a las políticas del Fondo Monetario Internacional, se creó un fondo especial en cuentas del Estado destinado a pagar la deuda externa. El gobierno contrataba créditos y convertía la deuda en bonos de libre circulación en el mercado. De modo que si al país le iba mal en su economía, los bonos perdían valor. Pero si la economía se reactivaba, los bonos subían. Los ingresos iban directo al fondo para pagar la deuda que se multiplicaba constantemente.

 
 
Renegociar convenios petroleros, enre las grandes decisiones

“Lo primero que hizo al llegar a la presidencia fue renegociar todos estos paquetes de deuda. Compró esos bonos a los tenedores privados. Y cuando estaban a su menor precio los fue pagando. Solamente con esto bajó la deuda 6 mil millones de dólares.

“La otra fue la renegociación de los convenios petroleros. Los gobiernos anteriores permitían que las trasnacionales se llevaran 80 por ciento de las utilidades y dejaran el 20. Correa canceló todos estos contratos con empresas privadas internacionales pero también nacionales. En adelante ya no se firmaron concesiones sino que se contrataron servicios bajo el criterio de que el Estado, como dueño de los recursos, no cede derechos. Con este mecanismo 80 por ciento de las ganancias se quedan para las arcas públicas. Y el negocio de llevarse el 20 por ciento restante sigue siendo tan bueno que muchas compañías aceptaron. Algunas, como Chevron, siguen peleando en tribunales internacionales como la CYADI pero en general la industria no se afectó.

–¿Qué hace falta para hacer irreversible esta revolución?

–Aquí no puede haber revolución sin revolución agraria. Y el gobierno ha avanzado con pies de plomo por considerar que hay que crear un nuevo sistema productivo y no anarquizar la agricultura, que traería hambre. En el pasado Ecuador ensayó otras tres reformas agrarias, una bajo la égida de la Alianza para el Progreso y otra bajo una dictadura militar, en los 60. Pero aunque desapareció el latifundio el proceso se frenó.

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