Seguimos y seguiremos exigiendo justicia sindical

 


Antonio Gershenson
Con el lema del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME), la posición del personal sindicalizado –e incluso de los que no lo son– manifiesta permanentemente su disposición a defender las condiciones que dignifican su trabajo.
A lo largo de la historia del sindicalismo, la ofensiva organizada ha logrado defender las conquistas obtenidas, ya sea el aumento de sueldo, así como jornadas laborables justas, contratos colectivos razonables, derecho a la atención de la salud y todos los beneficios que se han ganado a través de la lucha cotidiana.
La clase obrera no se ha dado el lujo de bajar la guardia. Las patronales siempre están buscando resquicios para sacar ventajas de la fuerza de trabajo de sus planteles.
Por su parte, la oligarquía, con el rostro de siempre, indiferente a las necesidades de su personal, se protege de huelgas, paros, mítines, movilizaciones, demandas y cualquier tipo de rebelión.
Es el dinero la patria de las mentes mercantilistas que buscan lucrar todo el tiempo y cuyas metas son conseguir las ventajas personales que multipliquen su riqueza; por eso, actúan sin importarles el efecto negativo que causen a terceros, como lo fue la desaparición de Luz y Fuerza del Centro.
Así, la lucha sindical se convierte en un largo camino sin final. Es parte de la etapa productiva de la población económicamente activa y sindicalizada.
Sin embargo, se van consolidando los derechos laborales y también la militancia sindical, porque ésta es una imprescindible práctica educativa y disciplinaria.
La carta dirigida al presidente Andrés Manuel López Obrador, a través de un desplegado del SME publicado en La Jornada el pasado 11 de abril, nos señala que, sin duda, éste y otros sindicatos, siguen siendo señalados como el enemigo a controlar y neutralizar, los obreros son los enemigos de clase.
Los patrones del siglo XXI, igual que los de otras épocas, siguen creyendo que sus trabajadores están al acecho para sorprenderles con la exigencia de prestaciones, aumento de sueldo y otras demandas. No importa si esos patrones son nacionales o extranjeros.
Observemos lo que ha pasado en el sector eléctrico. El SME ha sido golpeado constantemente. No ha dejado de estar alerta con el abuso de compañías como Iberdrola, por ejemplo. Una compañía que, por el hecho de ser favorecida por funcionarios del gobierno de alto nivel, creyeron que podrían ejecutar su plan –francamente, abusivo y depredador–.
El mal viene de otros gobiernos recientes que expusieron la soberanía del país. Concederles tantas libertades a empresas extranjeras, con el pretexto de favorecer las inversiones, fue un error; aunque en realidad sus planes de enriquecimiento eran personales.
 
Reconocemos la defensa que el SME, y en su momento la desaparecida Luz y Fuerza del Centro, hicieron para garantizar el derecho de la población a contar con el servicio de electricidad. Todavía, a mediados del siglo XX, más de 6 millones de familias no contaban con luz eléctrica.
 
Especular con las necesidades de la población ha sido el común denominador de los gobiernos neoliberales. No obstante, para las trasnacionales el negocio no es proveer de energía eléctrica a las poblaciones más desfavorecidas por lejanas y sin recursos económicos. No está en sus planes. La necesidad de desarrollo y crecimiento para los demás no lo tienen registrado en sus escasos principios morales y profesionales.
 
Es importante destacar lo que el desplegado del SME señala en cuanto a que, en 30 años de neoliberalismo, ninguna empresa extranjera pudo colocar sus inversiones y sus plantas de generación.
La defensa de la soberanía energética es la defensa al artículo 27 de nuestra Carta Magna. Defensa que ha causado innumerables consecuencias represivas al personal de la Compañía Federad de Electricidad (CFE).
 
Asimismo, la nacionalización de la industria eléctrica llevada a cabo por el presidente Adolfo López Mateos, el 27 de septiembre de 1960, fue y ha sido un gran estímulo para continuar la defensa del derecho de la población a contar con el servicio eléctrico.
 
Hacemos hincapié en que el apoyo de la CFE y el SME al gobierno actual ha sido claro y puntual. Sabemos de las movilizaciones de las diferentes secciones sindicales a los cambios en política pública y en apoyo a la iniciativa de la reforma eléctrica.
 
El SME discutirá próximamente en su Asamblea General un programa nuevo de lucha que consiste en poner en marcha varios puntos; entre éstos, el rescate de la soberanía energética de México, la defensa del servicio público de electricidad, el derecho humano a la energía con tarifa justa, así como un plan de transición energética, democrática justa y soberana, además de la recuperación de su zona y materia de trabajo, promoviendo la reinserción laboral en la CFE.
 
“Por el derecho y la justicia del trabajador”
 
@AntonioGershens
 

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