‘Nos adueñamos de los medios de producción’: SME
Hoy se cumplen 10 años de que el gobierno mexicano
echó a la calle a 44 mil trabajadores de Luz y Fuerza del Centro. Una
década después los agremiados a su sindicato, Sindicato Mexicano de
Electricistas (SME), producen electricidad en 5 presas del país, además
de administrar una cooperativa con varias lineas de negocios
Texto: José Ignacio De Alba
Fotos: Duilio Rodríguez
Hace 10 años los agremiados al Sindicato Mexicano de Electricistas
(SME) eran perseguidos políticos del gobierno mexicano, en su momento el
presidente Felipe Calderón intentó extinguir al sindicato más incómodo
para la ruta de privatización de la industria eléctrica del país. Una
década después el gobierno federal es el mayor cliente del SME, sólo el
año pasado los agremiados recibieron más de 400 millones de pesos por la
venta del electricidad.
El SME tiene el 49 por ciento de las acciones de la empresa Fénix
Generadora, el otro 51 por ciento lo tiene la compañía portuguesa Mota
Engil; ambos generan energía hidroeléctrica en los estados de Michoacán,
Estado de México y Puebla. La más importante de todas es la Presa
Necaxa, donde trabajan varias cuadrillas del SME.
-¿No se están volviendo Neoliberales?-Se le pregunta a José
Humberto Montes de Oca, secretario del exterior y uno de los voceros del
SME.
-En la lógica de este sistema el trabajador no puede ser más que un
trabajador, la economía es para los empresarios, como la política es
sólo para los políticos. “Usted dedíquese a trabajar, le vamos a dar su
salario”. Ése es el rol social que le dan al obrero y nosotros nos
revelamos contra esa idea, de que los trabajadores vamos a ser
asalariados y de que toda la vida vamos ser sujetos a la dominación de
la clase política gobernante, de los partidos políticos y del capital.
Diez años después, “nos adueñamos de los medios de producción”.
Humberto da la entrevista en su oficina en el edificio del sindicato,
ubicado en Insurgentes Norte, en la Ciudad de México. El sitio es
sobrio, pocas mujeres, muchos hombres y una lealtad –casi fascinación-
por el pasado o por sus líderes. Puños en alto, bandera rojo y negro y
dentro de la construcción, casi como un misterio, un mural de Alfaro
Siqueiros llamado “Retrato de la Burguesía”.
En el librero de Humberto hay un pequeño busto del líder comunista
Vladimir Lenin; el pasado es reiterativo en este sitio, pero el SME como
ningún otro sindicato evolucionó, “a punta de madrazos”, como dice
alguien en el pasillo.
-¿A ustedes en qué esquema prefieren trabajar, por su cuenta o en el sector público?
-Yo te diría mil veces en el público, es lo nuestro. Nosotros siempre
concebimos que la energía no es una mercancía, que la energía es un
derecho humano y necesitamos garantizar la accesibilidad para todos.
Todos tenemos derecho a la energía y quien puede garantizar mejor se
derecho es la empresa pública.
Humberto explica que las empresas privadas poco se preocupan en algo
que él llama la gestión social de la energía, ósea ver la electricidad
como un bien común, donde los usuarios, los ambientalistas, obreros,
etcétera, sean los verdaderos beneficiados de la empresa.
– No, definitivamente que no. Incluso hay pasos atrás. Es regresar un
poco al Estado que gestiona y administra desde un aparato burocrático
que está contaminado por la corrupción, por los intereses políticos y
que difícilmente puede cumplir así sus metas.
-¿Quién ganó con la extinción de Luz y Fuerza del Centro?
– Ganaron las tendencias privatizadoras.
El hombre asegura que es muy difícil que el gobierno vuelva a
nacionalizar la industria eléctrica, dice que los tratados
internacionales de comercio imposibilitan al gobierno federal a
nacionalizar de nuevo, como lo hizo el presidente Adolfo López Mateos en
1960. Humberto explica que lo único que promete el gobierno del
presidente Andrés Manuel López Obrador es sólo parar la privatización
del sector.
-¿Qué autocrítica le harías al SME?
– Yo creo que 28 mil agremiados se fueron, en parte, por falta de
formación político-sindical, el sindicato dejó de hacer muchas cosas, se
abandonó la formación política. En mucho sentido la base social del
electricista de ese periodo se fue haciendo cada vez más economicista.
Entre otras cosas Humberto dice que el sindicato no resguardó su
unidad interna antes del golpe, no se prepararon para “enfrentar el
neoliberalismo” a pesar de que ya tenían una oposición a las
privatizaciones. Pero el hombre asegura: “logramos subsistir y pelear
todo este proceso inspirados en nuestra historia, en la reivindicación
de nuestra memoria”.
El sindicato tiene concesiones (por 30 años) para producir energía de
14 presas, pero sólo hace una década la historia del SME era muy
diferente. La noche del 11 de octubre del 2009 el gobierno de Felipe
Calderón decretó la extinción de la empresa pública Luz y Fuerza del
Centro y, también, de su sindicato.
Ese día más de 40 mil elementos de la Policía Federal y del Ejército
tomaron las sede de la compañía eléctrica y la de sus agremiados. De la
noche a la mañana el gobierno calderonísta dejó sin empleo a más de 44
mil electricistas.
A partir de ahí el SME, uno de los sindicatos más antiguos del país,
inició una serie de protestas para que les fueran restituidos sus
puestos de trabajos. El gobierno convenció a 28 mil trabajadores a
aceptar su liquidación; 16 mil 599 se negaron.
El caso de los trabajadores del SME no sólo hizo huelgas de hambre y
caravanas que recorrieron en país en la búsqueda por justicia, la
carrera se amplió varios circuitos judiciales, desde la Suprema Corte de
Justicia, hasta la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje, además de
la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. En 2013 el gobierno de
Peña Nieto se vio obligado a negociar con los agremiados, que lograron
como pago los pasivos laborales de los 16 mil 599 trabajadores, la
concesión para utilizar 14 presas, además de administrar más de 50
inmuebles que pertenecían a Luz y Fuerza del Centro.
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