Parques eólicos arrasan el Istmo de Tehuantepec

En:Articulistas Fecha:17 agosto, 2013

Toque Crítico
Despojo a indígenas y campesinos
Martín Esparza

Presentados  como el modelo de generación de energía eléctrica limpia y protectora de la ecología, los parques eólicos, alentados  por la CFE en el pasado sexenio,  bajo el modelo de productores independientes, son en realidad la causa de graves conflictos sociales  en regiones como el Istmo de Tehuantepec, donde los despojos en contra de comunidades indígenas  operados con la anuencia y complicidad de los gobiernos federal, estatal y municipal, han puesto en peligro su supervivencia  al destruir no sólo su ancestral patrimonio biocultural sino sus propios medios de subsistencia como el cultivo de la tierra, obligándolos a un forzado desplazamiento.

La imposición de estos megaproyectos que sólo han beneficiado a empresas trasnacionales como la ibérica Ibedrola —a la que asesora Georgina Kessel, ex secretaria de Energía—, se ha traducido en uno de los peores engaños en contra de los indígenas del Istmo a quienes, mediante engaños y presiones de las autoridades, les obligaron a rentar sus tierras hasta por 30 años sin que hasta el momento reciban los beneficios de las ganancias que producen ya los aerogeneradores que se instalaron en sus antes productivas tierras de cultivo.

La petición de justicia se ha tornado en un auténtico movimiento social de resistencia para evitar más abusos y despojos, como quedó de manifiesto durante la realización del Seminario Internacional Megaproyectos de Energía y Territorios Indígenas. El Istmo en la Encrucijada, que se realizó a finales del pasado mes de julio en Juchitán, Oaxaca, en donde participaron, además de indígenas y campesinos de la región, ponentes de México y  países como Brasil y Argentina.

El encuentro permitió decantar puntos en común sobre la forma en que la voracidad de las trasnacionales, en contubernio con los gobiernos neoliberales, está utilizando el tema del calentamiento global como discurso y justificante para impulsar estos proyectos eólicos, no importando la destrucción del patrimonio biocultural de muchas comunidades, pueblos y regiones, no sólo en nuestro país sino en todo el continente.

Ante la injusticia y total falta de apoyo de las autoridades, las comunidades afectadas en el Istmo se han organizado por sí mismas pues la situación que enfrentan es sumamente grave ya que la superficie potencialmente afectada por la ambición de las trasnacionales y la complicidad, en la anterior administración,  de la CFE y la propia Semanart —cuyas aprobaciones de impacto ambiental resultan cuestionables—, alcanza los 6 mil 600 km2, que representa casi el 40 por ciento del territorio del Istmo.

El despojo a indígenas y campesinos ha ocasionado no únicamente graves daños al ecosistema de la región, sino a las actividades relacionadas con la forma de vida tradicional y de obtención de recursos como lo son la pesca y el cultivo de la tierra, medios ancestrales de subsistencia  que constituyen una clara violación a su derecho al trabajo.

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