Privatizar: Aquellos polvos traen estos lodos

lunes 19 de septiembre de 2011

Jaime Richart (especial para ARGENPRESS.info)

Lo digo porque es un hecho constatado en sociología que los contemporáneos no son conscientes de los procesos sociales en toda su amplitud que están viviendo. Pasa el tiempo y los ciudadanos del mundo no están para relacionar demasiado unas cosas con otras, sino para sobrevivir. En cambio las mentes despiertas y dueñas del poder saben que adormeciendo de distintas maneras a los pueblos pueden, como el cirujano, hacer disecciones y extirpaciones sin que el paciente le dé problemas. Aunque ya se sabe que a menudo todo depende del puesto de observación y del punto al que dirijamos la vista, tiene uno que acercarse mucho para relacionar causas y efectos. Por eso creo que no vendrá mal reforzar la alerta de quienes, estando próximos al control social, pueden hacer algo más que presenciar lo que está sucediendo y lo que sobrevendrá. Este es el propósito del presente texto. Einstein dijo que “la vida es peligrosa, no por las personas que hacen el mal, sino por las que se sientan a ver lo que pasa”.

Cuando la Administración Bush maquinó el 11S, una avalancha de consecuencias a medio y largo plazo no se hizo esperar. Lo mismo que los enciclopedistas franceses crearon el caldo de cultivo de la Revolución Francesa y Tolstoi y Herzen la rusa, Friedman y los ensayistas mediáticos norteamericanos con los hermanos Kaplan a la cabeza (Margaret Thatcher fue la primera ideóloga del asunto conocida) pusieron en marcha una revolución, esta vez por arriba, que se pondría en marcha primero en la metrópoli del imperio para alcanzar, como se está viendo, a prácticamente toda Europa...

Las invasiones asiáticas y luego la de Libia por la puerta de atrás, contribuirían no sólo a obtener petróleo y hegemonías, sino también a crear un clima de especial jaleo que entorpecería la observación en alcance de lo que aquel pensamiento había planeado y luego el Tea Party plasmaría.

De todo eso sale la privatización salvaje. De todo eso surge la persecución metódica de lo público y del Estado cuya misión en poco tiempo habrá de consistir en ahondar en la privatización galopante; privatización que supone ir entregando todos los servicios (que hasta ahora han sido competencia de las instituciones estatales para no dejar en la estacada a los desfavorecidos) a manos privadas, a grupos selectivos de gentes opulentas a su vez encargadas de toda clase de maniobras y de la compra de voluntades.

Debilitado paulatinamente el Estado en favor del robustecimiento de las Comunidades en España, y las Comunidades en manos de los neoliberales, el círculo de la privatización total se cerrará en relativamente poco tiempo.

No importa que haya resistencias de quienes de buena fe, por convicción, por reflexión o por humanismo en los gobiernos del color que sean, puedan retrasar un poco el proceso. Las armas, el cinismo superlativo, las policías, la "seguridad" y, sobre todo, la voluntad de poder y la de diezmar a la población mundial, anestesiándola o debilitándola tanto material como moralmente, conseguirán todo lo que se han propuesto los adictos a lo neoliberal, al fascismo y al republicanismo yanqui; todos con el suficiente dinero como pagarse el capricho. Y me sospecho que poco a poco también el minúsculo espíritu socialista de este país, España, (debilitado progresivamente desde que mutó a socialdemocracia), rendido, se unirá al zafarrancho. Antes se habrá producido la deserción casi masiva de sus militantes en la cúpula, aliándose a los ganadores. Con ello el triunfo definitivo del partido único del pensamiento único estará garantizado. Más adelante, la dictadura mundial anunciada por O. Spengler a principios del siglo XX, será un hecho consumado.

Desde luego el problema actual ocasionado al profesorado, como las privatizaciones más o menos estridentes en el "Estado" de Madrid, y tantas otras políticas sobre seguridad, empleo, económicas, financieras, sanitarias y educacionales (incluido el bilingüismo en detrimento de las lenguas autóctonas) hunden sus raíces en lo acontecido el 11 de setiembre de 2001 en la zona cero de Nueva York, al que siguió una batería de mentiras para proseguir el plan cuyos efectos hace mucho que se vienen sintiendo aquí y en Europa.
Así es que, como es cara la educación y la cultura, disfrutemos de la ignorancia selectiva impartida por los propietarios del pensamiento único. En pocos años nos habrán privatizado hasta los hijos.

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