Mario Luna: tengo la necesidad imperiosa de reincorporarme a la defensa del agua


Gloria Muñoz Ramírez
Especial para La Jornada
Periódico La Jornada
Viernes 25 de septiembre de 2015, p. 17
En estos momentos tengo la necesidad imperiosa de salir a ver a la comunidad, de incorporarme a los trabajos de la defensa de nuestra agua, de actualizarme en la lucha jurídica, de estar con la familia, resaltó Mario Luna, secretario tradicional del pueblo de Vícam y comisionado de la tribu yaqui para la protección de su agua, al salir del Centro de Readaptación Social número 2, en Hermosillo, Sonora, penal en el que estuvo confinado un año y 10 días por delitos que no le pudieron probar.
Contento, con sus dos hijas en brazos y rodeado de las autoridades de la tribu yaqui, Mario Luna cruzó la reja por última vez la tarde del 23 de septiembre. Sale, resaltó, firme, convencido de que nunca debí de haber pisado la cárcel, y fortalecido en mis convicciones, vinculado siempre a la lucha de la tribu contra el acueducto Independencia, mega obra impugnada desde su licitación y cuyos amparos para detenerla tampoco funcionaron.
Comisionado de toda la tribu para la defensa del agua del río Yaqui, Luna advirtió que hoy más que nunca exigirá la ampliación de los derechos en plenitud, pues mientras sólo existan las leyes en letras no servirán de nada. Debemos crear la cultura de que tanto la sociedad como los pueblos indígenas tienen que exigir y ejercer los derechos que les corresponden.
Los días tras las rejas
Luna conoció en más de un año de prisión la otra cara de la civilización. Una con la que han tratado de engañarnos con el progreso y el desarrollo, pero que mantiene en la cárcel a inocentes y a jóvenes sin oportunidades.
Lo que viví en el Cereso en todo este tiempo me deja marcado para siempre. Vi cómo los jóvenes de entre 20 y 25 años sobreviven, luchan, se esfuerzan por superar sus limitaciones dentro de una sociedad adversa, señaló en entrevista telefónica.
El pasado 11 de septiembre, a un año de su encarcelamiento, Mario Luna advirtió en entrevista que lo que se avecina es el despojo aún más fuerte de los recursos naturales de los pueblos indígenas, por lo que tienen que mantenerse alertas y unidos.
El país, dijo, está convulsionado, pero hay varios frentes de lucha fortalecidos ante el agotamiento del sistema político y económico existente.
Afirmó que si el gobierno pretendía con su encarcelamiento apagar la lucha de la tribu contra el acueducto Independencia, no lo consiguió, pues las autoridades indígenas y el resto del pueblo siguen defendiendo su agua y exigen la integridad territorial de su comunidad.
A Luna lo acusaron de privación ilegal de la libertad y robo de vehículo, denunciados por Viviana Bacasegua y Francisco Delgado Romo. No hubo entonces ni ahora argumento jurídico válido, pues –señaló– no participó en ningún delito. Y en la tribu se aplicaron las normas y leyes internas a una persona que se dijo yaqui y que resultó un conocido operador político de Guillermo Padrés. Insiste en que el procedimiento fue manoseado, y por eso no se le pudieron fincar responsabilidades. Por eso, enfatizó, ahora está libre.
Desde su encierro, Mario Luna seguía las noticias y, cuando tenía oportunidad, sostenía reuniones con las autoridades de la tribu. Por ellos se enteró que continúa operando el acueducto Independencia, obra impulsada por el gobierno panista de Guillermo Padres Elías –quien está a 10 días de dejar el cargo– para arrebatarles el agua del río Yaqui y entregársela a los empresarios de Hermosillo.
Los días en prisión fueron lentos y, a veces, desesperantes. En la cárcel, recordó el luchador social de 44 años y padre de familia, se revalora todo. Para una persona libre, que es indígena, el encierro es difícil, aunque ya sabíamos que esto podía suceder. De cualquier forma, expresó, me siento privilegiado porque nunca me dejaron solo.
La justicia, del lado de la tribu
Hombre incansable en la defensa del agua y el territorio, Luna resaltó que la justicia está del lado de la tribu: Vamos a ganar, reafirmó, a pesar de que el impugnado acueducto ya opera, desviando el agua del río hacia la zona industrial de Hermosillo, pues nunca pensaron conectarlo a la red doméstica y ni siquiera construyeron una planta potabilizadora, con lo que queda claro, resaltó, que el líquido no era para el consumo humano, como dijo siempre el gobierno, sino para las empresas automotrices, cerveceras y refresqueras.
En los últimos meses del encierro, el dirigente yaqui se mantuvo leyendo sobre la historia del pueblo y las etapas más críticas que se repiten como círculo vicioso, como dividir a la tribu para despojarla y manipular a la opinión pública contra lo que llaman una incivilización o barbarie.
Tras las rejas, Luna dedicó su tiempo a la atención de jóvenes en el centro de desintoxicación que opera al interior del penal. Aconsejaba, apoyaba y acompañaba a los internos. Rescatamos a tres generaciones que se lograron desintoxicar, confirmó orgulloso quien pasó sus días y noches al lado de ellos fomentando el compañerismo, pues, precisó, este sistema tiene a sus jóvenes en las cárceles, sin estudios, sin saber leer ni escribir. Es la otra cara de lo que le llaman civilización.
Desde que pisó el penal los internos y hasta los celadores lo acogieron bien. Se enteraron por los medios de comunicación que era un indígena que defendía su agua y que no tenía que estar ahí. Le prestaron trastes y cobija, lo respetaron hasta el último momento. Hoy, insistió, todos ellos son parte de su vida, junto con la comunidad, a la que se reintegró de inmediato.

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