Los grupos que sí tienen secuestrada a la UNAM
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CONTRALÍNEA
La
semana pasada varios medios de comunicación publicaron el contenido de
un supuesto informe de “inteligencia” atribuido a la Fiscalía General de
la República (FGR) y a la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de
México (FGJCM). Fue destacado como la “revelación” de quiénes están
detrás de la violencia en la Universidad Nacional Autónoma de México
(UNAM). Se publicó al mismo tiempo en diarios como El Universal y Excélsior y fue replicado a pie juntillas por decenas de portales más.
Quienes entregaron a esos medios de
comunicación tal “información” buscaron colocar también como
“responsables” de los paros en escuelas y facultades de la UNAM a los
mismos actores. Se trata de colectivos y organizaciones de corte
anarquista. El “documento” se promocionó, en los medios en los que se
reprodujo, como una verdad develada por las áreas de inteligencia de
ambas instituciones de investigación criminal.
Lo cierto es que ese “informe”
sorprendió a varios medios de comunicación, pero no tiene ningún
asidero. En las oficinas de Comunicación Social de ambas fiscalías
–consultadas por este reportero– dijeron desconocer el origen de tal
información que se les atribuyó. Y de plano en la FGJCM dijeron que no
existe documento alguno con esas características.
La “información”, sin embargo, es
relevante. No es verídica. Su importancia reside en que señala los pasos
que están dando quienes buscan desacreditar al legítimo movimiento
feminista universitario y, también, criminalizar la protesta y preparar a
la opinión pública para una intervención policiaca en la UNAM.
Tan incongruente es el informe de
“inteligencia” que, al parecer, quienes lo elaboraron sólo reunieron los
nombres de las primeras organizaciones anarquistas que encontraron. Con
ellos construyeron una supuesta lista de ocho. Colocaron a la
Biblioteca Social Reconstruir a la cabeza de los “grupos de choque”, que
“dañan a la UNAM”, y que tiene “adoctrinamiento” de “grupos de
Sudamérica”.
En realidad, la Biblioteca Social
Reconstruir es un esfuerzo de índole educativo y difusor del anarquismo.
Esta Biblioteca fue fundada en 1978 por el anarquista pacifista de
origen catalán Ricardo Mestre Ventura. Desde ese año, el espacio es un
referente cultural pues funciona como una biblioteca pública y autónoma
de partidos políticos, iglesias o gobiernos. Cuenta con un acervo de más
de 3 mil libros sobre anarquismo, literatura universal y literatura
social, además de folletos, revistas y periódicos de varias partes del
mundo y periodos históricos. Abundan ediciones de filosofía, historia,
teoría e historia del arte anarquista. También cuenta con la mayor
colección de fanzines mexicanos y 850 títulos especializados en el
anarquismo.
Particularmente los integrantes de la
Biblioteca Social Reconstruir no se caracterizan por reivindicar la
violencia para propagar las ideas anarquistas y construir una sociedad
sin Estado. De todos los colectivos y organizaciones que los de
“inteligencia” pudieron haber elegido como “criminales que venden droga,
están armados” y “son violentos” probablemente el menos indicado era el
de la Biblioteca.
En octubre de 2016 –durante otra andanada de persecución y criminalización del anarquismo– entrevisté a Tobi,
uno de los responsables actuales de la Social Reconstruir. El texto que
recoge sus palabras y las de varios colectivos y organizaciones
anarquistas se publicó en la edición 510 de Contralínea bajo la cabeza “A la caza de anarquistas” (https://bit.ly/31OjUnb).
Los de la Biblioteca viven el anarquismo bajo los valores que señalara entonces Tobi:
“la solidaridad, el apoyo, la comprensión, la igualdad real. Y la
educación, que es una de las bases fundamentales del anarquismo junto
con la propaganda y la agitación”. El objetivo es generar “seres humanos
solidarios, responsables, amorosos con sus semejantes”.
Sí señaló que, en primer lugar, “lo que
define a un anarquista es que se opone al poder, a la relación de mando y
obediencia, de explotados y explotadores […]. Todos [los anarquistas]
somos individualistas en el sentido de que defendemos nuestra integridad
intelectual, moral y no permitimos que nos impongan ideas contrarias a
esta integridad; y también somos societarios porque creemos que
solamente con la gente participando podemos cambiar las cosas; somos
comunistas porque queremos en común toda la Tierra para todos”.
Expuso que la lucha es principalmente
pacífica: “Al anarquista no le gustan las armas. Un anarquista, por lo
general, es pacifista. Sabe que las armas son la razón de quien tiene
más balas”.
Vaya que la supuesta lista de
“inteligencia” está errada. Tan extraviado está el supuesto “informe”,
que asocia a la Biblioteca Social Reconstruir y a otros siete colectivos
anarquistas con organizaciones tan disímbolas como el Sindicato
Mexicano de Electricistas, la priísta Antorcha Campesina y el pueblo de
San Salvador Atenco.
Lo curioso es que no menciona a grupos
que sí se asumen terroristas, que sí han reivindicado atentados en la
UNAM contra trabajadores, académicos y estudiantes, repudian al
anarquismo, al comunismo y al feminismo y que han señalado que se
mezclan en las movilizaciones para generar la mayor cantidad de
destrucción. En el mismo reportaje de Contralínea citado, al
final, bajo la cabeza de descanso “’Salvajes’ y ecoterroristas, contra
universidades y trabajadores”, se publicó información oficial al
respecto.
Para ser un informe de “inteligencia”, el documento revelador de la semana pasada dejó muy mal parados a los analistas de los sótanos. Cualquier universitario podría darles una ayudadita.
Los grupos que tienen secuestrada y que dañan a la UNAM sí existen,
pero no están en esos colectivos y organizaciones anarquistas.
Deberían darse una vuelta cuando sesione
la Junta de Gobierno de la UNAM o el Patronato Universitario. Tal vez
ahí encuentren algunas pistas. Casi cualquier universitario sabe quiénes
integran los poderosos grupos que gobiernan y controlan la UNAM desde
la década de 1960 y que, aterrados, hoy quieren descarrilar al
movimiento de emancipación que encabezan las mujeres en la Universidad.
Y es que si hay una institución
organizada de manera profundamente patriarcal, antidemocrática y con
estructuras de rasgos decimonónicos, es la UNAM. Nada más hay que ver
cómo se gobierna y elije al rector (https://bit.ly/2OLy6rK).
Los grupos más poderosos enquistados en
esa casa de estudios son elites vinculadas desde siempre al poder
político-económico. Y son conocidos por el gremio que les da origen: los
Médicos, los Científicos, los Abogados y los Ingenieros. Ahí están
representadas farmacéuticas, constructoras, despachos. Se han pasado el
poder en la UNAM por décadas. Son ellos los que la tienen secuestrada.
El movimiento feminista apunta a
trastocar la estructura de gobierno en la UNAM, precisamente porque sus
reivindicaciones son de fondo: cómo acabar con el patriarcado y la
violencia de género en la Universidad si no es mediante una reforma
profunda a sus estructuras e instituciones de gobierno.
Con el supuesto “informe” que
criminaliza la protesta y pretende demeritar las demandas de las
mujeres, ya vemos hacia dónde se perfila la respuesta de los grupos de
poder en la UNAM. Antes que realmente transformar la Universidad, están
dispuestos a provocar, generar y justificar la violencia.
Zósimo CamachoFuente
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