El Estado busca sepultarnos como escombros bajo la corrupción y los cárteles inmobiliarios: damnificados
PROCESO
Así lo denunciaron esta tarde –al pie del Antiguo Palacio del Ayuntamiento y de cara a Palacio Nacional– cientos de víctimas del temblor que un año atrás les cimbró la vida, luego de una larga macha en la que volvieron a juntar su voluntad y sus pasos.
“A un año del sismo, los damnificados declaramos que el Estado Mexicano ha sumado otro fracaso a la historia de este país, manifestado en miles de personas sin hogar, casas y edificios colapsados y dañados, imposibles de habitar.
“En estos 365 días nos hemos tenido que organizar para no convertirnos en los escombros que el Estado busca sepultar bajo la corrupción y los cárteles inmobiliarios. Pareciera que nos quieren condenar a vivir por siempre en campamentos.
“Ha pasado solo un año, pero cada día nos parece un lustro. Otros fenómenos naturales nos han afectado: padecemos el aire, la lluvia, el frío que cala en la piel. No obstante, el desastre social y gubernamental ha sido más duro de vencer”, dijo Francia Gutiérrez, vocera de los damnificados del Multifamiliar Tlalpan. Lastimados, revictimizados, los olvidados denunciaron el desprecio de los gobiernos federal y local que, dicen, han buscado sepultar sus derechos, y desaparecido el apoyo que la sociedad mexicana y la comunidad internacional les brindaron.
“Somos víctimas directas del Estado. El Estado nos mantiene en la calle, con el futuro negado. Hemos transitado infinidad de funcionarios y oficinas, todos sumidos en la opacidad y la insensibilidad. A 365 días de nuestra tragedia, denunciamos la incapacidad del gobierno federal y los actos corruptos de las autoridades locales en todas las entidades afectadas por los sismos”, reclamó Gutiérrez bajo el cobijo de tantos.
En punto de las siete de la tarde, las lágrimas de rabia y dolor se fundieron con una lluvia que, con furia, azotó el centro de la capital. Pero los indignados ya están acostumbrados y no pararon de protestar.
Mojada, corrió la tinta por sus cartulinas.
“Reconstrucción sí, créditos no. ¿Dónde está el dinero que el mundo nos donó? ¡Con eso nos alcanza para la reconstrucción!”; “Mancera, ladrón, ahora es senador”; “Reconstrucción digna y con fondos públicos. No al discriminatorio estudio socioeconómico”, se leía entre otras consignas.
Las huellas en el rostro de quien no duerme hace un año, o duerme en la calle, diferenciaban a los damnificados de los cerca de mil integrantes de distintos colectivos que también marcharon en solidaridad.
“Llevan un año marchando, llorando”, dijo Arturo López, miembro del Movimiento Alternativa Social, agrupación que como muchas de las otras presentes no ocultaba distintivos en apoyo al presidente electo Andrés Manuel López Obrador.
Negaron que Morena o cualquier otro partido los hubiera convocado a la marcha, pero no escatimaron en su repudio a Enrique Peña Nieto y a Miguel Ángel Mancera.
“Peña, antes de que te vayas, dinos dónde está el dinero que recibiste de otros países”, repetían en altavoces, pero serían acallados por las protestas de los que han sufrido la tragedia del 19S en carne propia.
“Hemos pasado de la tristeza a la desconfianza, a la furia. El gobierno no ve que ancianos, mujeres y niños estamos como nómadas hace un año. El sismo abrió una enorme cuarteadura en el edificio y en nosotros. Usaron el dinero para sus campañas. Estamos indignados, la rabia crece al ver la corrupción detrás de los edificios colapsados y dañados. Mancera abrió la puerta a la corrupción inmobiliaria de par en par. ¿Quién les dio permiso para cobrar nuestros muertos?”, gritó la señora Luz Elena Moreno, damnificada de Navarro 30.
“La tragedia la vivimos de manera cotidiana con el desprecio de los gobiernos federal y locales. Nos dejaron desprotegidos. Dan ganas de mentarles la madre. Si nosotros no defendemos nuestros derechos, no solo nos van a despreciar, van a olvidar que existimos. Nos quieren invisibles”, agregó, antes de quebrarse, Francisco López, representante de 40 familias de un predio dañado en Perú 96, colindante con un edifico de gobierno que, desde luego, ya ha sido reconstruido.
Los testimonios siguieron llegando y los puños mojados volvieron a apuntar al aire. “Nunca olvidaremos a las personas que nos ayudaron a salir de los escombros a pesar del peligro en que pusieron sus vidas. Nuestro inmenso cariño para los que nos trataron como una familia que somos los mexicanos, a los que nos estorban los gobernantes”, se agradeció a la salida.
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