Los más pobres: Sierra Tarahumara, Oaxaca y Chiapas
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Aunque las cifras oficiales indican que son 53.4 millones los mexicanos en condición de pobreza, la miseria más profunda se encuentra en las regiones de la Sierra Tarahumara, Oaxaca, Chiapas, Península de Yucatán, norte de Puebla y Veracruz. En los últimos 20 años, las comunidades indígenas padecen la misma falta de oportunidades y movilidad social
Alex
Crespo es originario de uno de los estados que componen el llamado
“triángulo de la miseria” en el país: Oaxaca. La entidad es tan pobre
como Botsuana en África del Sur. De piel morena y cabello rizado, rasgos
físicos que identifican a los habitantes de la costa oaxaqueña, Alex
nació en una familia humilde, dedicada a comerciar ganado, “apenas unas
cuantas reses en largos periodos de tiempo”, dice.
Él
es padre de familia de dos niños y sabe que el futuro de sus hijos no
es nada prometedor; y aunque ha salido del país como migrante
indocumentado para procurarles alimento, siente que no hay muchas
esperanzas. Llegó a Estados Unidos en 1997 y se mantuvo ocho años como
jornalero; pero al morir su madre, se vio en la necesidad de volver a su
tierra natal.
“Aquí se mantiene uno
sobreviviendo. A los que tenemos algo en nuestra comunidad nos roban el
ganado o hay que pagar medicamentos y alimentos, que están muy caros. De
la administración pasada a esta todo va de mal en peor”, comenta.
La investigación Trampas Territoriales de Pobreza, Desigualdad y Baja Movilidad Social: Los Casos De Chile, México y Perú
indica que “más de la mitad de la población mexicana tiene ingresos que
no cubren la canasta alimentaria y, por ende, no son suficientes para
efectuar gastos en salud, educación, vestido, vivienda y transporte.
Estas dinámicas se dan en un contexto de muy bajo crecimiento del
Producto Interno Bruto per cápita, mismo que para 1990-2012 creció sólo
al 1.2 por ciento equivalente anual, por debajo del promedio de América
Latina (1.7 por ciento), muy por debajo del de Chile (3.8 por ciento) y
del de Perú (3.5 por ciento)”.
El
libro expone que los territorios “entrampados” en la pobreza tienen como
común denominador la alta ruralidad. En estos territorios vive
alrededor del 24 por ciento de la población mexicana; otro 14 por ciento
vive en localidades consideradas como semi-rurales, “mismas que también
han presentado fuerte incidencia de trampas de pobreza y desigualdad.
En su gran mayoría, los municipios identificados como ‘Rezagados
siempre’ pertenecen a Chiapas, Guerrero, Puebla, Oaxaca y Veracruz.
“México
es un país caracterizado por un bajo nivel de crecimiento económico y
un alto nivel de desigualdad socioeconómica. Las disparidades regionales
son asimismo sensibles. En este contexto, diversos estudios indican la
presencia de trampas de pobreza y desigualdad”, indica.
Isidro
Soloaga, director de la Cátedra de Investigación de Dinámicas
Territoriales y Bienestar de la Universidad Iberoamericana, explica que
una trampa se puede definir como una situación desfavorable que sucede
en el mismo lugar o las mismas personas año con año.
El
coautor expone que “es trampa porque desde 1990 a 2010, con las mismas
personas o los mismos territorios que están en la misma situación de
pobreza o desigualdad o de oportunidades y de movilidad social. Si vemos
el mapa de México, el foco rojo está en la Sierra Tarahumara, Oaxaca,
Chiapas, algunas partes de la Península de Yucatán, el norte de Puebla,
Veracruz, este mapa yo le podría decir que es agricultura de
subsistencia, indigenismo, el mapa de pobreza de México”.
Estimaciones
del Consejo Nacional de Evaluación (Coneval) indican que en México hay
53 millones 418 mil 151 de personas en condición de pobreza; según el
órgano dependiente de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol) casi 2
millones menos que los reportados en 2014, con 55 millones 341 mil 556
mexicanos pobres.
Los datos muestran
que 9 millones 375 mil 581 personas se encuentran en pobreza extrema,
que representa el 7.6 por ciento de la población.
El
Coneval evidencia las carencias sociales en la medición de la pobreza,
de las cuales hay 21.3 millones de mexicanos con rezago educativo; 19.1
millones sin acceso a los servicios de salud, 68.4 millones carecen de
acceso a la seguridad social, 14.8 millones en carencia por calidad y
espacios de vivienda, 23.7 millones sin servicios básicos en la vivienda
y 24.6 millones sufren de acceso a la alimentación.
Pobreza entrampada
Leonardo
Lobato García es originario de Mariano Escobedo, Veracruz, quien
comenta que en esta comunidad el campo ya está muy mal porque han
abandonado los terrenos, sin el recurso que tiene que depositar el
gobierno federal.
Leonardo se dedica a
la siembra de maíz, frijol, haba, productos de la región. Son pocas las
veces en que ha podido comercializar con ellos para ganar un poco más
por su cosecha que el autoconsumo. “Siempre hay que buscarle, venir a la
Ciudad de México a intentarlo, pero no hay comercio, nomás se siembra
para uno mismo, para la casa”, dice.
La alternativa para salir de la marginalidad en que viven él y sus paisanos
ha sido la migración; sin embargo, con la llegada de Donald Trump al
gobierno de Estados Unidos y su política migratoria “ya no se pueden
arriesgar a pasar de indocumentados. Luego, nomás se endroga uno con los
coyotes”, dice.
El hombre de más de
50 años obtiene de 70 a 100 pesos diarios para mantenerse él y su
familia, sólo “cuando hay trabajo las tierras de los agroempresarios”.
A
ello se suma que su familia ha dejado de ser beneficiaria del programa
Prospera, a cargo de la Secretaría de Desarrollo Social, porque ven que
ya tienen una vivienda digna, “pero no ven que fue gracias a un esfuerzo
de una persona que tuvo que dejar a su familia para irse a Estados
Unidos, que la pobreza no se ha acabado del todo”, dice.
“Las
características de la migración doméstica o internacional se ligan con
la superación de las trampas de pobreza individuales, sea a partir de
inversiones directas con origen en las remesas (o el retorno) de
migrantes, sea a partir de distintas visiones del mundo. En particular,
los procesos individuales de superación de tales trampas sólo parecen
ocurrir cuando los migrantes regresan con una visión diferente y con
recursos para invertir o con redes sociales para explotar”, indica la
investigación.
Las estimaciones
Datos del Índice de Desarrollo Humano para las entidades federativas, México 2015
señalan que “los menores niveles de desarrollo observados en México,
localizados en Chiapas, Guerrero y Oaxaca se asemejan a los de Gabón
[África central], Egipto [al noreste de África] y Botsuana [al sur de
África]”.
El Coneval ha hecho una
evaluación de la evolución del ingreso promedio de los hogares en los
últimos 25 años. En ella se observa “una fuerte reducción del ingreso” a
raíz de la crisis económica de 1994, donde el ingreso mensual por
familia era de 3 mil 574.63 pesos.
Posteriormente,
una recuperación entre 1996 y 2006. En este último año el ingreso
mensual por hogar alcanzó los 3 mil 964.50 pesos. “Pero a partir de 2006
el ingreso ha fluctuado sin que se observe alguna recuperación general
en estos últimos diez años…”. Tan sólo en 2014, los ingresos eran de 3
mil 552.03 pesos, para el 2016 fueron de 3 mil 733. 22 pesos, indica el
Coneval.
Desarrollo en la pobreza
Entre
los discursos del gobierno federal para superar la pobreza está el de
atraer inversión a estos territorios donde la pobreza es más aguda. Para
ello, ha proyectado las llamadas Zonas Económicas Especiales (ZEE) en
Michoacán, Guerrero, Oaxaca, Veracruz y Chiapas.
Isidro
Soloaga, catedrático de la Universidad Iberoamericana, comenta que en
México “tenemos más inversión extranjera directa, pero ésta no ha
producido que los salarios reales crezcan, porque no está enganchada
nuestra economía. No estamos proveyendo un valor agregado que nos pueda
llevar hacia otro sendero de crecimiento, nos quedamos en una escalera
de producción en la cual somos maquiladores”.
Ma. Ignacia Fernández, Directora Ejecutiva de Rimisp —Centro Latinoamericano para el Desarrollo Rural— y coautora de Trampas Territoriales de Pobreza, Desigualdad y Baja Movilidad Social: Los Casos De Chile, México y Perú dice que “superar pobreza no es lo mismo que generar desarrollo”.
La
investigadora agrega que estos procesos de crecimiento muy intensivo
“generan empleo de mala calidad, sacan a la gente de la pobreza en el
corto plazo, pero no revierten ni modifican la estructura de
oportunidades, las dinámicas al interior del territorio y por lo tanto
no son sostenibles ni en el tiempo ni en la calidad de lo que ocurre que
es la variable medioambiental”.
Érika Ramírez
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