Mancera amaga con otra privatización , ahora a favor de Cruz Azul


Obras en la Ciudad Deportiva de la Magdalena Mixhuca. Foto: Benjamin Flores
Obras en la Ciudad Deportiva de la Magdalena Mixhuca. Foto: Benjamin Flores


PROCESO 

Poco a poco, la Ciudad Deportiva de la Magdalena Mixhuca está siendo privatizada. Ahora, el Gobierno de la Ciudad de México –encabezado por Miguel Ángel Mancera– busca entregar una inmensa área al Cruz Azul, para que construya su estadio. El hecho es grave no sólo por el despojo de espacio público que significaría, sino por el inmueble concreto que podría derruirse: el Velódromo Olímpico Agustín Melgar, un sitio mítico del ciclismo mundial que, además, acaba de ser remodelado.
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Justo ahora que el jefe de Gobierno de la Ciudad de México, Miguel Ángel Mancera, se ha pronunciado a favor de la construcción del estadio del Cruz Azul en el predio que ocupa el antiguo Velódromo Olímpico Agustín Melgar, una serie de incidentes tienen empantanado el proyecto. Ante la gravedad de la situación, el estadio Azteca se perfila como la sede del equipo cementero.
El impulso que Mancera le ha dado al club de futbol reactivó las pugnas internas en la Cooperativa La Cruz Azul, S. C. L., en la que algunos directivos que se oponen al director general (Guillermo Héctor Billy Álvarez Cuevas) se han empecinado en boicotear el pretendido nuevo feudo de Cruz Azul, según fuentes e informes que circulan dentro de la cementera.
Las intenciones del político capitalino también originaron reclamos de atletas y vecinos de la colonia Jardín Balbuena, quienes exigen que no se demuela el velódromo, catalogado como inmueble artístico por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
De mantener su plan, Mancera de nuevo cederá a particulares un espacio público en la Ciudad Deportiva Magdalena Mixhuca –CDMM, donde se ubica el velódromo y en el que actualmente se construye el estadio de los Diablos Rojos del México.
Así, el proyecto del estadio del Cruz Azul, cuya directiva no ha sido capaz de edificar su propio inmueble en 90 años de existencia del club, se desmorona lentamente
Contra la historia
En tiempos de esplendor, el velódromo Agustín Melgar, una de las sedes de los Juegos Olímpicos México 68, fue un referente para los grandes exponentes del ciclismo. En este histórico recinto se implantaron más de 30 marcas mundiales, entre los que destaca el de la hora: el danés Ole Ritter batió esa marca con 48.653 kilómetros en los Juegos Olímpicos de 1968; el mexicano Radamés Treviño hizo lo propio en la categoría amateur, en 1969, con 46.955 kilómetros, y el colombiano Martín Cochise Rodríguez alzó la vara hasta los 47.566 kilómetros en 1970. Pero la marca de mayor trascendencia la impuso el belga Eddy Merckx, considerado el mejor ciclista de todos los tiempos, quien recorrió 49.431 kilómetros en una hora, el 25 de octubre de 1972. Ese hecho aún se recuerda como una de las mayores proezas del ciclismo.
Incluso, en Bruselas, Bélgica, en la estación del metro que lleva el nombre del legendario ciclista se exhibe la bicicleta naranja con la que el corredor consiguió aquel récord. Y alrededor de esta pieza de colección, resguardada por una cápsula de acrílico, se muestran fotografías que rememoran su proeza en el Velódromo Olímpico Agustín Melgar.
Con todo y ello, el Gobierno de la Ciudad de México está decidido a demoler la emblemática instalación, que surgió como un espacio deportivo popular. Como sea, Mancera optó por privilegiar al gremio empresarial y el 28 de diciembre de 2014 derogó el decreto de “protección como área de valor ambiental” que tenía la CDMM.
Hasta el momento, Mancera ya renovó la concesión a Ocesa para que administre con fines de lucro el Autódromo Hermanos Rodríguez y el Palacio de los Deportes. También aprobó la edificación del estadio de beisbol de los Diablos Rojos del México, propiedad del magnate Alfredo Harp Helú.
En esta lógica se inscribe la edificación del nuevo estadio del Cruz Azul. De hecho, el director del Instituto del Deporte de la Ciudad de México (Indeporte), Horacio de la Vega, confirmó el 15 de mayo a la cadena ESPN que espera tener todos los acuerdos firmados antes de septiembre próximo.
Según De la Vega, el Gobierno de la Ciudad de México le está dando a Cruz Azul “todas las facilidades y apoyos jurídicos, al igual que lo hicimos con el nuevo estadio de los Diablos Rojos”.
El director del Indeporte no explicó las urgencias de su jefe para cerrar el convenio lo antes posible, pero según fuentes consultadas ese mes, Mancera planea presentar su renuncia para buscar la candidatura a la Presidencia de la República. En ese contexto, la construcción del estadio del Cruz Azul significa una de sus plataformas de campaña.
En su función de director general de la cooperativa, Billy Álvarez tiene la facultad para autorizar una obra de semejante calibre. Aun así, el también presidente del equipo de futbol se propone someter el proyecto a consideración de los socios cooperativistas en la próxima asamblea, programada para el próximo mes.
El pasado 13 de mayo, Mancera informó que el velódromo era la única opción para edificar el estadio de futbol, opinión en la que coincide la directiva del Cruz Azul.
De hecho, el alto mando del equipo de futbol busca una concesión de 99 años para operar en la CDMM, siempre y cuando el gobierno capitalino logre quitar la protección que el INAH le da actualmente al velódromo.
Los planos de construcción y los estudios de mecánica de suelo empezaron tiempo atrás. El costo de la obra supera los 3 mil millones de pesos, y eso considerando que la cooperativa proveería buena parte de la materia prima. Le edificación tomaría entre 18 meses y dos años.
El costo estimado equivale a 27.4% de los millonarios gastos que ha realizado la cooperativa en abogados, despachos, asesorías legales y fiscales del actual Consejo de Administración.
Una joya
El velódromo que Mancera pretende derribar bajo el argumento de que ya resulta obsoleto fue inaugurado por Gustavo Díaz Ordaz en septiembre de 1968 previo a los Juegos Olímpicos, y fue remodelado apenas el año pasado con una inversión de 20 millones de pesos, si bien los trabajos de restauración no se corresponden con semejante inversión.
Sin escenario propio, Cruz Azul ha sido un equipo ambulante: después de jugar sus partidos de local durante 25 años en el estadio Azteca, entre 1971 y 1996 la directiva suscribió un contrato de renta con la familia Cosío, propietaria del llamado estadio Azul, que albergó al club a partir de 1996 y está ubicado en la colonia Nochebuena de la delegación Benito Juárez.
Pero los Cosío decidieron no renovar el convenio, que finaliza el presente año. Por esta causa, Cruz Azul pactó con Grupo Televisa su retorno al Azteca a partir del torneo 2018, con la intención de jugar ahí mientras se edifica su nuevo feudo.
En medio de esta disputa, la directiva del Cruz Azul recibió un ofrecimiento del consorcio televisivo para mantener al equipo de manera definitiva en el estadio Azteca. La idea no le desagrada a Billy Álvarez, cuyos opositores consideran que la construcción del estadio sólo serviría para reposicionar la imagen del director general ante los cooperativistas. En cambio, los detractores priorizan la instalación de una nueva planta productora de cemento en Puebla.
Los deportistas y vecinos de la colonia Jardín Balbuena se enteraron por los medios de comunicación de las facilidades que el jefe del gobierno capitalino brinda a la cooperativa para construir el estadio en el velódromo. Desde entonces, los afectados se mantienen en constante alerta. Han organizado manifestaciones y foros que, aseguran, no cesarán hasta que Mancera renuncie a atentar contra el patrimonio público.
La activista Denise Reyes asegura que los vecinos y deportistas de la Jardín Balbuena “estamos sumamente preocupados por las privatizaciones de los espacios públicos en la Ciudad de México. El velódromo olímpico es uno de los tantos temas que están sobre la mesa”.
Esta organización ha convocado a foros de consulta en la explanada del inmueble con la presencia de académicos y representantes de la Asamblea Legislativa de la Ciudad de México. La intención, explica Reyes, es informar de estos procesos de privatización: “Seguimos sin recibir información oficial del Gobierno de la Ciudad de México. Hasta ahora, todo ha sido a través de los medios de comunicación”.
Ella forma parte del llamado Frente Ciudadano Salvemos la Ciudad, integrado por vecinos de las delegaciones Venustiano Carranza, Benito Juárez, Cuauhtémoc, Gustavo A. Madero, Tlalpan, Coyoacán, Álvaro Obregón y Miguel Hidalgo.
Esta estructura surgió a raíz del proyecto Corredor Chapultepec. “Nos empezamos a acercar con los vecinos de la delegación Cuauhtémoc al darnos cuenta que ese mismo problema se estaba presentando de manera repetida en diferentes partes de la ciudad”, dice Reyes.
El miércoles 7, representantes de esta unión vecinal se reunieron con la titular de la Dirección de Arquitectura y Conservación del Patrimonio Artístico Inmueble del INBA, Dolores Martínez, para conocer si el gobierno de Mancera o, en su caso, el Cruz Azul, ha solicitado formalmente retirar la protección del INAH en el caso del velódromo, y hasta el momento nadie lo ha hecho.
Reyes advierte que el gobierno de Mancera deberá cumplir con el procedimiento antes de firmar cualquier convenio o concesión. “Si se lo brinca estarían actuando en total ilegalidad y jurídicamente nos darán argumentos para promover un juicio de amparo”.
“Acá (en el movimiento) no hay partidos políticos. Estamos en contra de la demolición del velódromo. Entendemos que es una cuestión entre particulares, porque al Cruz Azul se le terminó la renta del estadio, pero ahí es donde debería estar trabajando el jefe de gobierno: en la conciliación entre privados, en lugar de ofrecer espacios públicos. No estamos en contra del equipo de futbol, sino de la forma en que Mancera toma las decisiones.”
Para los ciclistas que conocieron el velódromo en todo su esplendor y que todavía entrenan en esas instalaciones públicas, la medida del jefe de Gobierno de la Ciudad de México significará “un despojo” a la historia del ciclismo, afirma el entrenador de dicha disciplina Alberto Miranda, con 34 años ininterrumpidos al frente de la única escuela de ciclismo del velódromo. “Hay decenas de lugares para construir un estadio de futbol. ¿Por qué tiene que ser este espacio? El velódromo y la escuela de ciclismo son funcionales. La gente que asegura que se trata de un elefante blanco, a lo mejor tiene razón, porque nos hacen falta mayores apoyos; hace años que no nos proporcionan material y tenemos bicicletas desde 1968 que funcionan para la escuela de ciclismo. En esta escuela contamos con 40 bicicletas, de las cuales la mitad son de 1968”.
Con más de tres décadas en la CDMM, Miranda ha visto cómo el gobierno de Mancera le ha arrebatado espacios a las instalaciones públicas. “Todo lo tiene concesionado: el autódromo, el estadio de beisbol, el Palacio de los Deportes. Cada vez están disponiendo de más espacios que, se supone, corresponden a los ciudadanos”.
La escuela de ciclismo está conformada por 40 alumnos. La comunidad afectada también incluye a jugadores de futbol soccer y americano que pagan sus cuotas por jugar en el óvalo del inmueble.
Miranda, los ciclistas y la comunidad afectada utilizan las redes sociales para convocar a la ciudadanía a la defensa del velódromo. “No nos podemos hacer de oídos sordos ni vendarnos los ojos para entender que aquí hay dinero de por medio. Pero no se trata de un espacio cualquiera; el lugar tiene su historia de deportistas nacionales y extranjeros”.
Este reportaje se publicó en la edición 2120 de la revista Proceso del 18 de junio de 2017.

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