Adiós a la clase media y el presidente del desempleo

Saúl Arellano 
La Crónica de Hoy
27 de enero de 2009


Un gobierno irresponsable y cínico es aquel que ante la adversidad le miente a la población en aras de mantener popularidad y cotos de poder basados en las preferencias electorales.


Al respecto vale la pena recordar a Winston Churchill, quien en su discurso dirigido al Parlamento de su país en la antesala de la Segunda Guerra Mundial sostuvo: “Yo diría a la Cámara, como dije a todos los que se han incorporado a este gobierno: No tengo nada más que ofrecer que sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor”.

Esta honestidad, llena de coraje y valentía, estaba respaldada por un liderazgo moral que le ganó la confianza y el apoyo indeclinable de la población inglesa, aun en medio de los constantes bombardeos de las baterías alemanas en contra de Londres.

En contraste, en nuestro país, en medio de una batalla sin rumbo en contra del crimen organizado y gracias a la cual las calles de todo el país se han llenado de sangre, los llamados patrioteros del Ejecutivo a actuar con heroísmo parecen más estertores de un gobierno en decadencia que el impulso político y social de un líder éticamente sólido.

Al Presidente casi todo le sale mal. La pírrica victoria sobre el SME contrasta con los fracasos monumentales en materia social y económica; se ha llegado al colmo de que aun la detención de uno de los capos más peligrosos terminó en un escándalo de brutalidad policiaca o militar –aún no lo sabemos– y que ha tenido como corolario el terrible asesinato de los familiares de uno de los marinos que participó y resultó muerto en el enfrentamiento.

El problema radica en las estrategias fallidas que se han seguido desde el inicio del sexenio. Se han estado dando palos de ciego, en lugar de contar con un sistema de planeación estructural capaz de impulsar una reforma institucional gradual, que nos lleve a mejores niveles de desarrollo económico con equidad y con altos grados de desarrollo humano.

Resulta ser, sólo por citar un ejemplo, que en fechas próximas se dará a conocer el nuevo “programa nacional de desarrollo social”; ¿a mitad de sexenio?, ¿con un nuevo secretario del ramo que lo único que ha acreditado hasta ahora es que ya se aprendió el guión oficial en torno a la pobreza?

Se dice que en ese nuevo “programa” se establecerán las bases para vincular a la política económica con la política social. ¿De verdad? Habría que esperar de esto que el secretario Cordero aceptara darle prioridad a los pobres antes que seguir privilegiando, por ejemplo, al sistema bancario, el cual no otorga créditos suficientes ni de bajo costo, ni se ha logrado que reduzca sustantivamente las altísimas comisiones que siguen cobrándonos prácticamente por hacer uso de sus instalaciones.

Ante todo ello, a tres años de gobierno, hay que apelar a la memoria y recordar que la principal oferta de campaña del Ejecutivo federal fue crear suficientes empleos, hecho que sin duda ha sido poco menos que una quimera a lo largo de los últimos años.

Lo que los datos nos muestran es que desde 2007 se comenzaron a tener altísimas tasas de desempleo en todo el país, y que la crisis lo que hizo fue agudizarla, lo que en sentido estricto significa decir que la crisis en el país ya estaba en marcha, y que lo que hizo el terremoto financiero internacional fue derruir el fracturado edificio económico y fiscal nacional, arrojando a la calle y a la pobreza a millones de personas.

La Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo muestra cómo, desde 2007, no ha habido un solo mes en el que se haya registrado una tasa de desocupación por debajo de tres puntos; en efecto, el mínimo registrado fue de 3.23 en un lejano mayo de 2007; en contraste, la tasa más alta fue de 6.28, registrada en agosto de este 2009.

La media mensual de la tasa de desocupación entre 2007 y 2009 ha sido de 4.38, lo que permite prever, como dirían los economistas, que considerando la tendencia de la curva estaríamos viendo una tasa de desocupación nuevamente cercana a los tres puntos hasta a mediados o finales de 2012, es decir, este sexenio ya fracasó en materia de empleo. Para que las cosas fueran distintas se necesitaría una tasa de crecimiento del PIB de al menos un seis por ciento anual, y aun con ello la tasa de desocupación, por el crecimiento natural de la PEA, no podría bajar más allá de los dos puntos.

La consecuencia de todo esto ha sido que, según los datos del Coneval, con más del 80 por ciento de la población en pobreza o vulnerabilidad, la clase media se ha convertido en una más de las leyendas urbanas del país, y a quien debemos agradecer por esta tragedia es nada menos a quien prometió ser el presidente del empleo.

sarellano@ceidas.org

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