Regresa un grito que hacía tiempo no se oía: "¡Cuauhtémoc, Cuauhtémoc!"

Arturo Cano
 
Periódico La Jornada
Martes 20 de agosto de 2013, p. 3
 
Una nube de reporteros, militantes corporativizados, legisladores y ayudantes suda y puja la corta caminata del Monumento a la Revolución a la (todavía) nueva sede del Senado.
Cuauhtémoc Cárdenas, líder moral del Partido de la Revolución Democrática, está de regreso. En medio de pisotones y jaloneos vuelve el grito de tres campañas presidenciales: ¡Cuauhtémoc, Cuauhtémoc!
¿Hace cuánto tiempo que el ingeniero michoacano no encabezaba un acto masivo del PRD? Muchos años, pero necesitamos un líder, dice un dirigente del partido que quiere alcanzar la primera fila, la descubierta donde caminan rumbo a la sede de esa cámara las principales figuras del más grande partido de la izquierda mexicana.
Hace poco más de nueve años, Cárdenas abandonó la sede del congreso perredista en medio de otro grito. ¡Obrador, Obrador!, gritaban a su salida muchos de quienes ahora se suman a la pequeña marcha.
¿Causas o jefes?
La llegada de la familia Cárdenas –Celeste, esposa del ex jefe de Gobierno, carga un ramo de flores para la tumba del general de Jiquilpan– es esperada por la escasa asistencia recibiendo camisetas, agitando banderines y gritando ya no las viejas consignas de la izquierda, sino los nombres del delegado fulano o la diputada zutana. Ya no parece haber causas, sino jefes, pese a que el tema que convoca ha sido, desde el principio de los tiempos, bandera y esencia fundadora de esa confluencia frentista que nunca dejó de ser el PRD.
Un enmascarado amarillo se pasea entre la gente con un megáfono en una mano, y en la otra un rayo de cartón y papel dorado. Se hace llamar Rayito de Esperanza. Aquí y allá le preguntan sobre la concentración del próximo 8 de septiembre y sobre el futuro de la izquierda partidista. El PRD existirá mientras haya desigualdad, dice. Y contesta otra pregunta: “Andrés Manuel es un luchador nuestro, el big brother del PRD”.
Mientras Rayito arenga, la clase política perredista se va reuniendo para recibir a los Cárdenas.
Jesús Zambrano, Luis Miguel Barbosa, Alejandro Encinas, Dolores Padierna y otros se trasladan a una carpa colocada bajo la cúpula del monumento, y esperan. Pero el ingeniero entra por otro lado, en medio de desganados aplausos.
Hace un par de décadas, un viejo priísta charlaba con un grupo de perredistas, militantes que estrenaban partido: A ver cómo aguantan a Cuauhtémoc, porque en el PRI siempre que iba perdiendo una discusión se agachaba y de debajo de la mesa sacaba la estatua de don Lázaro. Ya no había manera de discutir, siempre nos ganaba a estatuazos.
Algo le queda al nuevo PRI de esa vieja anécdota. Enrique Peña Nieto, político prevenido, se anticipó con la estatua. No es el único. Ayunos de una figura unificadora, todos los perredistas, especialmente los alegres creadores y defensores del Pacto por México, echan mano de Cuauhtémoc Cárdenas, quien, así, se convierte en el orador único, encargado de presentar una visión nacionalista y progresista que corresponde a la de un país que busca el rescate y ejercicio pleno de su soberanía.
Dos pantallas enormes, un templete para la prensa y una carpa ocultan parcialmente la Plaza de la República, semivacía, para decirlo de manera cortés. La semana pasada, el propio Cárdenas y otros dirigentes expresaron sus dudas sobre la conveniencia de usar esta plaza para presentar su propuesta de reforma energética. La dirección nacional se empecinó, con el resultado a la vista.
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Jesús Zambrano, Cuauhtémoc Cárdenas y Alejandro Sánchez durante la presentación del proyecto del sol azteca Foto Cristina Rodríguez Reforma EnergéticaFoto Cristina Rodríguez
Viendo la plaza, se tiende a creer a los líderes contrarios a Nueva Izquierda, algunos de los cuales afirman que “los chuchos no han movido, ni moverán, un dedo para la resistencia contra la reforma peñista”. Fuera de la retórica, se entiende.
En el mitin contra la privatización de Pemex –ventajas de un partido que se va acercando a la madurez– buena parte de la seguridad corre a cargo de una empresa privada. La mayor parte de las mantas y los carteles son mandados a hacer y en el presídium dominan los trajes y las corbatas.
El trozo de una canción, con la voz de Amparo Ochoa, es lo único que recuerda los tiempos idos de la izquierda mexicana.
Bueno, eso y la lectura monocorde, firme y clara, pero sin afanes de gran orador, del ingeniero Cárdenas.
La consulta y el puente
En sus ediciones de este lunes, los diarios han adelantado las líneas centrales de la propuesta perredista, que el ex gobernador de Michoacán resume frente a la cúpula de su partido.
El alud propagandístico (del gobierno) se concentra en el 27, pero la reforma más grave, la más perjudicial, es la que derivara de la reforma del 28; con ella el Estado perdería la exclusividad en el manejo de las áreas estratégicas de la industria petrolera.
En contrapartida, el PRD propone reformas a 12 leyes secundarias sin modificar la Constitución y dejar fuera del consejo de administración de Pemex a la Secretaría de Hacienda, luego de criticar fuertemente el régimen fiscal de la paraestatal.
Con este régimen de pago por adelantado de impuestos, habría que ver quiénes son los particulares que van a celebrar contratos de utilidad compartida, o despojo seguro, con el Estado.
Cárdenas vuelve a criticar el uso, por el gobierno peñista, de la figura del hombre cuyos restos reposan a sus espaldas, su padre: ofende a quienes verdaderamente se identifican con sus ideas y su obra, ofende la inteligencia y el sentido común, nadie más lejos de una política entreguista que Lázaro Cárdenas, nadie más lejos de mentir al pueblo mexicano, nadie más lejos del oportunismo demagógico.
El punto central del discurso es, sin embargo, la iniciativa de convocar a una consulta popular para echar abajo las reformas constitucionales propuestas por el Presidente, si se diera la desgracia de que fueran aprobadas próximamente.
Cárdenas se ofrece para encabezar el esfuerzo: Les digo además que desde ahora dejaré otros asuntos y me lanzo de lleno a preparar esta campaña.
En este punto, gritos aislados claman: ¡Ocho de septiembre, movilización!, en referencia al mitin convocado por Andrés Manuel López Obrador para esa fecha en el Zócalo.
Cárdenas sale en medio de empujones. Detrás de él avanza la plana mayor del perredismo. Con la propuesta de consulta popular sacamos de ritmo al gobierno, dice, satisfecho, el senador Manuel Camacho Solís.
El ex regente asegura que ya preguntó a sus contactos en la Corte Suprema y que la consulta popular es factible, aun cuando la reforma que creó la figura no está reglamentada. La consulta sería, de realizarse, concurrente con las elecciones intermedias de 2015.
Andrés Manuel ya dijo que sí al referendo, y además esta propuesta le tiende un puente, porque 2015 es el año de Morena, dice Camacho, mientras el pequeño contingente avanza por la lateral del Paseo de la Reforma, con ese solo grito que hace un buen tiempo no se escuchaba: ¡Cuauhtémoc, Cuauhtémoc!

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