El año de la indignación
Por: GENARO LOZANO
Ara la revista Time el personaje de 2011 no fue Steve Jobs, el genio de Apple que falleció a causa de un cáncer de páncreas. Tampoco fue Dilma Rousseff, la primera mujer en llegar a la presidencia del país más grande de América Latina. Mucho menos fue Kate Middleton, la joven que vivió un sueño medieval en pleno siglo 21 al casarse con el heredero al trono británico. No, para los editores de Time, el personaje del año fue "el disidente", el rostro anónimo, cubierto para no ser reconocido, de un joven que puede llegar a arriesgar la vida por salir a la calle a manifestarse en contra de una injusticia social o política.
En efecto, 2011 fue un año en el que la protesta y la disidencia dominaron las notas informativas del mundo. Al respecto, Enfoque acaba de publicar un excelente recuento del "año de la irrupción ciudadana" en el que se hace un repaso de las protestas en el mundo árabe, así como de las manifestaciones de la participación ciudadana que se dieron también en Europa, América Latina y en Estados Unidos, principalmente.
Si bien es cierto que en 2011 se registró lo que el académico Sidney Tarrow ha llamado como el más reciente "ciclo de la protesta", lo que es más cierto es que tales manifestaciones se han visto fortalecidas y acompañadas por la plataforma de las redes sociales, que han ayudado a los distintos movimientos sociales que vimos en el año a difundir su mensaje, a ampliar sus simpatizantes y, especialmente, a que los medios de comunicación tradicionales les hayan dado mayor atención.
Sin Twitter y Facebook, las protestas de la "primavera árabe" no habrían tenido el eco y la atención que han tenido y que seguirán teniendo en 2012. De hecho, la ola de protestas en el norte de África y en el Oriente Medio no empezó en 2011, sino en el verano de 2009 en Irán, cuando miles de personas salieron a las calles a protestar contra un resultado electoral adverso a la oposición.
Si bien el académico Evgeny Morozov ya ha criticado a quienes nos entusiasmamos con el uso de las redes sociales para el activismo político, porque él demostró por ejemplo cómo realmente en Irán las redes sociales eran más usadas por usuarios que no estaban en ese país en 2009, lo cierto es que sin la Internet y sin esas plataformas, el mundo no habría visto de lo que es capaz un régimen represor y pocos fuera de Irán conocerían el nombre de Neda Agha-Soltan.
De igual forma, sin el acceso a Internet y un buen uso de las redes sociales, personas antes anónimas como Gonzalo Ibarra en México, uno de los activistas que impulsó el movimiento conocido como #ReformaPolíticaYA, tal vez no habría podido encarar a los legisladores mexicanos que enterraron la reforma política este 2011.
Al final de cuentas, no es que de repente 2011 haya sido el año del activismo político, el año del disidente o el año de la represión de los gobiernos autoritarios.
De hecho, tan sólo basta con hacer un poco de memoria o salir a la calle de cualquier ciudad de México y observar cómo nuestras ciudades están llenas de muestras de protesta y de descontento diariamente.
Las tiendas de campaña afuera de la Bolsa Mexicana de Valores o las que se encuentran en la entrada del Senado de la República; Los plantones en El Zócalo del SME, que dieron tregua por la pista de hielo; Los indígenas wixárika en la Glorieta de la Normal en Guadalajara que protestan por una concesión minera en Wirikuta o los ciclistas urbanos que se apropian de las calles, a veces hasta desnudos para mostrar la vulnerabilidad del ciclista frente al automóvil; Las miles de personas que marcharon en el centro de Monterrey por la diversidad sexual, desafiando miradas de desaprobación, etc., son todas muestras de la indignación.
Lo que parece haber pasado en 2011 es que los medios de comunicación tradicionales empezaron a contar mejor esas historias, a darle un mejor seguimiento, a interesarse más por el personaje anónimo que desafía el sistema que por el político cómplice que busca sólo mantener sus privilegios.
Los indignados están en todos lados. Mientras siga existiendo un sistema económico que crea dos o tres millonarios como Carlos Slim, pero que deja a más de 20 millones de personas en la pobreza alimentaria, mientras sigan existiendo gobernadores que usan el presupuesto de su estado como caja chica sin que ello tenga consecuencias, mientras siga habiendo presidentes que usan las instituciones del Estado para negarle derechos a un grupo específico porque le dan "asquito", mientras persistan los autoritarios que ordenan una brutal represión de una marcha de estudiantes, los indignados seguirán existiendo en México y en todo el mundo y no, la gran mayoría de ellos no tiene Internet ni una cuenta de Twitter...
A l@s lectores de El Siglo de Torreón y El Siglo de Durango, les agradezco el haber seguido este espacio en 2011 y les deseo lo mejor para 2012. Que sea un año de compartir salud, alegría, responsabilidad y éxito.
Fuentes
Ara la revista Time el personaje de 2011 no fue Steve Jobs, el genio de Apple que falleció a causa de un cáncer de páncreas. Tampoco fue Dilma Rousseff, la primera mujer en llegar a la presidencia del país más grande de América Latina. Mucho menos fue Kate Middleton, la joven que vivió un sueño medieval en pleno siglo 21 al casarse con el heredero al trono británico. No, para los editores de Time, el personaje del año fue "el disidente", el rostro anónimo, cubierto para no ser reconocido, de un joven que puede llegar a arriesgar la vida por salir a la calle a manifestarse en contra de una injusticia social o política.
En efecto, 2011 fue un año en el que la protesta y la disidencia dominaron las notas informativas del mundo. Al respecto, Enfoque acaba de publicar un excelente recuento del "año de la irrupción ciudadana" en el que se hace un repaso de las protestas en el mundo árabe, así como de las manifestaciones de la participación ciudadana que se dieron también en Europa, América Latina y en Estados Unidos, principalmente.
Si bien es cierto que en 2011 se registró lo que el académico Sidney Tarrow ha llamado como el más reciente "ciclo de la protesta", lo que es más cierto es que tales manifestaciones se han visto fortalecidas y acompañadas por la plataforma de las redes sociales, que han ayudado a los distintos movimientos sociales que vimos en el año a difundir su mensaje, a ampliar sus simpatizantes y, especialmente, a que los medios de comunicación tradicionales les hayan dado mayor atención.
Sin Twitter y Facebook, las protestas de la "primavera árabe" no habrían tenido el eco y la atención que han tenido y que seguirán teniendo en 2012. De hecho, la ola de protestas en el norte de África y en el Oriente Medio no empezó en 2011, sino en el verano de 2009 en Irán, cuando miles de personas salieron a las calles a protestar contra un resultado electoral adverso a la oposición.
Si bien el académico Evgeny Morozov ya ha criticado a quienes nos entusiasmamos con el uso de las redes sociales para el activismo político, porque él demostró por ejemplo cómo realmente en Irán las redes sociales eran más usadas por usuarios que no estaban en ese país en 2009, lo cierto es que sin la Internet y sin esas plataformas, el mundo no habría visto de lo que es capaz un régimen represor y pocos fuera de Irán conocerían el nombre de Neda Agha-Soltan.
De igual forma, sin el acceso a Internet y un buen uso de las redes sociales, personas antes anónimas como Gonzalo Ibarra en México, uno de los activistas que impulsó el movimiento conocido como #ReformaPolíticaYA, tal vez no habría podido encarar a los legisladores mexicanos que enterraron la reforma política este 2011.
Al final de cuentas, no es que de repente 2011 haya sido el año del activismo político, el año del disidente o el año de la represión de los gobiernos autoritarios.
De hecho, tan sólo basta con hacer un poco de memoria o salir a la calle de cualquier ciudad de México y observar cómo nuestras ciudades están llenas de muestras de protesta y de descontento diariamente.
Las tiendas de campaña afuera de la Bolsa Mexicana de Valores o las que se encuentran en la entrada del Senado de la República; Los plantones en El Zócalo del SME, que dieron tregua por la pista de hielo; Los indígenas wixárika en la Glorieta de la Normal en Guadalajara que protestan por una concesión minera en Wirikuta o los ciclistas urbanos que se apropian de las calles, a veces hasta desnudos para mostrar la vulnerabilidad del ciclista frente al automóvil; Las miles de personas que marcharon en el centro de Monterrey por la diversidad sexual, desafiando miradas de desaprobación, etc., son todas muestras de la indignación.
Lo que parece haber pasado en 2011 es que los medios de comunicación tradicionales empezaron a contar mejor esas historias, a darle un mejor seguimiento, a interesarse más por el personaje anónimo que desafía el sistema que por el político cómplice que busca sólo mantener sus privilegios.
Los indignados están en todos lados. Mientras siga existiendo un sistema económico que crea dos o tres millonarios como Carlos Slim, pero que deja a más de 20 millones de personas en la pobreza alimentaria, mientras sigan existiendo gobernadores que usan el presupuesto de su estado como caja chica sin que ello tenga consecuencias, mientras siga habiendo presidentes que usan las instituciones del Estado para negarle derechos a un grupo específico porque le dan "asquito", mientras persistan los autoritarios que ordenan una brutal represión de una marcha de estudiantes, los indignados seguirán existiendo en México y en todo el mundo y no, la gran mayoría de ellos no tiene Internet ni una cuenta de Twitter...
A l@s lectores de El Siglo de Torreón y El Siglo de Durango, les agradezco el haber seguido este espacio en 2011 y les deseo lo mejor para 2012. Que sea un año de compartir salud, alegría, responsabilidad y éxito.
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