Enrique Maza y su legado ético
Enrique Maza en un retrato de 2001. Foto: José Manuel Jiménez |
MÉXICO, DF (proceso.com.mx).- La “ética” a secas, pero ante todo la “ética periodística”, fue la gran obsesión que acompañó toda su vida al sacerdote jesuita Enrique Maza García, cofundador de la revista Proceso y quien sin duda influyó en la concepción que Julio Scherer García –su primo– tuvo del periodismo.
“Don Enrique” –como era conocido en su casa editorial– falleció la noche del miércoles 23 en la sede provincial de la Compañía de Jesús, la congregación religiosa que nunca quiso abandonar a pesar de las punzantes críticas que siempre enderezó contra la Iglesia.
Hará unos cinco años, ya alejado del periodismo, don Enrique llegó a las oficinas de Proceso para despedirse de sus compañeros. “Me detectaron Alzheimer. Pronto perderé completamente la memoria. Vengo a disculparme porque pronto dejaré de reconocerlos”, nos fue advirtiendo, con entereza y naturalidad, a cada uno de nosotros.
Y así fue. Después vino a muy pocos festejos del semanario. Se sentaba en una banca del patio, sereno y sumido en el mutismo, alisándose su barba cana y apenas reconociendo a alguno que otro. Sus visitas terminaron.
Ya no pudo asistir ni a los funerales de Vicente Leñero ni a los de Scherer, con quienes echó a andar este semanario en 1976. Y Leñero y Scherer nunca dejaron de reconocer el legado “ético” que dejó don Enrique.
(Fragmento del reportaje que se publica en la edición 2043, ya en circulación)
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