SUTERM, tentáculo cetemista en vías de extinción
REVISTA CONTRALÍNEA
SUTERM, tentáculo cetemista en vías de extinción
(Parte I: Rafael Galván y la Tendencia Democrática)
Coptados desde hace décadas por la esfera cetemista del charrismo sindical, los trabajadores del Sindicato Único de Trabajadores Electricistas de la República Mexicana (SUTERM) despiertan a la amarga realidad de ver hecho trizas su Contrato Colectivo de Trabajo (CCT), sumergidos hasta el cuello en las arenas movedizas de la incertidumbre laboral y la pérdida de derechos adquiridos, sin que su dirigencia encabezada por Víctor Fuentes del Villar muestre el mínimo interés de salir en su defensa.
Hoy
que los embates y efectos naturales de la reforma energética los hace
poner los pies en la tierra, es un buen momento para reflexionar sobre
los orígenes que dieron vida al sindicato que ahora los va dejando a la
deriva, producto de torcidas alianzas oficiales y traiciones a
corrientes nacionalistas que buscaron la unificación de los trabajadores
del sistema eléctrico nacional y del movimiento obrero del país, como
fue el caso de la Tendencia Democrática encabezada en los años 70s por
Rafael Galván.
Los electricistas del SUTERM que ahora
ven peligrar sus fuentes de empleo y son obligados por sus dirigentes
espurios a aceptar modificaciones a su régimen de pensiones y
jubilaciones, deben conocer algo de la historia para enterarse que, por
ejemplo, un buen número de las conquistas laborales de que gozaron no
fueron logradas por las negociaciones de sus líderes charros, sino por
la lucha de sindicatos independientes como el Sindicato Mexicano de
Electricistas (SME).
Una recapitulación de lo sucedido hace
cuatro décadas ayudará a entender a los afiliados del SUTERM que su
papel de esquiroles y la apatía que mostraron tras la agresión al SME,
en octubre del 2009, sólo sirvieron para afianzar un despojo a los
recursos energéticos de la nación que ahora en la vorágine privatizadora
los arrastra por igual. La historia de cómo se dividieron los
sindicatos de los trabajadores electricistas en el país puede ser hoy el
hilo conductor para que los agredidos trabajadores de la Comisión
Federal de Electricidad se sacudan a sus dirigentes charros y busquen
renacer en una organización que bien puede tener como fuente de
inspiración a la Tendencia Democrática de Rafael Galván.
La génesis de esa Tendencia Democrática
partió de la necesidad por unificar al sistema eléctrico de todo el país
luego de la nacionalización del sector, decretada por el presidente
Adolfo López Mateos, el 27 de septiembre de 1960. En esos años
coexistían en la rama tres sindicatos: el SME, fundado en 1914; el
Sindicato Nacional de Electricistas, Similares y Conexos de la
República Mexicana (SNESCRM), que nació tras la fundación de la CFE en
1937, ligado desde entonces a la férula de la Confederación de
Trabajadores de México, y la Federación Nacional de Trabajadores de la
Industria y Comunicaciones Eléctricas (FNTICE), que agrupaba a 52
sindicatos en el país y de la cual formaba parte Rafael Galván.
Semanas después del histórico anunció,
el 12 de octubre de 1960, en el Teatro de la Paz de San Luis Potosí, la
FNTICE decidió por mayoría de las organizaciones que la conformaban,
transformarse en el Sindicato de Trabajadores Electricistas de la
República Mexicana (STERM) y se designó a Rafael Galván como su
secretario general, y se marcó como uno de sus objetivos prioritarios la
unidad de todos los electricistas del país.
En 1966, tras el surgimiento del
Congreso del Trabajo, donde en teoría se buscó la unificación de todo el
movimiento obrero del país, el STERM aceptó la firma de un convenio
tripartita con el Sindicato Nacional de Electricistas (SNESCRM) y la
CFE, en el que la paraestatal se comprometía a respetar sus respectivos
Contratos Colectivos de Trabajo (CCT), con el fin de impulsar la
integración de la industria eléctrica.
En 1969, el SME se sumó a los objetivos
de dicho proyecto firmándose un convenio cuatripartita con la CFE y
otros dos sindicatos. Nuevamente la CFE ponderó la necesidad de impulsar
una política de integración total de la industria en el país. Pero
meses después, las buenas intenciones nacionalistas se vendrían abajo
con la concatenación de una serie de violaciones y atropellos en contra
del STERM.
En 1970, apoyado por el gobierno y los
sindicatos charros, Fidel Velázquez operó la expulsión del STERM del
seno del Congreso del Trabajo. Un año después, en octubre de 1971,
nuevamente teniendo como brazo ejecutor al entonces líder de la CTM y
como títere al secretario general del Sindicato Nacional (SNESCRM),
Francisco Pérez Ríos, la administración federal, a través de la CFE, la
Secretaría del Trabajo y la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje
(JFCA), le otorgaron la titularidad del CCT del STERM a Pérez Ríos,
faltando a los acuerdos y el principio de unidad del convenio tripartita
de 1966.
Con antelación, la CFE aplicaba una
política de hostilidad y agresiones en contra de los miembros del
democrático STERM, porque esta organización manejaba la tesis de que el
trabajo de los electricistas debía beneficiar a la nación, al pueblo y
no a los intereses extranjeros; además, utilizando de manera ilegal los
recursos públicos, la dependencia intentaba mediante hostigamientos y el
otorgamiento de jugosos préstamos, pagaderos “en la forma que
pudieran”, atraer a las filas de Pérez Ríos a los seguidores de Galván.
Como tales métodos no le funcionaron, echó mano del poder del Estado
para tratar de desaparecer al STERM.
Ante el cúmulo de hostilidades el STERM
recurrió al arma política de las movilizaciones realizando, entre otras
acciones, las Jornadas Nacionales por la Democracia Sindical, a las que
se sumaron en solidaridad miles de trabajadores en el país.
Al gobierno de Luis Echeverría no le
quedó otra alternativa que llamar a las partes en conflicto para fungir
como testigo de calidad al igual que el entonces director de la CFE,
José López Portillo, en la firma del “Pacto de Unidad” que signaron el
Sindicato Nacional y el STERM, para el nacimiento del Sindicato Único de
Trabajadores Electricistas de la República Mexicana (SUTERM), acuerdo
que se concretó el 20 de septiembre de 1972 en un acto realizado en el
Palacio de las Bellas Artes y en donde Pérez Ríos ocupó la Secretaría
General y Rafael Galván la presidencia de la Comisión de Vigilancia,
acordándose, por el bien de la unidad, que el resto de los cargos del
comité ejecutivo y las comisiones autónomas se repartieran
paritariamente entre ambas corrientes. Situación que también se aplicó
en las secciones de todo el país.
La influencia del STERM en el naciente
SUTERM se vio reflejada en sus estatutos, al imprimir en sus primeros
documentos su espíritu nacionalista y democrático, fundamentos que años
más tarde fueron borrados por el charrismo cetemista, pues la creación
del SUTERM fue sólo una solución transitoria al conflicto electricista,
porque tanto para los charros del Sindicato Nacional, que ni de oídas
conocían la democracia sindical, ni para la CFE, las expectativas de
lucha y de integración del sector eléctrico nacional, entraban en sus
planes.
Desde las cúpulas del poder empezó a
fraguarse una de las más denigrantes represiones a las luchas del
sindicalismo independiente, pero que lejos de aplastar a Galván dieron
origen al nacimiento de la Tendencia Democrática, que en su momento
llegó a tener un poder de convocatoria suficiente para reunir en una
histórica marcha a más de 100 mil trabajadores de organizaciones
hermanas.
Martín Esparza Flores
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