La residencia donde las fiestas y el derroche han sido conocidos, pero son declarados inexistentes

Rosa Elvira Vargas
 
Periódico La Jornada
Martes 17 de julio de 2018, p. 11
Los caprichos del poder presidencial en México tienen sus mayores expresiones, no pocas veces, en Los Pinos. Sus protagonistas, desmesuras y extravagancias se han hecho públicos a partir de indiscreciones o infidencias, incluso meses o años después de ocurridos.
Quizá sólo su primer habitante, el general Lázaro Cárdenas, fue quien tuvo para dejar a la posteridad, un auténtico gesto de vocación nacionalista al instalar ahí una escuela para hijos de campesinos y obreros, que convivían con su hijo Cuauhtémoc. Pero hasta ahí.
Después, con sus sucesores, el anecdotario ha dado para el registro de una serenata que llevó Irma Serrano, La Tigresa, a Gustavo Díaz Ordaz, pero también la fiesta que organizó ahí mismo ese presidente para conmemorar sus 30 años de matrimonio y donde Armando Manzanero estrenó la canción Parece que fue ayer.
El apego de la familia Echeverría Álvarez al folclor y las costumbres mexicanas se extendió en Los Pinos más allá de servir horchata y agua de jamaica en las reuniones de gabinete. Doña María Esther Zuno Arce instaló en el sótano de la residencia Miguel Alemán un museo de trajes regionales.
José López Portillo llevó a vivir ahí a su madre, doña Refugio Pacheco, quien fue una de las principales promotoras de la primera visita de Juan Pablo II a México y a quien se abrieron las puertas de Los Pinos.
Además, ahí se casó el 21 de octubre de 1979 Carmen López Portillo y Romano con Rafael Tovar y de Teresa, fallecido hace dos años y quien fuera el primer secretario de Cultura con Enrique Peña Nieto.
Los festines en la residencia oficial, por el motivo que fuese, junto con sus exclusivos invitados, se han vuelto famosas y han dado mucho de que hablar:
Carlos Salinas de Gortari celebró en el salón Adolfo López Mateos la fiesta de 15 años de su hija Cecilia, con la actuación especial del cantante Luis Miguel.
Luego, el 2 de julio de 2001 y justo un año después de haber ganado las elecciones que lo convirtieron en el primer presidente de oposición en México, Vicente Fox se casó ahí con su hasta entonces vocera, Martha Sahagún.
La pareja acondicionó entonces como vivienda las cabañas construidas años atrás. Y pese al discurso propagado, pronto se revelaría que aquello fue un acto de dispendio, pues entre los trabajos de remodelación y avituallamiento se gastaron del erario público 40 millones de pesos de entonces.
Y aunque como presidente Fox promovió las visitas guiadas a Los Pinos y hasta patrocinó una de las obras más completas escritas sobre la casa presidencial, también es cierto que al concluir su mandato hizo instalar en su rancho de San Cristóbal, Guanajuato, una réplica de la sala de juntas y ha pugnado para que lo llamen presidente, como se estila en Estados Unidos.
También los hijos de Ernesto Zedillo organizaron algunos festejos en los salones de la residencia presidencial. Años más tarde, mucho se habló de las veladas bohemias organizadas por el presidente Felipe Calderón.
Durante el actual sexenio, los hijos del presidente Peña Nieto y de Angélica Rivera, han organizado ahí algunos festejos. El propio mandatario ha celebrado en compañía de familiares y amigos algunos de sus cumpleaños. Sin embargo, oficialmente la Presidencia siempre ha declarado estas fiestas inexistentes.

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