La festividad de Día de Muertos devino “catalizador de los conflictos sociales”
Mónica Mateos-Vega
Periódico La Jornada
Martes 2 de noviembre de 2010, p. 7
La celebración de Día de Muertos en México se transformó este año en una suerte de catalizador que agrupó fuerzas, ideas y sentimientos en torno a los diversos conflictos sociales que sacuden al país, dijo a La Jornada la antropóloga y promotora cultural Lucina Jiménez.
En el Distrito Federal se montaron ofrendas en memoria de los niños muertos en la guardería ABC, de Hermosillo, Sonora, el 5 de junio de 2009 (en el Ángel de la Independencia), a las mujeres que fallecieron por practicarse abortos clandestinos (en el Monumento a la Madre, de la calle de Sullivan), una más en honor de la lucha del Sindicato Mexicano de Electricistas (en su sede de la calle Antonio Caso, colonia Tabacalera).
Además, en muchas de las instalaciones realizadas por alumnos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y escuelas incorporadas para la megaofrenda que se montó en Ciudad Universitaria, los reclamos estuvieron presentes: “No más violencia. ¿Qué, acaso 30 mil muertos no son suficientes?”
También se montó un espacio dedicado a los jóvenes asesinados en un campamento de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, en territorio de Ecuador, por el ejército de Colombia.
“Hubo un apego a la tradición para expresar el dolor de la sociedad mexicana en varios niveles, pues son varios los duelos. La violencia que se vive en muchos lugares hace que muchas heridas estén abiertas, todo ello se expresó en las ofrendas que se instalaron en todo el país”, continuó Jiménez.
Agregó que en estados como Oaxaca sucedió lo mismo: una explosión de ofrendas muy grande, no vista en otros años, muchas alrededor de problemáticas locales. En esa entidad se montó un altar en recuerdo al documentalista estadunidense Brad Will, asesinado en 2006, mientras el arzobispo de la diócesis de Antequera, José Luis Chávez Botello, declaró a la prensa ayer: “Algo tiene que suceder en nuestra sociedad este Día de los Difuntos. Celebrar en serio puede ser una semilla para enderezar muchas cosas que están muy mal en Oaxaca y en el país”.
Tendencia a la monumentalidad
Lucina Jiménez consideró que la festividad que en otras épocas plasmaba casi exclusivamente el ámbito de la memoria familiar, en 2010 “se volvió un catalizador de esos conflictos sociales que vivimos pues, efectivamente, han muerto muchos jóvenes y niños. Pero también tuvo otra característica: la monumentalidad, el querer expresarse a lo grande, hacer ver que somos de capaces crear enormes artefactos. Ese deseo de manifestar lo grandioso es la dimensión que ha cobrado la muerte en México.
“Pero, sobre todo, ante la recomposición o descomposición social, salió a flote el deseo de mantener el sentido festivo. Hubo mucho de carnavalesco en las celebraciones de Día de Muertos, con o sin contenido cultural o social. Por ejemplo, la marcha de zombies que se realizó en la ciudad de México
“La sociedad mexicana necesita espacios de respiro, convivencia y recreación, y los busca. Hay una necesidad enorme de canalizar esa energía, sobre todo entre los jóvenes. En eso radicó el sentido, ahora híbrido de la festividad, en la cual se buscó dar peso a la tradición, pero ya no es sólo la de origen indígena o rural, también se incorporaron personajes del horror de otras culturas, principalmente la estadunidense.”
La megaofrenda en Ciudad Universitaria, en la cual no faltan consignas contra varios ex presidentes y las actuales autoridades federales, cerrará este martes a las 21 horas. Hay dos foros donde se presentan grupos de rock, así como venta de alimentos y bebidas.
También hoy será el último día para visitar la megaofrenda en el Zócalo capitalino, cuya atracción principal, El árbol de la muerte florida, de 16 metros de alto que representa a Mictlantecuhtli, señor del inframundo en el México antiguo, se espera alcance esta tarde un millón de visitantes.
Fuente
Periódico La Jornada
Martes 2 de noviembre de 2010, p. 7
La celebración de Día de Muertos en México se transformó este año en una suerte de catalizador que agrupó fuerzas, ideas y sentimientos en torno a los diversos conflictos sociales que sacuden al país, dijo a La Jornada la antropóloga y promotora cultural Lucina Jiménez.
En el Distrito Federal se montaron ofrendas en memoria de los niños muertos en la guardería ABC, de Hermosillo, Sonora, el 5 de junio de 2009 (en el Ángel de la Independencia), a las mujeres que fallecieron por practicarse abortos clandestinos (en el Monumento a la Madre, de la calle de Sullivan), una más en honor de la lucha del Sindicato Mexicano de Electricistas (en su sede de la calle Antonio Caso, colonia Tabacalera).
Además, en muchas de las instalaciones realizadas por alumnos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y escuelas incorporadas para la megaofrenda que se montó en Ciudad Universitaria, los reclamos estuvieron presentes: “No más violencia. ¿Qué, acaso 30 mil muertos no son suficientes?”
También se montó un espacio dedicado a los jóvenes asesinados en un campamento de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, en territorio de Ecuador, por el ejército de Colombia.
“Hubo un apego a la tradición para expresar el dolor de la sociedad mexicana en varios niveles, pues son varios los duelos. La violencia que se vive en muchos lugares hace que muchas heridas estén abiertas, todo ello se expresó en las ofrendas que se instalaron en todo el país”, continuó Jiménez.
Agregó que en estados como Oaxaca sucedió lo mismo: una explosión de ofrendas muy grande, no vista en otros años, muchas alrededor de problemáticas locales. En esa entidad se montó un altar en recuerdo al documentalista estadunidense Brad Will, asesinado en 2006, mientras el arzobispo de la diócesis de Antequera, José Luis Chávez Botello, declaró a la prensa ayer: “Algo tiene que suceder en nuestra sociedad este Día de los Difuntos. Celebrar en serio puede ser una semilla para enderezar muchas cosas que están muy mal en Oaxaca y en el país”.
Tendencia a la monumentalidad
Lucina Jiménez consideró que la festividad que en otras épocas plasmaba casi exclusivamente el ámbito de la memoria familiar, en 2010 “se volvió un catalizador de esos conflictos sociales que vivimos pues, efectivamente, han muerto muchos jóvenes y niños. Pero también tuvo otra característica: la monumentalidad, el querer expresarse a lo grande, hacer ver que somos de capaces crear enormes artefactos. Ese deseo de manifestar lo grandioso es la dimensión que ha cobrado la muerte en México.
“Pero, sobre todo, ante la recomposición o descomposición social, salió a flote el deseo de mantener el sentido festivo. Hubo mucho de carnavalesco en las celebraciones de Día de Muertos, con o sin contenido cultural o social. Por ejemplo, la marcha de zombies que se realizó en la ciudad de México
“La sociedad mexicana necesita espacios de respiro, convivencia y recreación, y los busca. Hay una necesidad enorme de canalizar esa energía, sobre todo entre los jóvenes. En eso radicó el sentido, ahora híbrido de la festividad, en la cual se buscó dar peso a la tradición, pero ya no es sólo la de origen indígena o rural, también se incorporaron personajes del horror de otras culturas, principalmente la estadunidense.”
La megaofrenda en Ciudad Universitaria, en la cual no faltan consignas contra varios ex presidentes y las actuales autoridades federales, cerrará este martes a las 21 horas. Hay dos foros donde se presentan grupos de rock, así como venta de alimentos y bebidas.
También hoy será el último día para visitar la megaofrenda en el Zócalo capitalino, cuya atracción principal, El árbol de la muerte florida, de 16 metros de alto que representa a Mictlantecuhtli, señor del inframundo en el México antiguo, se espera alcance esta tarde un millón de visitantes.
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