Rosario de problemas

Domingo, 05 de Septiembre de 2010 00:00
Escrito por Rafael Cordera Campos Apenas se inicia el debate acerca del informe presidencial del cuarto año de gobierno de Felipe Calderón. Ya sabemos cómo ha mirado el presente y cómo mira el futuro el jefe del Ejecutivo.
Lo que tiene que reconocer el presidente es, precisamente, que lleva un rosario de problemas sobre la espalda.
Hay de todo. Una economía en crisis que colgada de la de los Estados Unidos, le sigue sobre todo en sus limitaciones y vaya que los tiene el país. Y no existen perspectivas seguras para nadie, ni para el país del norte, ni mucho menos para nosotros.
En el plano social, las cosas no pintan nada bien. Solamente en lo que va del sexenio, nueve millones de personas –como si hiciera falta- engrosaron la pobreza mexicana. Y hay que subrayar la existencia (cuyas cifras no son negociables) de entre 7.7 y 8 por ciento de ninis).
En la educación, las cosas han ido de mal en peor. Esto está más que documentado en México y en el mundo o, si se quiere, en los organismos internacionales cuyos estudios tienen repercusiones globales. No existe argumento, apoyado en la razón y las cifras reales, que permita otra conclusión.
En salud, digan lo que digan desde el gobierno, existen carencias que relucieron precisamente durante la crisis de la influenza. A pesar del aumento del seguro popular, la incapacidad de la cobertura es evidente y la debilidad de la infraestructura, no se pueden negar.
El desempleo generalizado es lastimosamente evidente. Aunque afecte de mayor manera a los jóvenes, a los adultos les toca su parte y con todo eso no existe más que un sentimiento generalizado de mal vivir y de falta de esperanza. La corrupción y la impunidad, primas mayores de los mexicanos, siguen igual o peor que antes. A pesar de ello, desde el gobierno no desaparecen las intenciones de subordinar al IFAI a un órgano superior que lo contenga y subordine.
La inseguridad, mucho más que la seguridad, forma parte de la vida cotidiana de muchas ciudades, estados y regiones. Llegamos al punto en que es difícil sostener lo contrario. La detención de capos de primer nivel, mandos principales del sicariato más violento, sin duda que es positivo.
Pero ante ello no puedo olvidar la entrevista que el periodista Julio Sherer hizo al Mayo Zambada y, mientras algunos discutían lo moral o inmoral de esa conducta del periodista, otros nos dedicamos a escudriñar la entrevista: mientras el capo confiesa tener miedo a la muerte todos los días y cómo lo ha salvado el hecho de conocer palmo a palmo sus terrenos, también afirmó que ellos, los cárteles de la droga, estaban “en todos lados”, sobre todo, en donde existe la corrupción. ¿En dónde no existe?
Acerca de su capacidad de sustitución en los mandos superiores, el capo también le dijo al periodista que ahí no tenían ningún problema, que el que lo sustituirá ya andaba por ahí trabajando.
Ha resultado un éxito la captura de “La Barbie” y nadie lo puede negar. El problema radica en saber si con ello se ubican los fondos financieros, se identifica a sus cómplices principales (en los gobiernos, en la banca y los negocios, entre otros) y si la organización que creó llega a su fin.
La respuesta está en el aire, precisamente porque la investigación está en curso. Ya veremos hasta dónde llega. Y cuánto de todo ello nos informan.
Se puede decir lo mismo que le he comentado hasta ahora, recurriendo a los hechos: el caso de los mineros de Pasta de Conchos, el de los trabajadores del SME (40 mil afiliados fueron puestos en la calle sin previo aviso).
Los niños fallecidos en la guardería ABC, los contratos asignados previamente a quienes el gobierno debe favores, la falta de gasto e inversión de algunas oficinas de gobierno (cuyos directivos seguramente piensan que México vive ahora en Jauja). Y un más que largo etcétera.
Ese es un buen rosario de problemas que no parece que se puedan resolver en los próximos dos años.
Agreguemos lo que la educación media superior y superior, de carácter público, requieren para ponerse al día y ampliar su cobertura. En este caso como en el de la salud, es evidente que podrían invertirse recursos de manera significativa e inmediata, con la planeación adecuada, y todo eso conllevaría el dar empleo, y asegurar un mínimo de consumidores que iniciarían el necesario fortalecimiento del mercado interno. Claro que esto último puede recibir la negativa de los supuestos conductores de la economía nacional.
Invertir de manera importante en educación y salud públicas requiere de una voluntad política que no aparece por ningún lado. Dedicarle más tiempo para discutir acerca de las cifras de los desempleados jóvenes (los ninis) que a pensar en serio en las necesidades nacionales (en educación y salud) nos da idea por dónde andan los reflejos del gobierno.
Hay que hacer tierra en la mayoría de las partes del gobierno federal. Dedicarle más a la atención de lo que antes se identificaba como los “problemas nacionales” que al triunfalismo.
Ese sí que sería un cambio significativo que, además, le descontaría cuentas (y peso) al rosario de problemas.
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