Las petroleras se infiltran en la lucha por el cambio climático
Las petroleras se infiltran en la lucha por el cambio climático
Conservación Ambiental de la Industria Petrolera Internacional (IPIECA, por sus siglas en inglés) es la asociación global de la industria del petróleo y el gas, fundada en 1974, y cuya membresía incluye compañías petroleras, privadas y paraestatales, así como productores independientes y asociaciones regionales y nacionales.
Entre sus asociados figuran la inglesa BP, Chevron, Corporación Nacional de China de Petróleo Offshore (CNOOC, por sus siglas en inglés), la italiana Eni, la estadunidense ExxonMobil, la brasileña Petrobras, la española Repsol, la Saudita Aramco, la holandesa Shell, la noruega Statoil y la francesa Total.
Aglutina también a empresas de servicios y asociaciones de corporaciones petroleras, como el Instituto Estadunidense del Petróleo y la Asociación Mexicana de Empresas de Hidrocarburos (Amexhi).
El “elefante en la habitación”
Los tentáculos de IPIECA llegan a la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (UNFCCC, por sus siglas en inglés), los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), 17 metas globales sobre agua, salud, ambiente, educación y energía, a alcanzar en 2030; y el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático, auspiciado por la ONU e integrado por científicos para estudiar el impacto del fenómeno y sus posibles soluciones.
Pero sus socios se encuentran bajo fuerte presión social ante la necesidad de un retiro progresivo de los combustibles fósiles para mantener el aumento de la temperatura planetaria por debajo de dos grados centígrados para 2050. La extracción y quema de petróleo y gas carga con la mayor responsabilidad en el desarrollo del cambio climático, al contribuir con la mayor porción de gases de efecto invernadero (GEI).
Para Jesse Bragg, vocero de la organización estadunidense Corporate Accountability (CA), es inaceptable el lobby petrolero en instancias como la UNFCCC.
“Es necesario sacar a esas empresas de la Convención. Sus modelos de negocios se basan en lo que debe dejar de hacerse. Si el elefante sale de la habitación, puede haber una conversación honesta sobre lo que es necesario. Si no nivelamos el terreno, difícilmente tendremos mejores políticas”, dice Bragg a Apro.
El reporte Contaminando París: Cómo los grandes contaminadores (Big Polluters) están socavando la política climática global, lanzado durante la Conferencia de las Partes de la UNFCCC (COP, por sus siglas en inglés) desarrollada del 6 al 17 de noviembre en la occidental ciudad alemana de Bonn, cuestiona duramente la injerencia corporativa en las discusiones climáticas.
“Por ejemplo, la industria de combustibles fósiles ha sabido por décadas que sus productos y prácticas eran un peligro para el planeta. Sólo 25 productores fósiles son responsables de más de la mitad de las emisiones globales, incluyendo muchas empresas que se han esforzado mucho en obstruir el avance”, cita el documento, elaborado por cinco organizaciones, entre ellas CA.
La interferencia en la política climática de ExxonMobil, BP y Chevron, recuerda el informe, se sitúa entre las mayores 10 obstrucciones en el mundo.
De hecho, ExxonMobil es uno de los nominados al salón corporativo de la vergüenza de 2017, concedido por CA.
En la COP 23, IPIECA apareció en el pabellón de negocios, patrocinado por la Asociación Internacional de Comercio de Emisiones (IETA, por sus siglas inglés), con sede en Ginebra.
IETA, según indica su página de internet, es una organización empresarial no lucrativa, instituida en 1999, para atender a las compañías participantes en los mercados de carbono y cuyo objetivo es “construir una política internacional y marcos de mercado para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero al costo más bajo”.
En la COP 23, IPIECA fue uno de los socios de IETA, junto a Chevron, la italiana Enel y la noruega Statoil.
Simone Lovera, directora ejecutiva de la Coalición Global de los Bosques, también cuestionó duramente los vínculos entre los Estados y las petroleras y su influencia en esferas internacionales. “Las corporaciones entregan financiamiento a proyectos climáticos y crean alianzas público-privadas. Invierten y quieren su dinero de vuelta. Antes le llamaban corrupción, ahora le llaman alianzas”, dice a Apro.
En sus documentos, IPIECA ignora el vínculo entre los combustibles fósiles y el cambio climático y la necesidad de alejarse de su explotación si el planeta quiere evitar efectos irreversibles.
Esos materiales, revisados por esta agencia, también exhiben su interés por evitar regulaciones climáticas y la importancia de tomar en cuenta las posibles consecuencias sobre la industria.
Un reporte de noviembre de 1996 sobre el simposio “Temas críticos de la economía del cambio climático”, organizado por IPIECA y realizado en París del 8 al 11 de octubre pasado, resume que las propuestas para reducciones de mediano plazo (10-20 años) en los países desarrollados, que implican límites en el uso de energía de combustibles fósiles, resultarían en “costos sustanciales” que inhibirían el crecimiento económico y afectarían negativamente el comercio, la inversión, la competitividad, el empleo y el estilo de vida en países y regiones. Más de una década después, ese argumento que aún perdura.
“Los beneficios de estas propuestas son altamente inciertos y no serían realizables durante muchos años”, señala el documento, de dos páginas y que resume las conclusiones del encuentro.
En la práctica, prosigue, las políticas gubernamentales no pueden ser ejecutadas “eficientemente como se asume en los modelos económicos idealizados” y plantea que, antes de su aplicación, deben ser evaluadas para comprobar si tienen “por lo menos alguna oportunidad de ser técnica y políticamente viable en escalas de tiempo relevantes” para el combate al cambio climático.
Por ello, los asistentes al taller, entre ejecutivos de la industria, académicos y ONG, sugieren a los hacedores de política “ser sensibles” a las implicaciones de crear nuevas instituciones internacionales o expandir las existentes encargadas de establecer, monitorear y hacer cumplir acuerdos legalmente vinculantes sobre las emisiones de los países.
“Este es un tema difícil que probablemente no sea resuelto rápidamente, pues vulnera derechos fiscales nacionales y soberanos”, concluye el sumario.
Tic-tac aterrador
IEPA pertenece desde 2003 al Pacto Global de la ONU, un conjunto de 10 principios de cumplimiento voluntario sobre derechos humanos, estándares laborales, ambiente y anticorrupción paras las empresas.
En su comunicación de cinco páginas al Pacto Global de enero de 2016, IPIECA enumera unas 30 actividades que, a su juicio, respaldan el cometido de los principios en áreas como clima y energía, ambiente y responsabilidad social.
La asociación ha desarrollado lineamientos para derrames petroleros, reporte de gases de efecto invernadero, incorporación de la biodiversidad a sus operaciones, gestión del agua, mecanismo de quejas y un programa de diligencia debida sobre derechos humanos, entre otros. Pero no incluye una medición de sus resultados.
En la medida en que el mundo considera críticamente la dependencia de los fósiles, grupos como IPIECA prestan atención a esas tendencias y buscar formas de contrarrestar cualquier política en esa dirección. En 2014, IPIECA publicó la cartilla informativa “Explorando el concepto de ‘carbono incombustible”.
En ese documento, la asociación subraya que “el petróleo y el gas son necesarios para atender la creciente demanda energética”, por lo cual se requiere de nuevos proyectos fósiles. La justificación del folleto coloca los conceptos de “carbono incombustible, “activos abandonados” y “burbuja de carbono” en “una perspectiva más amplia del sistema energético, reconociendo la importancia que el petróleo y el gas incorporan a los estándares de vida modernos, el crecimiento económico y el avance social”.
Pero tiempo después, la Iniciativa de Monitoreo del Carbono (CAT, por sus siglas en inglés) cuestionó la óptica de IPIECA, al calificarla de “complaciente” sobre el futuro del petróleo y el gas, pues subestimaba los riesgos de su modelo de negocios.
Las reservas probadas podrían ser de “bajo riesgo”, pero CAT indicó que “cada dólar derivado de dichas reservas que es reinvertido en nuevos recursos sólo traslada el valor, generalmente a 10-20 años, transfiriéndolo a proyectos futuros que se encuentran ante un riesgo mayor” por cambios en el mercado, las políticas y de tecnología. Por ello, planteó que los impactos para los modelos de negocios de las empresas de combustibles fósiles deben ser “considerados seriamente”.
Mientras el reloj climático avanza con su tic-tac aterrador, crecen los llamados para un abandono progresivo de los combustibles fósiles.
“Hay una brecha de producción, porque los países siguen planeando extracción petrolera que es inconsistente con la meta de 1.5º C”, analiza Peter Erickson, investigador del Instituto Estocolmo para el Ambiente, durante una entrevista con Apro.
El reporte Cómo abordar la producción de combustibles fósiles bajo la UNFCCC, lanzado durante la COP 23 y del cual Erickson es coautor, concluye en que el acuerdo para limitar el calentamiento global ofrece fuertes razonamientos para buscar una baja en la producción de combustibles fósiles, y no sólo en el consumo.
El Acuerdo de París, firmado por los Estados parte de la UNFCCC en 2015 y que implica metas nacionales voluntarias de reducción de emisiones, “provee de una cantidad de oportunidades” para abordar la extracción de fósiles y que incluyen la adopción de metas relacionadas con obtención de fósiles y estrategias de largo plazo, así como quitar compromisos financieros con esa industria.
Dicho informe sugiere que todos los actores involucrados en la UNFCCC deben considerar cómo integrar medidas hacia una disminución global de producción de fósiles, diseñar un plan de contracción en su extracción para 2050 y considerar un monitoreo de avance hacia esa baja.
Para mantener el calentamiento global por debajo de 2º C, 80% de las reservas probadas de petróleo deben quedar en el suelo o subsuelo
Tzeporah Berman, profesora adjunta en la Facultad de Estudios Ambientales de la Universidad de York de Canadá, afirma que llegó la hora de hablar de una reducción de la oferta de combustibles fósiles.
“No podemos depender de un mercado. Tenemos que regular la oferta y eso es lo que las empresas quieren evitar”, afirma a Apro.
Pero la industria prefiere promover mercados de carbono y tecnologías como la captura y secuestro de carbono para disminuir emisiones, como atestiguó la COP 23.
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